Mi Manifiesto: Camila Vallejo, dirigente estudiantil




Nací en abril de 1988. Mis padres fueron comunistas y uno de mis abuelos del MIR. Ninguno de ellos sufrió detenciones ni exilio. Tampoco fueron ellos quienes me impulsaron a participar en política. Eso lo decidí en la universidad. Mis padres me dieron mucha libertad.

Hay gente que me ha dicho que soy cuica porque soy blanca y tengo los ojos claros. Es absolutamente absurdo. Uno de mis apellidos es español y el otro -Dowling- es irlandés, pero eso no significa que venga de familia adinerada. Los irlandeses llegaron como piratas y todos sabemos cómo llegaron los españoles.

Mis padres viven de su trabajo. Mi padre estudió teatro, ingeniería mecánica; mi madre cartografía, aunque no terminó. Hoy tienen una pequeña empresa. Mi madre trabaja con él en la casa. Yo soy de clase trabajadora.

Cuando muy niña viví en Las Torres de Macul. Con mis padres y mi hermana vivíamos en una casa de madera, grande, aunque tal vez la recuerde espaciosa, porque yo era muy pequeña. Al frente había una casa abandonada, donde íbamos a jugar con las amigas del barrio.

Estudié en un colegio subvencionado. Nunca me gustó la separación entre área científica y humanista. Me interesaban ambas.

Me gustaba observar a las visitas que llegaban a la casa. Mirarlas durante los asados que mis padres hacían en el patio. Me refugiaba detrás de un arbusto, segura de que nadie se percataba de mi presencia. Luego, cuando crecí, me mostraron una foto en la que yo aparecía detrás del arbusto. Era apenas una ramita que no lograba ocultarme.

Me gusta la pintura. Mis favoritos son Klimt y Matta. Mientras estuve en el colegio, dibujé y pinté. Cuando salí del colegio, pensé que si tenía que pagar por estudiar una carrera no podía hacerlo por algo que podía hacer como hobby. Quizás es incorrecto plantearlo así, quizás los artistas me odiarán, pero en ese minuto lo pensé de esa manera.

Mi generación creció en una democracia pactada. Lemebel la describió muy bien como una 'demos gracias'; es decir, agradezcamos que no estamos en dictadura y conformémonos.

La primera lectura política que leí fue un libro de Bakunin. Era una fotocopia anillada que me prestó un compañero de colegio anarquista. Creo que estábamos en octavo básico. No recuerdo el título de la obra, pero me impresionó por la manera en que describía las estructuras de poder.

Tengo mala memoria. Olvido rápido los acontecimientos triviales de corto plazo. Por eso, estoy obligada a confiar en mis cercanos. Confío en lo que me dicen, en la manera en que me describen una situación que yo ya no recuerdo nítida. Sin embargo, hay cosas importantes que nunca olvido.

En 2006 entré a la Universidad de Chile. No iba a entrar a ninguna otra. Elegí Geografía después de leer la malla curricular. Vinculaba dos áreas -físicas y humanas- que me parecían interesantes. El territorio es un libro abierto a través del cual se puede hacer una lectura de los acontecimientos.

Yo bailo. Me gusta todo tipo de música. El pop, el rock, la cumbia, la trova, el indie. No tanto el punk y el metal. Entre séptimo y octavo básico escuché mucho a Radiohead. El álbum Kid A es el mejor. Tengo los casetes -sí, los casetes- y fui al concierto, pero no pude ver mucho. Estaba lejos y había gente muy alta alrededor.

Soy agnóstica, pero no tengo nada en contra de las religiones. De hecho, el mensaje del cristianismo coincide en muchos aspectos con los postulados de la izquierda. Pero creo que cuando el Estado potencia instituciones católicas, éstas deberían asegurar cierta pluralidad. Creo que el Estado tiene que resguardar lo que le corresponde, que son instituciones laicas.

Me gustó mucho El Club de la Pelea. Tiene un tema potente de fondo: generar catarsis a través de la violencia y a eso darle una conducción. Provocar un estado de descontento que al final plantea un cuestionamiento sobre la vida cotidiana de la gente que estimule una ruptura.

Desde que asumí en la Fech, me preguntan sobre mi aspecto físico. Dar explicaciones sobre mi propia apariencia es absurdo. Me han preguntado incluso si yo gané por el "voto hormonal". Eso no se lo preguntarían a un hombre. Detrás de esas preguntas hay una lógica, argumentos y razones que pueden llegar a ser muy vulgares.

Admiro al compañero Cristián Cuevas. Creo que es valorable que un tipo como él -a quien se lo podría discriminar por ser comunista, por ser dirigente sindical y por ser homosexual- siga ahí, en el lugar que está, trabajando y luchando.

Evo Morales es un referente para mí. Es humilde, honesto y ha sabido plantear el tema indígena, generar cambios estructurales. Chávez es distinto. Es más figurín. Es un tipo más mediático.

Vivo en La Florida, es mi comuna. Es el lugar donde crecí, pero representa la expansión urbana sin ningún tipo de regulación. En La Florida hay una gran cantidad de fronteras que se superponen. Hay mucha gente que imita formas de vida, que viven ahí aspirando a vivir en otro sitio.

Yo tomo la micro E 07 y luego el metro en la Estación Bellavista para venir al centro.

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