Los otros factores de éxito



No nos cansaremos de decirlo… las empresas necesitan a más mujeres en la toma de decisiones. Fue destacado fuerte y claro en el estudio "Los Otros" que desarrollamos en la UDD, en el 2015, donde se planteó con preocupación la homogeneidad de los perfiles de los directores de empresas en Chile, la que ha sido ratificada en distintas radiografías posteriores y ahora con el tristemente célebre dato de la Comisión para el Mercado Financiero respecto de que las mujeres representan solo el 6% del total de directores de las empresa del IPSA.

Por eso estas líneas son para insistir en que, así como el cambio es parte del ciclo de vida, e inevitable con el tiempo, las empresas deben evolucionar junto con los nuevos contextos sociales en los que están inmersas. Es tiempo de ampliar la visión.

En ese contexto, si consideramos que las empresas familiares representan en promedio el 80% de las empresas y son las principales generadoras de empleo, sin lugar a duda que también deben ser un referente en sustentabilidad y en todas las buenas prácticas que ello implica, entendiéndolas como una extensión natural de su rol y del valor social que agregan.

Las empresas, sean estas familiares o no, en las que sus cabezas persistan en un enfoque reduccionista de rentabilidad, considerando todo lo demás como un extra "musical", están destinadas a extinguirse, porque las sociedades evolucionan en el tiempo, y en este desarrollo se les va pidiendo nuevos roles y estándares. Estas mayores exigencias no son persecución, sino la toma de conciencia social y empresarial también, respecto de los estándares culturales, éticos y legales en los que deben desenvolverse. En eso volvemos al punto de inicio de esta reflexión, que es completamente legal que solo hombres, economistas, ingenieros o abogados, y provenientes de dos universidades conformen los directorios de las empresas, pero desde lo cultural, ¿responde esa práctica a la legitima inclusión laboral de la mujeres en igualdad de condiciones a los hombres? Y desde lo ético, ¿lograremos incorporar la riqueza de lo femenino en los mundos productivos si ellas no están participando en la forma de tomar decisiones dentro de las empresas?

He ahí el desafío. Defenderse menos de las críticas, perder el miedo a que "otros" participen. Noolvidemos la plasticidad del capitalismo de acoger (no sin resistencias, a menudo generacionales) los ataques que se le hacen. Es lo que le ha permitido sobreponerse, adaptarse y evolucionar para irse volviendo más consciente de que no es todo está resuelto en el mercado ni mucho menos en el estado, sino que mucho más cerca; en nosotros mismos y el mundo que nos rodea.

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