No a la nueva Constitución

Temáticas de la Constitución de la República de Chile.


No creo que Chile necesite una nueva Constitución, así de simple. Esa idea tan repetida, por la que se asegura que bastará incluir en ella ciertos derechos sociales para que se hagan realidad es simplemente un engaño. Las buenas constituciones producen estabilidad institucional y las condiciones de seguridad jurídica que permiten el desarrollo. Nada más, pero tampoco nada menos.

Comprendo que quienes ven en los últimos 30 años un mal período para Chile, porque habría creado una sociedad injusta y desigual, quieran otra Carta Fundamental. Pero yo creo exactamente lo contrario, estos han sido los mejores años de nuestra historia republicana, un período de estabilidad democrática, crecimiento económico y progreso social. De ser uno de los países más pobres de América Latina pasamos a liderar en casi todos los indicadores de desarrollo. ¿Por qué querríamos derogar la Constitución bajo la que hemos logrado avanzar más que nunca antes?

También es lógico que aquellos que ven al Estado como el motor del progreso la quieran derogar, pues esta es una Constitución que garantiza con mucha fuerza y claridad los derechos individuales por sobre la acción del Estado. Si usted, estimado lector, quiere un sistema político con más poder, que reparta subsidios a diestra y siniestra -más a siniestra que a diestra, en realidad- es lógico que quiera otra Constitución, pero para los que como yo queremos una sociedad pujante que reparta trabajo y oportunidades de progreso para todos -aquí sí es a diestra y siniestra, sin distinción- ésta ha probado ser una buena Constitución.

Tampoco es verdad que este proceso conduciría a la "primera Constitución nacida en democracia". ¿Por qué llegamos a un plebiscito acerca de si queremos una nueva Constitución y después probablemente tendremos una asamblea constituyente? Porque se estaba quemando Chile, porque la fuerza pública completamente desbordada era incapaz, con los medios que puede usar, de asegurar el orden público. Una minoría de violentistas nos puso al borde de la ingobernabilidad y la anarquía; en esas condiciones, la oposición impuso al oficialismo este acuerdo, el de la "hoja en blanco". Eso, perdónenme, puede ser cualquier cosa, pero democracia no es.

Con todo, el acuerdo tiene dos valores que destaco: por el momento nos sacó de la crisis total e inminente; y, segundo, permite que personas como yo tengamos un acto de dignidad cívica, diciendo con nuestro voto que no queremos una nueva Constitución, menos en estas condiciones, aunque sea una herejía en el país de lo políticamente correcto. Es probable que perdamos esta elección, pero conservaremos nuestra dignidad. No es poco en estos tiempos en que te obligan a bailar para pasar.

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