Plebiscito: ¿seguiremos “retirando” a la sabiduría y la experiencia?



Por José Manuel Jaramillo, cofundador de Fundación MÁS

Sin duda, como sociedad chilena hemos tenido que atravesar meses muy particulares desde finales del año pasado hasta la fecha. Más allá de las legítimas diferencias en las miradas, si hay algo que ha sido un denominador común en cada persona es la capacidad de adaptación, aprender a lidiar con la incertidumbre y aumentar los tiempos de reflexión sobre lo que nos parece importante y aquello que perdió valor en nuestras vidas.

Lamentablemente, durante los períodos de mayor confinamiento, nuestros adultos mayores tuvieron que vivir limitaciones aún más estrictas que las personas de menos edad.

En este aspecto, volvió a pesar mucho el “molesto” paradigma que como sociedad hemos alimentado, que consiste en llamar a “retiro” a las personas que cumplen cierta edad. Este enorme constructo social, que genera grandes pérdidas y daños a la cultura occidental, produce básicamente dos efectos negativos:

Por una parte, disminuye la calidad de vida de las personas de la tercera edad, quienes comienzan a sentir las consecuencias del “edadismo”, o sea, el sentirse fuera de la sociedad por su rango etario, abandonadas y al margen. Asimismo, tampoco continuamos entregándoles educación y capacitación continua, cuestión que todo ser humano, independiente de sus años, necesita en una lógica de aprendizaje permanente.

El segundo gran perjuicio, igual de grave que el primero, es el hecho de descartar la experiencia, el aprendizaje y la sabiduría humana de millones de personas que estarían encantadas de entregarlas de vuelta a las generaciones venideras, aportando a su crecimiento y evolución.

Ahora que nos encontramos en un proceso histórico de reflexión, camino a un nuevo plebiscito, vale la pena que nos preguntemos si vamos a considerar la voz de la sabiduría y los años o continuaremos en nuestra lógica del retiro y de que lo vivido no sirve.

En nuestra experiencia como Fundación MÁS, podemos decir que existe un inmenso repositorio de sabiduría y conocimiento en las personas de 60 años y más que, puesto al servicio de proyectos, genera gigantescos beneficios y valor.

Nos parece relevante tomar esta experiencia, ya que sin duda el valor de la tercera edad en Chile podría contribuir a aportar lo que ha sido valioso en la construcción histórica de nuestro querido país.

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