El complejo dilema mundial: cómo reabrir la economía

Médicos que trabajan con pacientes infectados con Covid-19 en la UCI del Hospital de Clínicas, en Porto Alegre. Foto: AFP


En la misma semana que la pandemia de Covid-19 ya acumula más de 2,2 millones de contagiados alrededor de todo el planeta, con 157 mil víctimas fatales, el mundo desarrollado también ha comenzado a discutir acerca de cómo ir abriendo gradualmente las economías, ante el desolador panorama que se advierte en pérdidas de empleo -solo en EE.UU. 22 millones de personas se han acogido al seguro de desempleo- y el desplome de la actividad, que según ha anticipado el FMI, podría rememorar a la Gran Depresión.

Cuando el mundo lleva semanas siendo bombardeado con noticias desoladoras y poco esperanzadoras, el debate sobre la tímida reapertura de las economías parece haber traído alguna luz de esperanza. Pero un vistazo más atento de lo que ocurre en algunos de los países más afectados, muestra que estos procesos serán muy graduales y teñidos de alto riesgo, sobre todo cuando en los últimos diez días el mundo dobló la cantidad de fallecidos por Covid. Dos aspectos parecen esenciales antes de dar pasos más audaces: la capacidad de testeo debe aumentar sustancialmente, en especial para detectar a pacientes asintomáticos -tarea compleja, ante la escasez global de test efectivos-, y contar con políticas de protección y aislamiento a la tercera edad. Pero esto último podría no será tan sencillo: en Francia ya se habla de la “rebelión de las canas”, protagonizada por personas de la tercera edad que se resisten a seguir bajo un confinamiento tan estricto.

Aun cuando un reciente estudio del Departamento de Epidemiología de la Universidad de Harvard pronostica que el distanciamiento social será necesario hasta 2022, y nuevos brotes del Covid podrían surgir incluso en 2024, es un hecho que el confinamiento total no parece ser la estrategia que la mayoría pretende seguir de ahora en adelante. Esta semana España -con más de 20 mil fallecidos y cerca de 200 mil contagiados- retomó algunos servicios no esenciales, como la construcción. Alemania, la mayor potencia Europa, ha optado por una estrategia más pausada de flexibilización -a pesar de que el impacto del Covid-19 ha sido menos severo, con unos 4.300 fallecidos-, con la reapertura de ciertos comercios no esenciales y un retorno secuencial a clases a partir del 4 de mayo, bajo estrictos protocolos.

En Estados Unidos el debate ha sido más álgido, con duros enfrentamientos entre el Presidente Donald Trump con varios gobernadores acerca del momento y forma en que los estados serán reabiertos. Trump busca acelerar el paso y había reclamado para sí la “autoridad absoluta” para tomar esta decisión, arriesgando incluso con desatar una crisis constitucional. La Casa Blanca ha ido atemperando su discurso, y la “guía para la reapertura” que lanzó esta semana fija estándares sensatos -dejando la decisión final a los gobernadores-, con tres fases progresivas, atendiendo a criterios como cantidad de contagios o las capacidades hospitalarias. Andrew Cuomo, el gobernador de Nueva York, planteó que “si hay partes de un estado que están en una situación diferente respecto a otras partes del mismo estado, ¿por qué esas zonas no podrían abrir más rápido? Yo pienso que pueden hacerlo”.

Abrir o cerrar las economías es la discusión que se viene, y en nuestro país el debate comienza también a instalarse. La flexibilización de algunas cuarentenas, el regreso presencial en reparticiones del Estado y los estrictos protocolos que el comercio elaboró junto al gobierno para una posible reapertura de centros comerciales son muestras de ello. Es correcto que se opte por una estrategia gradual, pero en esta fase todavía temprana de la enfermedad resulta fundamental aprender de la experiencia internacional y no precipitarse. Los países desarrollados irán mostrando qué políticas públicas funcionan y cuáles no en el delicado equilibrio entre salud y economía. Nada de esto, sin embargo, debe entenderse como que el mayor riesgo ha sido superado: Singapur, que venía exhibiendo notables resultados en el combate a la pandemia, mostró un explosivo aumento de casos, lo que da cuenta de lo impredecible del virus.

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