Columna de Marcelo Contreras: Coldplay: el extraño calor de una banda tibia

Coldplay es Chris Martin porque hoy en día, así lo dicta el pop, prima el individuo por sobre el colectivo y la asociatividad. El viejo protagonismo compartido, la química y fricción entre dos líderes pariendo cancioneros y trayectorias extraordinarias -Lennon y McCartney, Jagger y Richards, Page y Plant-, es un capítulo venerable y sellado en el historial del rock.



Hace un par de semanas su majestad satánica Mick Jagger posteó un video asistiendo a un concierto de Coldplay en el estadio Wembley de Londres, correctamente ataviado con la pulsera luminosa que la banda suministra a los asistentes a sus shows. El líder de The Rolling Stones movía los brazos sincronizadamente con el gentío en una comunión multicolor, miles de personas acompañando al afamado grupo que en su debut hace 22 años con el single Yellow, puso en cámara sólo al vocalista Chris Martin en una playa solitaria con expresión algo bobalicona, vaticinando su rostro como sinónimo del conjunto que se convertiría en uno de los más grandes del planeta en las siguientes décadas.

El video era una declaración de principios, una jerarquía inmediata, tal como pasa en otros nombres rock populares e inocuos de este milenio como Maroon 5, Imagine Dragons y The Killers, donde el único miembro relevante es el vocalista. Sólo los melómanos y fans recalcitrantes reconocen a los demás músicos. Para el resto, probablemente la mayoría de los asistentes que va a repletar por cuatro fechas el Estadio Nacional a partir del próximo martes 20 de septiembre, en una tanda multitudinaria inédita en la historia de la música en vivo en Chile, sus identidades dan lo mismo.

Coldplay es Chris Martin porque hoy en día, así lo dicta el pop, prima el individuo por sobre el colectivo y la asociatividad. El viejo protagonismo compartido, la química y fricción entre dos líderes pariendo cancioneros y trayectorias extraordinarias -Lennon y McCartney, Jagger y Richards, Page y Plant-, es un capítulo venerable y sellado en el historial del rock.

Coldplay representa el tipo de música de consenso en un viaje familiar, o en instancias que no requieren atender las canciones en detalle. No siempre fue así. Los primeros cuatro álbumes, entre Parachutes (2000) hasta Viva la Vida (2008), son sólidas muestras de rock épico y emotivo, con productores e ingenieros de credenciales indie como Ken Nelson (Gomez), Danton Supple (Pet Shop Boys, Suede) y Brian Eno, figura máxima en art rock durante medio siglo.

FILE PHOTO: Chris Martin and Jonny Buckland of the band Coldplay perform at Expo 2020 in Dubai, United Arab Emirates, February 15, 2022. REUTERS/Christopher Pike/File Photo

A partir de Mylo Xyloto (2011), totalmente asumidos como herederos de U2 y como una especie de réplica musical de la optimista cultura Disney empeñada en valores tradicionales, Coldplay se convierte en una banda para padres e hijos, y sus conciertos en experiencias colectivas aptas para distintas edades.

El grupo toma decisiones quinquenales a la manera de una empresa o un estado autoritario, en las antípodas de la visceralidad del arte. En enero último, Chris Martin anunció que lanzarán tres álbumes de estudio hasta 2025, y que a partir de entonces sólo se dedicarán a las giras. Por cierto, no hizo la revelación del futuro ya trazado en una entrevista con un medio musical, sino en el desaparecido show de Ellen DeGeneres, un espacio de entrevistas zalameras y sonrientes a grandes estrellas.

“Como Harry Potter, termina en cierto punto”, apuntó el vocalista, utilizando un paradigma al alcance de niños y adultos.

Quizás es una manera más honesta de asumir que, salvo contadas excepciones, las bandas de rock dejan de ser creativamente productivas en la medida que envejecen, y lo innecesario de justificar giras lanzando nuevos álbumes. Bien lo sabe ese ilustre espectador de apellido Jagger en Wembley el otro día, cuya legendaria institución es un wurlitzer de grandes éxitos.

Coldplay seguirá recorriendo el mundo con montajes espectaculares, encantando a millones con una fórmula infalible que confía su éxito en erradicar cualquier atisbo de espontaneidad y riesgo.

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