El tímido verano antártico


Eolo se está portando relativamente bien desde nuestra llegada, y eso nos permite hacernos a la mar casi todos los días. Algo poco común en estas latitudes y aguas, otro detalle inusual para un año inusual, pero no pensemos demasiado a nuestra buena estrella no sea que esta se nos termine sin previo aviso.

Los vientos suaves favorecen que en general estén siendo días tibios tirando a fríos con una gran cobertura de nubes sobre Isla Rey Jorge. Lo que es una bendición desde el punto de vista operativo, mejores condiciones para navegar, pero una tortura para las microalgas que estudiamos que en estas fechas del año están hambrientas por los rayos del poderoso Lorenzo que sólo las visita unos pocos meses al año.

Durante la breve temporada de primavera-verano Antártico las microalgas deben adquirir toda la energía que necesitan para todo el año, sobreviviendo el invierno de la forma que pueden. Para algunas de ellas esto consiste en una estrategia de letargo que les permite ¨dormir¨ el largo invierno Antártico para despertarse de nuevo durante la próxima primavera una vez las condiciones sean más adecuadas para su modo de vida.

No obstante, de igual forma que los osos del hemisferio norte este ciclo sin fin requiere que los organismos se reproduzcan y acumulen reservas durante el verano y así evitar quedarse sin reservas en mitad del invierno.

Aún es pronto para predecir si este verano habrá una mala ¨cosecha¨ de microalgas en bahía Fildes, pero de momento las condiciones están siendo sub-óptimas y nuestros datos previos indican que la comunidad está creciendo menos que los dos años previos por estas fechas.

Sin embargo, Antártica es cambiante y las condiciones podrían variar en los próximos días revertiendo está tendencia logrando que este verano fuese algo más productivo.

Digo algo más sólo y no muy productivo, porque ya sabemos que sin un buen mes de diciembre que facilite el crecimiento y acumulación de las microalgas, es imposible que luego enero, el mes normalmente óptimo para el crecimiento de las microalgas, sea muy productivo.

Como para otras muchas cosas en la vida, el contexto y de dónde venimos juegan un papel clave en las dinámicas del mañana. Pero los problemas para las microalgas antárticas no sólo les importan a ellas, pues si crecen menos capturarán una menor cantidad de CO2 de la atmósfera moderando en menor magnitud el cambio climático, mientras que el krill tendrá menos alimento disponible este verano lo que repercutirá subsidiariamente a aquellos que se alimentan del krill, las ballenas y pingüinos.

Y nos engañemos, aunque a la humanidad le debiese preocupar el destino de las microalgas antárticas pues tienen efectos no menores sobre la regulación del sistema climático terrestre, al final sólo los nerds como nosotros se preocupan por ellas mientras que los animales ¨abrazables¨ bajo los estándares humanos se llevan todas las miradas de la sociedad.

Como manda la tradición, y por tercer año consecutivo, es 24 de diciembre y estamos en el agua trabajando. Los datos nos muestran como las aguas superficiales se han ido tímidamente calentando y ya rozan los 1,5 grados Celsius. El proceso se ha acelerado algo comparado con 2021 que fue muy ventoso, pero aún estamos muy lejos de los 2 grados que registramos en la nochebuena de 2022.

Esperemos que está inercia no se rompa con los vientos que están pronosticados para mañana y pasado mañana, porque si no sería todo como volver a empezar. Pero eso lo veremos los próximos días, lo que ya podemos ver es que a pesar de las nubes y la poca radiación el cambio estacional se nota ya aunque sea con menor magnitud que el año pasado.

La transición entre estaciones es como una fuerza telúrica imposible de detener, aunque si se puede modular su intensidad, y el verano ya ha llegado a Isla Rey Jorge, aunque de momento está siendo más tímido que otros años. Veremos si esto cambia una vez alcance la adolescencia.

* El Dr. Juan Höfer, es oceanógrafo del Centro de Investigación Dinámica de Ecosistemas Marinos de Altas Latitudes (IDEAL) de la Universidad Austral de Chile (UACh) y académico de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV).

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