La sorpresiva convención mixta

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Hasta ahora, las encuestas muestran una abrumadora mayoría a favor de la opción “apruebo” en el plebiscito constitucional del 26 de abril. No ha habido en la primera semana de marzo algún factor que implique un cambio en esa tendencia. El recurso de ocupar la violencia callejera como un argumento a favor del “rechazo” quedó completamente anulado al circular por los medios las imágenes de partidarios de dicha opción, con cascos y bates, golpeando a un conocido periodista de la televisión.

La gran duda es qué ocurrirá con la segunda papeleta del plebiscito del 26 de abril. Ese día, los chilenos no solo deciden si se comienza un camino para reformar la Constitución, sino cuál es el organismo a cargo de ella. Hay dos opciones posibles, una convención con sus miembros elegidos en su totalidad por la ciudadanía, ocupando un sistema proporcional que tendrá una corrección por género, y una segunda opción que implica que dicho órgano constituyente tendrá la mitad de sus miembros designados por el Congreso pleno.

Sorpresivamente, las encuestas muestran un escenario incierto en la elección del tipo de convención. La explicación más común es una aparente confusión de conceptos entre la palabra mixta y la paridad de género, pero no hay argumentos convincentes para sostener esa tesis. Más allá, lo importante es que si es una opción posible analizar los efectos políticos que tendría.

En el escenario de triunfo de la mixta, el Congreso perderá más del 40% de sus integrantes, en especial los más activos, que preferirán ver su nombre en la nueva Constitución antes de quedarse en una sede donde mandarán las telarañas. Esto tendrá efectos en la agenda legislativa del gobierno actual, y probablemente en la campaña presidencial del año 2021. Quienes se oponen a esta alternativa hacen ver que funcionará como una ventaja indebida a favor de los parlamentarios convencionales. Entre otras cosas, porque la prohibición de postularse a cargos de elección popular que opera para los constituyentes no se aplica a ellos. Este grupo tendrá incentivos suficientes para que la Constitución quede redactada en el plazo mínimo posible y así volver como campeones a sus distritos. También se producen discriminaciones dentro del propio organismo, pues tendrán mejor remuneración y equipos de trabajo que sus pares elegidos directamente. El necesario aire ciudadano que necesita la política en Chile podría ser más enrarecido entonces.

Quienes defienden la opción de la convención mixta hacen ver que debiera ser más fluida para alcanzar los acuerdos para una nueva Constitución. Hay que recordar que el texto de esta debe tener los votos de al menos 2/3 de quienes la redactan, y por tanto, con una oleada de parlamentarios que se conocen y han trabajado juntos podría ser más eficiente todo. Aunque puede haber incentivos para que personas elegidas se erijan en líderes que traten de bloquear acuerdos, les será más complicado reunir el tercio necesario para ser influyente.

La gran tarea de la convención constituyente es poder cubrirse de legitimidad. Parte importante del paisaje político de hoy es la poca representatividad de las instituciones. Nadie garantiza que el organismo constituyente logre revertir aquello por su propia existencia. La convención 100% ciudadana podría tener mayores grados de legitimidad, pero si termina en un enredo sin acuerdos algunos, será más fácil dispararle para quienes se oponen a una nueva Constitución y tienen una segunda chance en el plebiscito de salida.

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