Cara desfigurada, depresión e hiperactividad: algunos de los efectos del consumo de alcohol en el embarazo

Científicos muestran con inteligencia artificial cómo beber alcohol antes del embarazo alteraría el rostro del bebé. Foto: Fertility Family.

Es más probable que las mujeres tengan trastornos de ansiedad y hombres déficit atencional, según un estudio. Sin embargo, estos problemas desencadenan mayores adversidades en el futuro. ¿Qué ocurre en Chile con este tema y por qué apenas es investigado?


Una investigación publicada la semana pasada en Alcohol: Clinical and Experimental Research, (Flannigan, Poole, Cook y Unsworth) identificó que la exposición prenatal al alcohol produce diferentes trastornos diferenciados por el género, dependiendo de si el afectado es un hombre o una mujer. El estudio señaló que la exposición temprana provoca, en el caso de los niños, déficit de atención e hiperactividad; en el caso de las niñas, ansiedad y trastornos depresivos y anímicos.

Pero eso no es todo, las consecuencias van más allá que espectros conductuales en los pequeños. Cuando crecen, son hombres y mujeres que deben enfrentar una serie de adversidades provocadas por la discapacidad y el factor género a lo largo de sus vidas.

Científicos muestran con inteligencia artificial cómo beber alcohol antes del embarazo alteraría el rostro del bebé. Foto: Freestocks / Unsplash

¿Qué son los trastornos del espectro alcohólico fetal?

De acuerdo a los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), los Trastornos del Espectro Alcohólico Fetal (Teaf) son un grupo de afecciones que se pueden presentar en una persona cuya madre consumió alcohol durante el embarazo. Problemas físicos, de aprendizaje y comportamiento son algunos de los principales, pero una persona con Teaf suele padecer una combinación de todos ellos.

Según la investigación es “una discapacidad compleja del neurodesarrollo que afecta aproximadamente al 4% o 5% de la población”, y los signos -o síntomas- pueden afectar de distinta manera a cada individuo, y pueden desde leves hasta graves.

Estos son algunos de los efectos de los trastornos del espectro alcohólico fetal que identifican los CDC:

  • Mala coordinación, memoria y conducta hiperactiva.
  • Dificultad para prestar atención y discapacidades del aprendizaje.
  • Discapacidad intelectual, retrasos en el habla y el lenguaje.
  • Problemas de audición y de visión.
  • Problemas del corazón, los riñones o los huesos.
  • Cabeza de tamaño pequeño.
  • Características faciales anormales, como por ejemplo, surco menos marcado entre la nariz y el labio superior (este pliegue se llama filtro o surco subnasal).

El rol del género en los trastornos

La investigación publicada en la revista científica Alcohol: Clinical and Experimental Research, desarrollada en Canadá con una muestra de más de 2.500 registros, concluyó que los hombres presentan un mayor deterioro neurológico, mientras que las mujeres más altas tasas de problemas endocrinos.

Si bien los resultados no presentan diferencias significativas entre hombres y mujeres en relación al resultado del diagnóstico Teaf, sí las hubo respecto de las consecuencias. En el caso de las mujeres, presentaron más afecciones de ansiedad, depresión y trastornos anímicos; por su parte los hombres, tenían tasas más altas de déficit atencional, hiperactividad, trastornos de conducta y negativista desafiantes.

Imagen referencial de trastornos conductuales en niños. Foto: Istock.

“La adversidad también difirió por sexo” afirmó el estudio, en relación a los problemas experimentados por las personas a lo largo de su vida.

Las mujeres desarrollaron problemas legales relacionados a traumas, victimización y la custodia. Por otro lado, los hombres se caracterizaron por dificultades en la escuela, delincuencia y encarcelamiento, lo que estaría vinculado a los desafíos del funcionamiento adaptativo y los comportamientos disruptivos. Estas adversidades fueron más evidentes en adolescentes de 13 a 17 años y en adultos mayores de 25.

Pese a que estos patrones diferidos por género se observan en la población general, las tasas son mucho más altas para quienes tuvieron exposición prenatal al alcohol.

Un trastorno desconocido en Chile

El Síndrome Alcohólico Fetal (SAF) es el más grave dentro del espectro del Teaf, quienes lo tienen se caracterizan por rasgos faciales anormales, problemas de crecimiento y del sistema nervioso central. Si bien en Chile la afección se conoce desde 1973, se ha producido muy poca investigación sobre este tema, es más, muchos ni siquiera saben de qué se trata.

La jefa de neonatología de la Clínica Santa María, Dra. Carolina Gandolfi, advierte que “las afecciones son muy graves” y que el SAF es solo la punta del iceberg, ya que el espectro es bastante amplio. La doctora clasifica estas afecciones en severas y leves; en el primer grupo hay un retraso en el crecimiento intrauterino, alteraciones faciales y neurológicas, malformaciones, hipoplasia del cerebro y retrasos del desarrollo psicomotor y cognitivo.

Foto: Istock.

Dentro las afecciones leves se encuentran los trastornos de aprendizaje, de lectura, el déficit atencional, complejidad con las habilidades matemáticas y fallas en las funciones ejecutivas superiores.

Chile ocupa el primer lugar en consumo de alcohol en América. Según datos del Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol (Senda), los chilenos casi triplican el consumo de alcohol considerado peligroso por la OMS. En específico, un reporte de consumo de alcohol del año 2015 evidenció un aumento importante de consumo en las mujeres en relación a los hombres.

El mismo Minsal asegura que en el país no se realizan diagnósticos en recién nacidos para determinar el SAF, a menos que el alcoholismo de la madre sea evidente. Por lo mismo, no hay estimaciones de prevalencia nacional, ni siquiera local.

Mujeres en un bar tomando cerveza. En Chile hay un aumento importante de consumo de alcohol en las mujeres.

Gandolfi explica que es muy complejo realizar estudios en esta área, porque en general “la mujer embarazada que consume alcohol no admite que lo consume”. Debido a esto hay que recurrir a otro tipo de evaluaciones, como saber si hay episodios de embriaguez o si la madre comenzó a beber a una edad temprana. También si hay trastornos del sueño, baja autoestima o problemas para desarrollarse con otras personas.

“Pero sacar el antecedentes del consumo de alcohol durante el embarazo es muy difícil”, indica.

Un estudio dirigido por la pediatra Sofía Araos -realizado en un Centro de Atención Primaria de la comuna de Maipú- es de los únicos y más recientes sobre el tema. Las cifras revelaron que “un 57,4% de las mujeres bebe alcohol en algún momento del embarazo, un 3,7% reconoce ingesta en los niveles descritos como de riesgo fetal (1 trago al día) y al menos un 1,1% de ellas reconoce beber cantidades que constituyen muy alto riesgo”.

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