Crisis humanitaria en Gaza

REUTERS/Mohammed Salem TPX IMAGES OF THE DAY

Sin perjuicio del derecho que le asiste a Israel de responder al bárbaro ataque de Hamas, es improcedente que ello se lleve a cabo sobre la base de bombardeos indiscriminados y cobrando una enorme cantidad de víctimas civiles, entre ellos miles de niños.



Han transcurrido ya 23 días desde que las milicias terroristas de Hamas atacaron a Israel -lo que dejó un saldo de más 1.400 personas asesinadas en forma despiadada, además de tomar a más de 200 de rehenes, cuya suerte se desconoce hasta ahora-, desatando un conflicto cuyas implicancias resultan a estas alturas impredecibles. Ante ello Israel ha llevado a cabo una implacable respuesta militar sobre Gaza, con un bombardeo incesante sobre blancos que la inteligencia israelí asigna como posiciones militares de Hamas; hace un par de días el país comenzó con incursiones terrestres en la zona norte del enclave, calificándolas como la “segunda fase” de la guerra.

La comunidad internacional ha dado hasta ahora un firme respaldo a Israel para responder a estos ataques, reconociendo su pleno derecho a defenderse, pero con el paso de los días también han cundido las críticas por la enorme cantidad de víctimas civiles que la respuesta israelí ha generado en Gaza, las que ya alcanzarían las 8 mil -dentro de las cuales se contarían más de 3 mil niños, algo particularmente desgarrador-, y sobre 1,4 millones de personas desplazadas desde sus hogares. Ellas han sido forzadas a abandonarlos hacia zonas supuestamente seguras, pero varias de éstas igualmente han sido objeto de ataques.

El bloqueo total que Israel ha impuesto sobre Gaza se ha traducido en que su población de más de 2 millones de habitantes ya no tiene acceso a alimentos, electricidad, combustible ni medicinas, todo lo cual está provocando una crisis humanitaria de proporciones, donde las ayudas que han sido autorizadas a entrar bajo estrictas condiciones claramente son insuficientes.

La indiscriminada forma en que las fuerzas israelíes están bombardeando Gaza -se estima que un 9% de todos los edificios del enclave han sido destruidos, contándose entre las víctimas no solo civiles sino incluso a más de una treintena de funcionarios de la propia ONU- y el consecuente drama humanitario que todo ello conlleva, inevitablemente están alcanzando niveles que vulneran garantías fundamentales que ni siquiera una guerra podría justificar, pues ésta también se rige por normas elementales que justamente buscan minimizar las víctimas civiles, tal como ha recordado la Unión Europea por estos días.

El viernes pasado Naciones Unidas aumentó el tono de sus críticas, y por primera vez habló de que en este conflicto se están cometiendo crímenes de guerra. Tanto la toma de rehenes como el castigo colectivo encajan en esta categoría, advirtió el organismo. Por ello es indispensable que los ataques indiscriminados cesen y la población civil no sea sometida a padecimientos intolerables. Seguir por esta vía terminaría generando peligrosos precedentes, pues implicaría que en los hechos se estaría concediendo a los Estados el poder para actuar sin límites en un conflicto, lo que sería un abierto retroceso civilizatorio. La barbarie de Hamas -cuya neutralización es un imperativo- debe ser combatida dentro de las normas del derecho internacional.

Sin una rectificación de este proceder, además de profundizar el drama humanitario en Gaza, se corre el serio riesgo de que el conflicto se amplifique a gran escala -Turquía y Arabia Saudita, dos aliados de Estados Unidos, no han ocultado su indignación ante estos hechos-, y para la comunidad internacional previsiblemente se hará difícil seguir respaldando sin reservas el derecho a defensa israelí, lo que solo ayudaría a la causa de Hamas.

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