Las señales de alerta que envió el Banco Central

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Si se lleva a cabo un pronto ajuste del consumo y se revierte la incertidumbre respecto del futuro de la institucionalidad política y económica, el país puede retornar a la senda del crecimiento y la estabilidad macroeconómica.



En su reciente IPOM el Banco Central (BC) ilustra con claridad las razones por las que nuestra economía debe ajustar sus políticas de demanda. Los retiros de fondos previsionales y las ayudas fiscales para enfrentar los efectos de la pandemia del Covid financiaron un aumento desorbitado del consumo, que impulsó la actividad económica hasta poner en marcha un proceso inflacionario. A la fecha, existiría un exceso de producción respecto de lo sostenible sin inflación en torno a 5% del PIB, lo que es un desequilibrio mayor. A los efectos inflacionarios de esa “brecha” se han sumado los que derivan de un tipo de cambio muy elevado -por la incertidumbre que vive el país-, los de la escasez global de ciertos insumos, y los del encarecimiento que ha experimentado el petróleo.

Como consecuencia de los estímulos a la demanda que sacaron a la economía de un recorrido sustentable, el PIB de Chile crecerá 12% en 2021 -un récord mundial-, mientras la inflación, que avanza hacia el 7% en doce meses, más que duplicará la meta del Banco Central. Las expectativas inflacionarias, que son la clave para lograr que la inflación efectiva converja hacia el objetivo de política, excedieron la meta oficial del 3% en doce meses, por lo que han comenzado a jugar, por sí mismas, un rol inflacionario. El aumento en el consumo y un repunte de la inversión han llevado a que el gasto crezca más que el PIB, tal que, medida a precios internacionales de tendencia, la Cuenta Corriente de la Balanza de Pagos presenta un déficit de 6,7% del PIB, una magnitud también fuera de lo razonable y que deberá ser rápidamente corregida.

El cuadro macroeconómico descrito por el BC exige correcciones inmediatas. Contando con que cesan los retiros de fondos previsionales, con que el Fisco ajusta su gasto según lo que contempla el Presupuesto de la Nación ya aprobado por el Poder Legislativo, y comprometiendo alzas de tasas de interés de política monetaria hasta que las expectativas inflacionarias vuelvan a estar en línea con los objetivos inflacionarios oficiales, el BC define un recorrido posible para la corrección de los actuales desequilibrios. Gracias al ajuste de políticas, en los próximos dos años desparecería la actual “brecha” productiva, se corregirían las cuentas externas y la inflación volvería a estar en 3% en doce meses, reconstituyendo el contexto macroeconómico necesario para retomar el crecimiento. El impacto sobre el nivel de actividad sería importante: el crecimiento del PIB se ajustaría al rango de 1,5% a 2,5% en 2022 y estaría entre 0 y 1% en 2023.

Lo que el Banco Central describe con elegancia como las políticas que deben llevar a la recuperación de los equilibrios macroeconómicos y la probable evolución de la actividad que derivaría de esas políticas, tiene supuestos importantes que deberán darse para que el ajuste sea exitoso.

El más relevante es que la actual incertidumbre respecto del futuro de la institucionalidad política y económica debería dar paso a certezas que permitan que el país vuelva a un proceso sano de inversión y creación de empleo. Claramente, deben superarse las tensiones que hoy sostienen un elevado tipo de cambio, salida de capitales y alta valoración de la liquidez, para que reviva la disposición a arriesgar recursos en Chile que permitiría un ajuste exitoso y daría sentido de largo plazo a ese esfuerzo.

Hay riesgos de carácter doméstico y externos. Uno especial deriva de la existencia de un enorme contingente de personas en edad de trabajar que están inactivas. Parte de ese contingente, una vez suspendidos los apoyos fiscales y retiros previsionales, sin riesgos sanitarios y suavizadas las restricciones a las actividades, va a buscar retomar actividades laborales, lo que exigirá gran atención a estimular la creación de empleo y, posiblemente, a reorientar recursos fiscales para atender necesidades en esta área, manteniendo el ajuste.

En definitiva, el país se enfrenta a la necesidad absoluta de un ajuste para restablecer el crecimiento tras la pandemia y la crisis social vivida, que es perfectamente plausible, pero que exige enfocarse en el problema macro, alta responsabilidad y excelencia técnica de parte de quienes asuman la conducción del país.

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