Regreso de Juan Guaidó a Venezuela



El presidente encargado de Venezuela cumplió su promesa el lunes pasado y regresó a Venezuela, desafiando al régimen de Nicolás Maduro, que había advertido que lo detendría si volvía al país, por haber violado una orden de arraigo en su contra, al dejar el país el 22 de febrero pasado. En esa ocasión, el líder de la Asamblea Nacional dejó Venezuela en forma sorpresiva -según él, con la colaboración de militares-, para concretar el prometido ingreso de 600 toneladas de ayuda humanitaria desde distintos puntos de la frontera de Venezuela. Una estrategia que levantó altas expectativas, porque Guaidó apostaba a que el operativo generaría finalmente un quiebre entre las fuerzas militares chavistas y marcaría el punto de inflexión de la crisis venezolana, desatando la inevitable caída del régimen de Maduro. Pero nada de ello sucedió y el gobierno venezolano impidió el ingreso de la ayuda humanitaria, con un dramático saldo de cuatro muertos y más de 280 heridos.

La fallida operación tuvo evidentes costos para Guaidó, quien si bien insistió en los días posteriores que retornaría a su país, persistía la duda de si ese objetivo sería posible, a la luz de las advertencias del régimen. Un hecho que mantuvo en vilo el futuro del proceso iniciado el 23 de enero pasado, con el juramento de Guaidó como presidente encargado, amparado en el artículo 233 de la propia Constitución bolivariana. El líder opositor estaba consciente de que si no regresaba a su país se convertiría en un presidente en el exilio, con escaso ascendiente al interior de Venezuela, a lo que se sumaba el evidente riesgo de que las movilizaciones iniciadas en enero se debilitaran y las expectativas de un inminente cambio, generadas en la población, se diluyeran. El regreso de Guaidó era, por ello, clave; lo que no obsta que la apuesta del presidente encargado era arriesgada y exigía un alto compromiso de su parte. Finalmente lo hizo a través de un vuelo comercial y no enfrentó obstáculos. Pero aún persiste el peligro de una acción del régimen en su contra.

En el proceso ha sido decisivo el rol jugado por la comunidad internacional y por los países del Grupo de Lima. Fue importante, por ejemplo, para garantizar la integridad de Guaidó, que varios embajadores, entre los que se incluía al encargado de negocios de Chile en Caracas, lo fueran a esperar al aeropuerto, entregando una poderosa señal de respaldo. Lo mismo sucedió con las advertencias al régimen de Maduro de parte de diversos países para que no impidieran el ingreso de Guaidó. Pero al margen de que el líder chavista haya querido ganar tiempo y evitar la reacción de la comunidad internacional, al permitir el ingreso del presidente encargado, el hecho revela que el régimen está acorralado y no tiene la misma libertad de acción que tuvo en el pasado para llevar a cabo actos arbitrarios contra la oposición. No hay duda que Guaidó aún enfrenta riesgos y el chavismo podría actuar en su contra. Pero los hechos demuestran que una acción como esa, solo terminaría repercutiendo en contra del propio régimen y de su ya escasa capacidad de sobrevivencia.

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