Inexplicable dilación del TPP11

Es lamentable que a pesar de que la mayoría de las fuerzas políticas se alineó en la aprobación de este acuerdo y sus beneficios para el país son evidentes, el Mandatario siga dilatando su puesta en marcha.



Tras cuatro años de tramitación legislativa, finalmente el TPP11 o Acuerdo Transpacífico logró su aprobación, luego de que el Senado, por 27 votos a favor y 10 en contra, refrendara dicho acuerdo. La Cámara de Diputadas y Diputados ya había entregado su anuencia en 2019, pero el trámite en el Senado se entrampó de una manera inexplicable, producto de las reticencias que el TPP11 sigue despertando en un sector de la izquierda.

A pesar de que Chile fue uno de los países firmantes del acuerdo, y que las negociaciones para su incorporación se llevaron a cabo durante el segundo gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet, los sesgos ideológicos han terminado por retrasar el ingreso del país a un acuerdo de última generación, considerado el tercero de integración comercial más grande del mundo y el más importante de Asia Pacífico, representando en torno al 15% del PIB mundial.

El propio Presidente Boric y una parte importante de quienes hoy conforman Apruebo Dignidad hicieron activa campaña en contra del tratado cuando eran oposición, en particular acusando que con el TPP11 Chile veía expuesta su soberanía a los intereses de las grandes “transnacionales”, un temor que desde luego ha sido del todo desestimado a la luz de lo que ha sido la propia experiencia, considerando que nueve de los países firmantes han ratificado el acuerdo -incluidos Canadá y Nueva Zelandia-, cuyos beneficios en cuanto a un incremento del comercio exterior ya son evidentes, y cuando potencias como China o Reino Unido también han manifestado su interés de integrarse.

Por todo ello resulta inentendible que a la luz de sus comprobados beneficios, y cuando la mayoría de las fuerzas políticas se han alineado para su aprobación, el gobierno siga dilatando su puesta en marcha recurriendo a maniobras que buscan justificarse desde un punto de vista técnico, pero que han encontrado escaso respaldo entre la mayor parte de las voces expertas. Así, el Ejecutivo se ha afanado en negociar “cartas laterales” con cada uno de los países firmantes para excluir a Chile de los mecanismos de solución de controversias que contempla el tratado, y establecer otros mecanismos que supuestamente salvaguarden mejor los intereses nacionales.

La canciller ha explicado que la ratificación y depósito del tratado por parte del Ejecutivo queda condicionado al resultado de las negociaciones de las “cartas laterales”, un camino que desde luego resulta preocupante considerando que no hay certeza de cuánto tiempo podrían tomar estas tratativas -el gobierno de Australia ya adelantó que podría demorar meses-, ni si bastaría que algunos países signatarios consientan en estos cambios, o si deberían ser todos.

Cada día que transcurre sin tener este acuerdo en aplicación son oportunidades comerciales que el país pierde y empleos que dejan de generarse, algo especialmente crítico cuando las olas proteccionistas cunden a nivel global y el país se apronta a entrar en recesión. Es irresponsable que los intereses nacionales aparezcan subordinándose a lo que parecen ser disputas internas del oficialismo y a visiones ideológicas que recelan del libre comercio. El Presidente debe asumir el liderazgo que cabe esperar en estas circunstancias y no seguir dilatando un acuerdo que hoy se hace particularmente necesario.

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