Cuatro puntos para la unidad



Por Carlos Ominami, economista

El plebiscito del 25 de octubre tuvo el enorme mérito de abrir un camino de superación de nuestra aguda crisis. El respaldo ciudadano hacia una salida institucional fue abrumador, incorporando sectores populares y jóvenes que se habían mostrado renuentes y escépticos. Surgió una esperanza allí donde predominaban la rabia y la desconfianza.

Hay que reconocerlo. La tan denostada política hizo bien su trabajo. El plebiscito es hijo legítimo del acuerdo del 15 de noviembre. En su ausencia, la acumulación de tensiones sin válvula de escape habría conducido a situaciones imprevisibles de alta ingobernabilidad.

Hay un camino abierto. Corresponde ahora recorrerlo. Es la etapa más difícil. La responsabilidad mayor recae en las fuerzas de oposición. Son ellas las llamadas a proponer una respuesta al 80% que se manifestó a favor del Apruebo y la Convención Constitucional. La de la ciudadanía fue una manifestación de confianza en una salida institucional, pero en ningún caso un cheque en blanco. Esta confianza no puede ser defraudada.

La ciudadanía hizo su aporte. Les corresponde ahora a las direcciones políticas hacer el suyo. El país está menos dividido que el mundo político. En consecuencia, es obligación política y moral de las fuerzas de oposición ponerse a tono, construyendo su propia unidad.

Un conjunto amplio de militantes y no militantes del amplio mundo progresista les hemos hecho un llamado, suscrito en pocos días por más de dos mil personas, a un esfuerzo unitario en cuatro puntos: 1) suscribir un acuerdo de mínimos programáticos comunes; 2) convenir una lista única de candidatos a la Convención Constitucional; 3) acordar desde ya enfrentar unidos la segunda vuelta presidencial, y 4) organizar una primaria abierta de todas las fuerzas que no han definido una opción presidencial a la cual puedan presentarse precandidatos de partidos e independientes en igualdad de condiciones.

El punto 4 genera especial debate. Es normal porque se trata de una innovación mayor respecto de las prácticas tradicionales. En vez de primarias parciales en las que cada partido va definiendo su candidato, eliminando en consecuencia a sus competidores, se propone un proceso único en el que pueda participar más de un precandidato por partido junto a independientes, con la doble condición de suscribir los mínimos comunes y apoyar al candidato(a) que resulte ganador. En ausencia de un liderazgo natural, se apuesta aquí a la construcción de una opción competitiva, a través de un amplio proceso de deliberación ciudadana. Así, no es la base estrecha de militantes y simpatizantes de los partidos la única llamada a pronunciarse. Se trata por el contrario de una invitación amplia a todos quienes estuvieron por el Apruebo el 25/O. De esta forma, se pueden potenciar precandidaturas que están en la actualidad fuera del radar de la ciudadanía o eventualmente permitir la emergencia de opciones por ahora invisibles.

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