¿Hay coronavirus en murciélagos chilenos?

Un murciélago en el centro de Santiago. Foto: Agencia Uno

Científicos de la Universidad de Chile determinaron que los quirópteros pueden portar la enfermedad, aunque aún no se ha detectado presencia del Sars-Cov-2 en alguna de las 14 especies endémicas que habitan en el país.


SI bien aún hay dudas sobre el verdadero origen del Sars-CoV-2 que provoca el Covid-19, la hipótesis más aceptada apunta a los murciélagos. Según un análisis realizado por la Organización Mundial de la Salud, el virus se habría transmitido desde estos últimos a los humanos, a través de otro animal.

En Chile existen 14 especies endémicas de murciélagos, las que representan una posible amenaza para el entorno, debido a la posible y constante aparición de nuevos virus.

Víctor Neira, académico e investigador del Laboratorio de Virología de la Facultad de Ciencias Veterinarias y Pecuarias de la Universidad de Chile, dice que hasta ahora no hay evidencia que haya murciélagos en nuestro país infectados con algún tipo de coronavirus y que no hay estudios que lo confirmen, pero ademite que “es posible”.

Agrega que en el caso del Sars-CoV-2 es menos probable aún, “porque no hay evidencia en el mundo de que esto haya ocurrido, y menos en Chile, donde las intervenciones humano-murciélago son muy escasas. Lógicamente es un tema a estudiar el futuro”, explica.

Dice que en general los murciélagos, “también se pueden infectar de acuerdo a ensayos que se han hecho, pero naturalmente, todavía no. A nivel experimental se ha observado que el virus los puede infectar, incluso transmitirse entre ellos. Pero en la naturaleza misma, aún no se ha observado”.

En el único lugar donde ha ocurrido y que se ha documentado hasta ahora es en China. “De ahí viene la hipótesis de que el Sars-CoV-2 sea un virus originario de murciélagos”, explica.

Añade que aunque se detectaran coronavirus en murciéalgos en Chile, no necesariamente podría producirse lo que pasó en China. Debido a nuestra cultura, explica, “nosotros tendemos a alejarnos de ellos, mientras que en China, hasta las heces son ocupadas como medicinas naturales, y el animal es ocupado para consumo, lo que favorece la aparición de zoonosis. El Sars-CoV-2 no se ha descrito en ellos, lo que sí se ha demostrado experimentalmente, es que son capaces de mantener el virus en caso de tenerlo”.

“En Chile es probable que no existan los virus que se han encontrado en China, aparecen en diferentes poblaciones y la interacción que nosotros tenemos con los murciélagos en general es mucho menor a la que tienen ellos, lo mismo en otras partes del mundo. Si bien podría tener algún tipo de riesgo de que puedan transmitir algún tipo de coronavirus, es muy menor”.

En Chile, los murciélagos no representan el mismo peligro que en otros países, como es el caso de China.

Agrega que el virus del Sars-CoV-2 es de origen animal, pero que se traspasó a humanos, “se cree que el hospedador natural fue el murciélago, pero aún existen dudas si hubo un hospedador intermediario. El virus original todavía no se encuentra en animales”.

Los que sí se ha demostrado y observado, además de los murciélagos, ”es que los seres humanos han transmitido el virus a animales, y en éstos el virus se puede multiplicar, replicar e incluso transmitir entre ellos de manera natural, como en hurones, perros, gatos y visones, por ejemplo. Otras especies afectadas son los gorilas y grandes felinos como tigres y leones. La mayoría en zoológicos”, explica Neira.

Así como los murciélagos, de acuerdo a los Centros de Control y Prevención de Enfermedades de EE. UU., otros animales, muchos de ellos mascotas domésticas, también son capaces de portar el virus, como es el caso de perros y gatos, los que se han infectado luego de compartir estrechamente con personas que tenían la enfermedad.

También ha ocurrido con visones, tanto en Estados Unidos, como en Países Bajos, Dinamarca y Polonia, entre otras naciones, por mencionar algunas especies.

Aunque, “los gatos y perros, en ese orden, son las especies en las que más se ha observado el virus, la presencia es baja, pero está presente. Desde el año pasado hemos encontrado casos y se siguen encontrando anticuerpos en estos animales. Es algo que puede ocurrir”, agrega el investigador.

Una zoonosis es una enfermedad o infección que se transmite de forma natural de los animales vertebrados a seres humanos.

Un estudio de la Universidad de Chile precisamente analizó la situación de 27 de estas mascotas y su relación con sus dueños, todos contagiados con el virus. La investigación determinó que al menos tres felinos contrajeron la enfermedad. A nivel mundial el número documentado de gatos contagiados asciende a 130, y 80 en el caso de los perros.

La buena noticia es que el riesgo de que los animales contagien a las personas es bajo (transmisión zoonótica), aunque en el caso de niños, personas con el sistema inmunitario debilitado o adultos mayores, las probabilidades siempre aumentan.

El estudio sugiere que hay transmisión natural entre gatos, explica Neira, “lo cual es compatible con lo que se había descrito antes a nivel experimental, cuando se demostró que los gatos entre ellos se podían transmitir el virus. Mientras que en el caso de los visones, en las granjas que existen para uso comercial de pieles, los seres humanos les han transmitido el virus, y luego se contagian entre ellos mismos y desde la misma granja hacia el exterior, en seres humanos, con varios casos en Europa”, añade.

Ignacio silva, infectólogo de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Santiago, establece que este tipo de virus se caracteriza por considerarse una infección zoonótica. “Sabemos que los distintos coronavirus que han afectado al ser humano, utilizan a éste como reservorio, es decir, pueden ser causas o agentes de transmisión”.

El trabajo de la U. de Chile, liderado por Neira, añade que la mayoría de los contagios se dieron por los mismos métodos por los cuales se contagian los seres humanos; por gotas de saliva y la vía respiratoria del animal.

Un virus de gran plasticidad

El virus tiene una gran plasticidad para infectar especies distintas al ser humano, “tiene un importante potencial infectivo, y en teoría, podría infectar a muchas más especies. No es bueno que existan virus como éste, capaz de infectar a los seres humanos en la naturaleza, por lo tanto, si hay infecciones en animales, no es bueno. Si es peligroso o no, se definirá una vez que la pandemia se vaya de la población humana. Hoy en día, considero que no es tan peligroso. La infección sigue estando, pero puede que más adelante otro virus pueda afectarnos”, sostiene Neira.

Silva señala que la zoonosis es parte de esta cadena de infecciones, “los coronavirus sí son transmisibles a partir de animales, así como también otras infecciones. El uso y crianza responsable de animales nos puede ayudar a disminuir el riesgo de que se generen este tipo de situaciones”.

Un lugar, dentro del territorio nacional, señalado como posible foco de contagio de animales, aves y especies silvestres es la Antártica. “El contacto entre personas y fauna silvestre siempre es peligroso, debido al riesgo de que un virus tenga la capacidad de saltar de una especie a otra. Sin embargo, el contacto entre personas y animales silvestres es mucho más común en latitudes tropicales, tanto en Sudamérica como en África, que en latitudes altas del Ártico o de la Antártica”, señala Raúl Cordero, climatólogo e investigador de @AntarcticaCL.

La población de pingüinos representa un posible foco de contagio.

El estudio “Evaluación de riesgos del SARS-CoV-2 en la fauna antártica”, publicado en ScienceDirect, establece que las condiciones del lugar son favorables para la estabilidad del virus, los cetáceos tienen una mayor susceptibilidad al Covid-19, mientras que las focas y las aves parecen tener un menor riesgo de infección.

La misma investigación aclara que el mayor foco de contagio a la fauna antártica, proviene de los propios investigadores, además de los turistas, que pueden ser vectores potenciales de la transmisión del Sars-CoV-2.

Los contactos entre humanos y fauna antártica en general son limitados en número, y regulados por diversos protocolos. “No hay permisos para tener contacto directo, o tocar un animal en el continente antártico, a menos que se trate de un investigador que lo requiera justamente para estudiar una especie particular. Lo anterior hace que los riesgos de transmisión inter-especies de cualquier virus sea mucho menor en el continente antártico que en cualquier otro continente del mundo”, explica Cordero.

La migración de la vida silvestre presenta otra ruta potencial de transmisión del SARS-CoV-2 con riesgos de que las especies migratorias se encuentren con el virus en las regiones en sus rutas de migración. Esto incluye especies que se reproducen en la región antártica y visitan la costa o las aguas costeras de América del Sur, África, Australia o Nueva Zelanda y / o islas subantárticas habitadas, señala el documento.

El investigador de la Usach aclara que esto no significa que el riesgo no exista o sea cero, “lo que significa es que afortunadamente el riesgo es acotado en la Antártica, aunque en los últimos años ha habido un boom de turismo antártico”.

El estudio añade que un riesgo potencial adicional de transmisión es la cadena de humano a animal y a animal, donde una especie susceptible que adquiere el virus de los humanos podría servir como fuente de infección para otras especies de fauna antártica. A través de esta cadena de transmisión, especies que normalmente no interactuarían con los humanos, como los cetáceos, podrían estar expuestas indirectamente al virus a través de una especie como los pinnípedos que podrían tener interacciones ocasionales con investigadores o turistas infectados. Sin embargo, esta última vía de transmisión parece altamente inverosímil, ya que requeriría al menos dos eventos sucesivos de transmisión entre especies.

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