Columna de Soledad Hormazábal: Por las buenas o por las malas

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Es la crónica de una muerte anunciada: con costos de salud al alza y mientras no puedan elevar el precio de los planes, no habría otro camino para las Isapres que la quiebra. Es urgente buscar una solución, ya que hay más de 3 millones de beneficiaros que han optado por adscribirse de este sistema, muchos de ellos con tratamientos de salud en curso.

Pese a lo apremiante de la situación, la respuesta de las autoridades ha sido confusa y lenta. No extraña demasiado puesto que el programa de gobierno señala: “Generaremos un fondo universal de salud (FUS) que actuará como un administrador único de los recursos, a través de la universalización de la cobertura del Fonasa a todas las personas que residan en el país... Con ello terminaremos con el negocio de las Isapres, las cuales se transformarán en seguros complementarios voluntarios” (página 117). Esta promesa de campaña difícilmente sería aprobada por el Congreso, pero se podría cumplir por las malas mediante la quiebra masiva de las Isapres.

Una migración brusca y masiva a Fonasa de los afiliados a Isapres empeorará el acceso a la salud de toda la población.

Primero, si una fracción de los más de 3 millones de afiliados a Isapres se comienza a atender en el sector público de salud, la calidad de la atención decaerá para ellos y para los actuales afiliados a Fonasa que recibirán más usuarios en la ya sobrecargada red de prestadores públicos: son 157,3 días promedio de espera para ser atendido por una patología GES y ¡600 días! promedio para acceder a una cirugía no GES.

Segundo, la modalidad libre elección de Fonasa cubre en promedio apenas el 34% del costo de una intervención quirúrgica y solo entre el 2% y el 5% del costo de un día cama. En contraste, la cobertura hospitalaria efectiva promedio en el sistema de Isapres es de 67,2%.

Se plantea que las Isapres y otros privados sigan funcionando como seguros de salud complementarios sin elevar el desembolso que hoy realizan las familias, para esto utilizarían la cotización voluntaria que hacen actualmente los afiliados al sistema de salud privado (actualmente cotizan en promedio un 10% del ingreso imponible, no el 7% obligatorio). Al respecto, i) se estiman en torno a 400 mil los afiliados a Isapre con preexistencias los que no serían recibidos en seguros privados voluntarios adicionales; ii) dada la mínima cobertura en caso de intervenciones quirúrgicas o de hospitalización en la modalidad libre elección en Fonasa, es claro que el costo de un seguro complementario que cubra la diferencia para llegar al nivel de cobertura efectiva que hoy tienen las Isapres excede los 3 puntos de ingreso remanentes.

Hay consenso en que se requieren cambios profundos en el sistema de salud, por ejemplo, avanzar en un plan único de salud es un camino interesante. Se necesita un diálogo social amplio, la búsqueda de consensos y la participación de los técnicos en el diseño de los cambios que deben ser graduales, no abruptos y no a la mala.

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