Normas para reformar la Constitución

Foto: Dedvi Missene

Si bien el texto de nueva Constitución sube el quorum de reforma a 3/5, el hecho de que contenga normas para reducir la atomización política podría facilitar más los acuerdos que bajo la actual Carta.



A partir del lunes el país cuenta ya con la propuesta definitiva de nueva Constitución, lo cual está acelerando las definiciones a favor o en contra de los partidos políticos así como de líderes de opinión. Si bien algunas disposiciones del texto han despertado fuertes desencuentros entre oficialismo y oposición -eso quedó del todo reflejado en algunos de los encendidos discursos de clausura que se escucharon en la sesión final del Consejo Constitucional-, hay una serie de avances que hasta ahora han pasado en un segundo plano, y que para efectos del debate que se avecina vale la pena tener en consideración.

Tal como ya se indicó en estas mismas páginas, hay un amplio consenso en que las normas que buscan introducir cambios sustanciales en nuestro sistema político probablemente constituyen uno de los mayores aportes que contiene el nuevo texto. Para el buen funcionamiento de una democracia es fundamental asegurar dosis elementales de gobernabilidad, y de ello se hace cargo la propuesta, al colocar umbrales más exigentes a los partidos que aspiran a tener representación en la Cámara de Diputadas y Diputados. Actualmente una veintena de partidos tiene representación parlamentaria, lo que en los hechos hace extremadamente difícil poder alcanzar grandes acuerdos, y es una de las razones que explica la parálisis en que nos encontramos.

Aun cuando las presiones de los propios partidos políticos llevaron a que el umbral se flexibilizara en la primera elección que tenga lugar en caso de aprobarse el nuevo texto -del 5% de los votos obtenidos a nivel nacional en la elección de diputados se bajó transitoriamente a 4%, además de permitir fusiones de partidos que no logren dicho umbral-, distintas voces coinciden en que gradualmente el número de colectividades irá disminuyendo, previsiblemente a menos de una decena. Menos colectividades y más representativas deberían facilitar las negociaciones y acuerdos en el Congreso, lo que ya es una ganancia para el país.

Voces críticas del nuevo texto han hecho hincapié en que, si bien reconocen los avances en el sistema político, el quorum propuesto de 3/5 para reformas constitucionales hará que éstas sean más difíciles de ejecutar que bajo la actual Constitución -cuyos quorum fueron modificados el año pasado, unificándose en 4/7-, pero lo cierto es que aun cuando en lo formal pueda ser así, en los hechos la realidad podría ser la opuesta. Esto porque si bien con el nuevo texto el quorum es un poco más alto -del 57% se pasaría al 60%-, desde luego no es un umbral inalcanzable, y el hecho de que haya menos partidos políticos en principio debería hacer más factible alcanzar acuerdos que con el actual texto que, si bien tiene 4/7, debe poner de acuerdo a una veintena de partidos, lo que ya ha demostrado ser muy difícil.

Así, el camino para introducir futuras reformas a la Constitución probablemente se divisa más factible con la fórmula propuesta en el nuevo texto que bajo el actual quorum de 4/7 y fuerte atomización, si bien cabe tener presente que el cuadro de polarización que cruza nuestra política es una amenaza permanente, en cualquier escenario que se piense.

Por otra parte, tampoco cabe perder de vista que un quorum de 3/5 para reformar una constitución sintoniza mejor con el estándar internacional, pues un umbral más bajo a la larga torna inestables las normas de una constitución. Tratándose del pacto fundamental, lo esperable es que los cambios que se le introduzcan respondan a acuerdos amplios, y no al vaivén de la coyuntura.

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