El retorno del Jedi

MARCO ENRÍQUEZ-OMINAMI 2


Por Carlos Correa, ingeniero civil industrial, MBA

Entre tanta “frenteampliología” que se ha desarrollado en estos días, buscando explicar lo ocurrido ese día de la inscripción de las listas, ha habido poca reflexión sobre el retorno del excandidato presidencial Marco Enríquez-Ominami al viejo redil de la centroizquierda que lo vio partir hace más de 10 años. En este caso, no es una sigla más que quita el olor a Concertación en la nueva coalición denominada Unidad Constituyente.

El pacto tiene como ingrediente especial la incorporación del PRO, hasta pocos minutos del cierre del plazo legal, aliado de los comunistas en la contienda constitucional. Lo que parece a primera vista una consecuencia del blindaje pedido por los comunistas en regiones claves, tiene un implicancia política mayor. Hasta el día anterior del cierre, el partido creado por ME-O parecía tener el destino de esos pequeños partidos populares que solían acompañar a los comunistas en Europa Oriental. Con este abandono repentino y entrada por la ventana en el pacto de la centroizquierda, el exdíscolo vuelve a convertirse en personaje.

Una primera lectura puede hacer creer que sus canas y procesos judiciales han minado sus posibilidades electorales, o que ha sido un ausente en los complejos procesos políticos que ha vivido el país en los últimos meses. Pero eso puede ser una fortaleza si aceptamos la tesis del derrumbe de la política. ME-O recuerda a Rick Grimes, el policía que es abatido y padece un largo coma, mientras el mundo conocido se destruye bajo el apocalipsis zombi de Walking Dead. También por su personalidad y experiencia mediática puede entrar con rapidez a ese mundo de nuevas realidades que han conformado los matinales.

También aprendió que guardar silencio sobre sus problemas judiciales fue un error grave que casi lo hundió políticamente, y su estrategia es ahora salir a dar sus propias versiones, con la desfachatez que lo caracteriza y que ha sido su sello político a lo largo del tiempo. Hay que recordar que su primera elección como diputado estuvo teñida por un escándalo de financiamiento de brigadistas electorales con fondos públicos y logró zafar sin problema alguno. Experiencia tiene, entonces, en desenredar sus propios nudos.

Una interpretación que hacen varios en la izquierda es que puede haber calculado que no tenía posibilidad alguna en la coalición donde estaba el alcalde Jadue y por ello decidió volver a la centroizquierda para buscar océanos azules tranquilos donde competir. Es cierto que en esos partidos lo ven como un político disminuido, pero hay que recordar que en sus tiempos, destacados dirigentes políticos lo trataron de “Marquitos” y algunas encuestadoras lo trataron de invento de los medios sin posibilidades electorales algunas. Hay una cierta repetición de dicho síndrome en la centroizquierda.

En una política difuminada con una crítica generalizada a todas las izquierdas, como hizo ver Contardo en una columna en este medio, un personaje mediático y audaz como Enríquez-Ominami tiene la mejor oportunidad de los últimos años. Perfectamente puede convertirse en el Nayib Bukele nacional, recordando al actual Presidente de El Salvador que, saltando desde la izquierda hacia el centro, y conformando una personalidad atractiva para las redes sociales, rompió el bipartidismo de esa nación centroamericana.

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