Las dudas sobre el actuar de la OMS

World Health Organization (WHO) Director-General Tedros Adhanom Ghebreyesus attends a daily press briefing on the new coronavirus dubbed COVID-19, at the WHO headquaters on March 2, 2020 in Geneva. - The World Health Organization said that the number of new coronavirus cases registered in the past day in China was far lower than in the rest of the world. (Photo by FABRICE COFFRINI / AFP)


Luego de que China reconociera la aparición de una nueva variedad de coronavirus en la ciudad de Wuhan hace poco más de 100 días, la Organización Mundial de la Salud (OMS) celebró la respuesta de ese país. Su director general destacó “los progresos realizados” por las autoridades chinas “para proteger no solo la salud de su población, sino la de otros países”, y valoró la “transparencia” de la información entregada por Beijing. Pero a medida que se conocen más detalles sobre los alcances de la enfermedad, que ya ha causado más de 100 mil muertos, la reacción de la principal organización sanitaria internacional despierta cuestionamientos.

La OMS nació en 1948, como parte de la nueva institucionalidad multilateral creada tras la Segunda Guerra Mundial, para asegurar la protección de la salud de la población de todos los países miembros al más alto nivel técnico. Y desde entonces jugó un rol fundamental en la erradicación de varias amenazas sanitarias en el mundo. En los últimos años, sin embargo, una creciente politización ha generado dudas sobre su verdadera capacidad para dar una respuesta técnica y no política a las amenazas sanitarias.

La demora en reaccionar ante el coronavirus y la persistente valoración de la respuesta de Beijing revivió la discusión sobre la creciente dependencia de la OMS de China. No solo los aportes voluntarios de ese país son claves para el presupuesto de la organización, sino que su actual director general llegó al puesto en 2017 con el decisivo apoyo de Beijing. Además, la reciente revelación de informes de inteligencia que cuestionan las cifras de muertos en Wuhan han puesto en duda la supuesta “transparencia” de las autoridades chinas.

Si bien el escaso conocimiento sobre el nuevo virus puede haber influido en la reacción inicial de la organización sanitaria mundial, es claro que varias de las precauciones que hoy se han extendido en el mundo ya parecían necesarias pocas semanas después de que China confirmara la enfermedad. La OMS demoró más de dos meses en declararla pandemia -cuando había más de 100 países afectados- y no recomendó restringir los viajes, pese a que la medida ha demostrado ser necesaria para contener la expansión del virus. Además, pese a que Taiwán informó a esa entidad varios días antes que China sobre los riesgos del nuevo coronavirus, la organización desoyó la advertencia.

Como señala un estudio de la Universidad de Southampton, citado por The Wall Street Journal, los casos de coronavirus se podrían haber reducido en un 95% si China hubiera tomado medidas tres semanas antes, cuando ya tenía conocimiento de los riesgos del brote.

Con todo, la demora en el actuar de la OMS para recomendar medidas frente a la amenaza que se avecinaba no es excusa para que los países a la luz de sus propios antecedentes no hayan adoptado sus propias precauciones, y optaran por minimizar el peligro. Pero, a su vez, sería complejo que ante una crisis como la actual esta organización no se rigiera por variables técnicas -que deben ser las que guíen su actuar-, sino por factores políticos o económicos, incumpliendo el objetivo de fomentar y favorecer la cooperación entre los distintos países para enfrentar de mejor manera las amenazas sanitarias, lo cual está consagrado en su carta fundacional.

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