Más de tres millones de rezagados: la vacunación es la piedra de tope para bajar restricciones por el Covid-19

Foto: Andres Perez / La Tercera

El primer refuerzo ha llegado al 81% de la población objetivo, y el segundo apenas al 57%. La letalidad ha bajado, pero las muertes han subido, especialmente porque los contagios van y vienen, y la enfermedad no se "gripaliza". Si bien en muchos países ya no usan mascarillas o los aforos son más relajados o libres, expertos sostienen que en Chile esas decisiones deben esperar a que la población vuelva a entender que la pandemia está viva.


A causa del Covid-19, Chile y el mundo se vieron forzados a implementar medidas estrictas para controlar la propagación del virus. Por esta razón, en casi todos los países el aislamiento, el distanciamiento social y las mascarillas se volvieron parte de lo cotidiano.

Meses después, al mismo tiempo que la pandemia comenzó a retroceder, las medidas de seguridad sanitaria también comenzaron a relajarse. Por ejemplo, ya hay varios países que levantaron el uso de mascarillas, como en España, donde el Boletín Oficial del Estado publicó el 20 de abril de este año el fin de la obligación de llevarla en todos los espacios interiores, excepto en el transporte público, los centros y residencias sanitarias.

En Chile, el pasado 12 de abril se dieron a conocer los ejes del nuevo plan “Seguimos Cuidándonos, Paso a Paso”, estrategia que tiene como principal cambio la flexibilización del uso obligatorio de la mascarilla en espacios abiertos en las nuevas fases de bajo y medio impacto sanitario. Es decir, en estas etapas del plan, el uso del cubrebocas será obligatorio en espacios cerrados y en todo lugar abierto donde no se pueda mantener una distancia física de más de un metro.

Frente al relajo de restricciones en otros países, algunos sostienen que Chile podría hacer lo mismo, pero los expertos advierten que hay una caída grave en la campaña de inmunización.

María Luz Endeiza, infectóloga pediátrica y jefa del vacunatorio de Clínica Universidad de los Andes, sostiene que “la gente debería sentir que la vacuna da libertad, que permite volver a la presencialidad con más tranquilidad, sin tener que usar tantas mascarillas y con menos restricciones. Entonces, en vez de recurrir al plan B que son las medidas restrictivas, hay que recurrir al plan A que es el plan de vacunación”.

Actualmente, apenas el 57% de la población objetivo se ha vacunado con el segundo refuerzo (cuarta dosis). Según los datos del Ministerio de Salud, actualmente hay 1.599.456 personas que están atrasadas con su tercera dosis, y 1.899.595 con la cuarta. Es decir, hay casi 3,5 millones de dosis rezagadas y, por consiguiente, más de un millón y medio de personas con el Pase de Movilidad bloqueado.

Estamos débiles con la vacunación. Un 56% de la población tiene la cuarta dosis, es decir, hay un 44% sin el refuerzo, eso es mucho. Ya llevamos seis meses administrando cuarta dosis, no podemos estar así. Además, la tercera dosis en la población infantil también está baja, por eso estamos viendo más brotes en la población escolar”, explica Endeiza.

Luis Castillo, decano de la Facultad de Ciencias de la Salud de la U. Autónoma y exsubsecretario de Redes Asistenciales, sostiene que medidas como las mascarillas o el aforo son fundamentales, pero mejorar la tasa de vacunación permitiría ser menos restrictivos. Eso sí, sin llegar todavía a “gripalizar” el Covid-19.

“Si estuviese la cuarta dosis funcionando bien, ya estaríamos pensando en vacunar a las personas de riesgo con una quinta dosis. Eso ayudaría a dejar mascarillas u otras restricciones, pero no es el caso. Hay una disminución de la tasa de vacunación, con un número no menor de personas que no se han vacunado con la cuarta dosis. También hay fatiga pandémica: la gente está cansada de las medidas restrictivas”, suma.

De hecho, el especialista advierte que la baja adhesión a los refuerzos es una de las causantes del nuevo brote de Covid-19: el pasado jueves, las autoridades sanitarias informaron de 13.198 nuevos casos, la cifra más alta desde el 18 de marzo -casi cinco meses- cuando se reportaron 14.525 contagios.

En ese escenario, el director del Instituto de Salud Pública de la U. Andrés Bello, Héctor Sánchez, difiere y sostiene que es necesario mantener las estrategias actuales, pues frente a un alza fuerte, las redes asistenciales tendrían poca capacidad de respuesta: ”No estamos preparados para eliminar las medidas de restricción, porque, si no, los contagios serían mucho más altos. También hay que tener presente que la capacidad de atención no es mucha, porque estamos copados con las patologías no Ges (garantías explícitas en salud)”.

Aforos: información que se quedó en el pasado

El nuevo plan Paso a Paso determina tres etapas. La fase de Bajo Impacto Sanitario establece que se podrán realizar reuniones en espacios sin restricciones de aforo ni distancia física, sin embargo, todas las personas deberán mostrar su Pase de Movilidad. Además, se permiten eventos masivos sin restricciones de aforo, aunque siempre con mascarilla y con pase.

En la fase de Alto Impacto Sanitario -la más restrictiva- los aforos son más limitados. Por ejemplo, en los espacios cerrados las personas deberán mantener distancia física de 1,5 m y el Pase de Movilidad será obligatorio. Mientras que los eventos masivos tendrán un límite máximo de hasta 200 asistentes, supeditado al uso de mascarilla y a la exigencia del pase.

Sin embargo, Endeiza es crítica, especialmente con la efectividad y la forma en que se da el mensaje a la ciudadanía: “No hay comunicación de riesgo, ni siquiera de los aforos. Nadie tiene idea ahora de cuál es el aforo en sus comunas, eso se perdió y parece que quedó en el pasado. Esa información se publica, pero está escondida en un rincón de la página web o de las redes sociales del Minsal, pero nadie lo ve”.

Hospitalización: bajo impacto en camas críticas

Eso sí, de a poco la pandemia ha ido dándole tregua a la red asistencial. El peak de hospitalizaciones en UCI se alcanzó el 27 de junio del año pasado, cuando había 3.406 pacientes con coronavirus en camas críticas. Ahora, con la aparición de las nuevas variantes -que son menos letales- y la vacunación, la tasa de hospitalización ha disminuido drásticamente. De hecho, hay 161 personas en cuidados críticos.

Sin embargo, los establecimientos de salud enfrentan ahora otro problema, pues la demanda hospitalaria ha aumentado, pero por patologías distintas al coronavirus. Hace seis meses, 1.835 camas UCI estaban ocupadas por pacientes no contagiados de Covid-19, mientras que ahora hay 2.544 pacientes con patologías diferentes que requieren cuidados intensivos (ver tabla).

En ese contexto, Castillo indica que “el aumento de contagios no ha tenido impacto en el uso de camas críticas. Ahora las camas están siendo ocupadas por otras enfermedades. La tasa de hospitalización por Covid-19 se ha mantenido estable desde hace meses y eso habla del impacto positivo que tiene la inmunización”.

Mortalidad: entre el Covid y los infartos

El número de fallecidos por coronavirus ha aumentado durante los últimos meses. Si durante junio se registraron 526 decesos producto del virus, en julio el número de personas que perdieron la vida por Covid-19 llegó a 986, es decir, un aumento del 87% en relación al mes anterior. Ayer se reportaron 34 nuevos decesos y las muertes asociadas a la enfermedad llegan a 60.023 desde el inicio de la pandemia.

Según los números del Departamento de Estadística e Información de Salud (DEIS), si se suman las muertes confirmadas (48.419) y las probables, (11.604), Chile pasó los 60 mil fallecimientos por Covid-19 desde que se declaró el primer contagio en territorio nacional a principios de 2020. Pero algo sí es claro: aunque los decesos aumentan, la letalidad ha disminuido.

De acuerdo a los datos de la cartera sanitaria, los registros de mayo y junio de 2022 indican que durante esos meses el coronavirus dejó de ser la principal causa de muerte en el país: en esos dos meses 944 personas fallecieron a causa del virus, pero 1.383 lo hicieron a raíz de un infarto. Eso sí, el coronavirus volvió a ser la principal causa de muerte en julio, con 1.011 decesos.

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