Las dudas sobre la “Nueva Era” de Xi

La marginación de los sectores promercado de la cúpula del poder chino y la consolidación del poder absoluto de Xi Jinping despiertan inquietud sobre el rumbo que seguirá el país.



En 1978, hace casi 45 años, Deng Xiaoping lanzó su plan de reformas económicas para impulsar su visión de un “socialismo con características chinas” y una “economía de mercado socialista”. El camino seguido desde entonces convirtió a China en la segunda economía del planeta y en un actor central de la política mundial. Deng buscó terminar con el culto a la personalidad que caracterizó la era de Mao y poner al Partido Comunista en el centro de la escena, por sobre los liderazgos individuales. El XX Congreso del PCCh concluido la semana pasada en Beijing marcó definitivamente el fin de ese periodo y el inicio de uno distinto, que estará marcado por el férreo control del poder por parte de Xi Jinping.

Pocos ponían en duda que el Presidente chino lograría ser reelegido por un inédito tercer periodo como secretario general del PCCh, paso previo para ratificar su nuevo periodo como presidente, en marzo del próximo año. La norma que limitaba a dos periodos de cinco años el tiempo máximo en ese cargo fue eliminada hace cuatro años. Lo que no se sabía, sin embargo, era el poder real con el que contaría en esta nueva fase. Y la incorporación al Comité Permanente -núcleo central del poder- de incondicionales al gobernante y la marginación de representantes de otras facciones del partido, como era habitual en el pasado, no dejaron dudas sobre dónde reside el poder hoy en China.

Como futuro primer ministro en reemplazo de Li Keqiang -representante de los sectores promercado y afines al ex presidente Hu Jintao, cuyo retiro a la fuerza de la sesión de clausura estuvo cargado de simbolismo-, Xi colocó a Li Qiang, un hombre cercano y leal, que hasta la semana pasada era el líder del Partido Comunista en Shanghai. En ese cargo fue el responsable de aplicar la estricta política de Covid 0 en la ciudad más grande del país, dejando a millones de personas encerradas en sus hogares durante semanas. Al contrario de sus antecesores en ese puesto, Li Qiang -en quien recaerá el manejo económico- carece de experiencia en el gobierno central, lo que era visto hasta ahora como condición indispensable para ascender en el poder.

Con la salida de Li Keqiang y la llegada de los nuevos miembros del Comité Permanente, la visión económica y política de Xi será excluyente, sin espacio para las opiniones distintas, como sí sucedía hoy con figuras más promercado. Además, ninguno de los nuevos miembros de esa instancia goza de una larga experiencia en manejo económico, lo que también ha encendido las luces de alerta de observadores externos sobre las reales capacidades de la nueva cúpula del poder chino para manejar uno de los periodos económicos más complejos de los últimos años, con un panorama mundial incierto y un difícil proceso de transformación económica interna en China.

La nueva etapa que se inicia buscará profundizar la apuesta de Xi Jinping por su modelo de “prosperidad común”, que aspira a reducir las desigualdades económicas surgidas tras décadas de fuerte crecimiento y reforzar el mercado interno. Un camino que, como quedó claro con la reacción de los mercados internacionales, despierta dudas entre los inversionistas. La nueva etapa en China previsiblemente estará marcada por un mayor peso de la ideología en desmedro del pragmatismo.

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