Columna de Teodoro Ribera: Chile-UE: ¿dónde está la política exterior?



La reciente reunión de Celac y la Unión Europea ocurre luego de varios gestos positivos del bloque comunitario hacia la región y en un contexto del reacomodo de Europa en sus alianzas estratégicas, por la incertidumbre ambiental, la transición energética, las crecientes diferencias políticas con China y el acelerante de la guerra de Rusia contra Ucrania.

La cuestión energética es gravitante y central para las economías europeas, y por eso ocupa un lugar prioritario en sus debates políticos. Europa necesita aumentar rápidamente sus importaciones de hidrógeno verde, dentro del marco de sus principios y respetando sus compromisos ambientales. Alcanzar la autonomía estratégica es central para la industria europea, que para ello mide permanentemente los riesgos geopolíticos y la capacidad de influencia diplomática de sus gobiernos sobre los países productores. La celeridad con que avanza Europa en H2 es inédita -las visitas del canciller alemán Olaf Scholz y la presidenta de la Comisión Europea Ursula von der Leyen estos meses lo atestiguan-, convirtiendo esa velocidad en la variable que comienza a afectar la posición privilegiada de Chile.

Si el potencial de H2 de Chile es reconocido internacionalmente, también lo son las demoras de los proyectos en nuestro país. Informes especializados de Alemania no solo destacan la natural lejanía de Chile, sino que revelan la ausencia de estándares ambientales claros, el alto nivel de subjetividad política en la decisión de proyectos de H2, atrasos en definiciones sobre la matriz física (puertos, plantas de producción, caminos, hidroductos), inexperiencia en el negocio de la exportación energética, y la escasez de interlocutores que satisfagan y den confianza técnica a las demandas y dudas imperantes en los países industrializados.

El mapa de países con potencial exportador de H2 está cambiando con rapidez, y en la precedencia están influyendo variables geopolíticas que nuestro país no puede obviar. Europa seguirá priorizando sus inversiones en países dentro del bloque comunitario, cercanos o bien fuera de sus fronteras como Canadá o incluso EE.UU. Pero que Omán, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Egipto, Marruecos, Argelia o Túnez, figuren dentro del radar del H2 de la UE no solo obedece a las condiciones naturales de estos países, sino también a la importancia que significa crear riqueza en zonas convulsionadas y con los mayores flujos migratorios hacia Europa.

Si Chile aspira a ser un jugador energético global, su política exterior debe asumir un rol activo en la concreción de estas oportunidades, identificando vacíos y orientando al país a una comprensión más certera del contexto internacional. Al igual que con el proyecto de fibra óptica por el Océano Pacífico años atrás, la transición energética encierra hoy una variable geopolítica que el gobierno no puede ignorar y que obliga a una reflexión seria y profunda sobre los actores, mercados y las prioridades involucradas en esta materia.

Por Teodoro Ribera, rector de la Universidad Autónoma de Chile y ex ministro de Relaciones Exteriores

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