Fin de toma en la UC

La sede central de la UC ha sido escenario de manifestaciones en los últimos meses. Foto: Archivo
La sede central de la UC ha sido escenario de manifestaciones en los últimos meses. Foto: Archivo


El jueves pasado estuve en la Católica invitado a una mesa redonda sobre el "Mayo francés" programada hacía tiempo, y todo se veía normal, funcionando como debe ser, como si no hubiese habido una toma. Pero la hubo con capucha y despechugada durante algunos días y, aun cuando por su corta duración y menores trastornos comparativos no parezca casi nada (la habilidad del rector Sánchez para "bajarla" impresiona, acostumbrados a lo que pasa en la U. de Chile por ejemplo), igual, no deja de ser preocupante.

Concordemos que una toma en la UC lo es más que en otras instituciones, no siendo un recurso hasta ahora frecuente en ella. Si además es efectivo que la toma se decidió fuera de la universidad (¡en la Chile!), como sostienen estudiantes y académicos, estaríamos frente a una grave infiltración externa, viral, que bien vale no minimizar.

Vean ustedes: que las estudiantes salieran campantes, afirmando que "nuestra lucha no queda aquí, las movilizaciones seguirán", no despeja la duda de que se reincida y vuelva práctica de presión, "acción directa" rutinaria en un futuro próximo. Conforme, puede que estemos ante un mero gallito de feministas, pero de bravuconadas y "bluffs" es de lo que se tratan las tomas según lógicas y estrategias tipo "tenemos apoyo", "nuestros motivos son legítimos, ergo, no cabe deponerlas, a lo sumo nos replegamos por un rato"; y ahí las autoridades -confiémonos- tienen que saber si les siguen el juego o no. Si les llevan el amén, el asunto se tornará rutinario. Lo digo en calidad de miembro de un claustro en que nuestras autoridades hace rato, me temo, claudicaron y se limitan a administrar rutinas, usanzas a estas alturas consuetudinarias, en que han terminado convirtiendo este (des)orden de cosas.

Al menos en la UC ha habido resistencia de profesores y estudiantes frente a feministas, e incluso respecto a su rector, mostrándose preocupados con lo que pudo haberse negociado (¿mallas curriculares?). Está de moda sumarse al #MeToo mimético, ideología "TooMuch" (me lo hizo ver un amigo lúcido), inventada por el mundo del espectáculo "cool", la manera como ahora se nos quiere mandar.

Y, por último, cómo no reparar en que el feminismo universitario se contenta con bien poco (a primeras): los cuatro puntos mínimos del petitorio; dato muy raro que arroja la bajada de la toma de la Casa Central de la UC. ¿Esta "bajada" es fruto de qué: rezos con llegada directa que produjeron el milagro, habilidades del rector (su "muñeca") en choque contra y a espaldas de la resistencia a que aludíamos, letra chica desconocida? Obviamente, tratándose de actos de fuerza las tomas, habrá que ver si basta un puro "diálogo" y pragmatismo "de viejo zorro". En circunstancias normales moderarse puede que sea aconsejable, vale, aunque cabe preguntarse si estamos en normalidad.

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