El temible ciclo del coronavirus: nacimiento, replicación y... ¿extinción?

Si aún hay dudas sobre el origen exacto del Sars-CoV-2, su evolución futura es aún más incierta.


Una de las cosas más intrigantes, y a la vez aterradoras de los virus, es que no son seres vivos. Al no poder reproducirse, no pueden aspirar a esta categoría según los manuales de la biología. Pareciera que lo fueran, pero en rigor son seres “replicantes”, aclara Nicolás Muena, investigador de la Fundación Ciencia & Vida.

Y eso es lo que los hace inquietantes. Tienen una intrincada maquinaria capaz de replicarse eficientemente.

La biografía del actual coronavirus es en parte, la misma que muchos de los virus conocidos. Tuvo un origen zoonótico, es decir, saltó de los animales al ser humano, se puede dar después de un proceso de recombinación de diferentes virus.

El 60% de los virus conocidos tiene este origen. Por ejemplo, la gripe H1N1 de 2009, pasó de aves a los cerdos y de ahí a los seres humanos, y de ahí que fuera bautizada gripe porcina.

La ruta del Sars-CoV-2 es similar, aunque su hospedero original aún es una incógnita. Los principales sospechosos son el muerciélago, desde donde habría saltado al pangolín malasio, y luego al humano, a través del mercado de la ciudad china de Wuhan, un ciclo que sin embargo, aún es materia de debate. “Falta evidencia concluyente”, dice Muena.

Una vez con la capacidad de infectar humanos, el coronavirus comenzó un imparable capacidad de replicación, gracias a una eficaz maquinaria biológica.

Saltando de humano a humano, su eventual final, también es incierto, aunque se supone será el mismo de la mayoría de los virus y especialmente los coronavirus: ante la inmunidad que desarrollará la mayoría de las personas, perderá su capacidad de replicarse, y eventualmente permanecerá circulando con una capacidad de contagio mucho más modesta que con la que actúa ahora.

La otra posibilidad, es que sea aislado y termine eventualmente “extinto”, o solo recluido en un laboratorio, como ocurrió por ejemplo, con la viruela, aunque este escenario, es más improbable. No en vano los virus llevan 3.500 millones de años desarrollando sofisticadas maneras de burlar el sistema inmune humano y nada indica que esta legendaria capacidad terminará pronto.

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