Vivir y morir en el Cerro 18: la historia de la guerra de pandillas en Lo Barnechea

<P>La población del sector oriente de Santiago vive días difíciles. La aparición de armas hechizas entre los integrantes de bandas rivales, las amenazas de vendettas y la serie de crímenes de los últimos años tienen conmocionado al sector. </P>




Bryan (4) y Juan (5) juegan en una de las escaleras que llevan a lo alto del cerro. Visten shorts y poleras desteñidas. No responden preguntas, sólo atinan a dar sus nombres y a apuntar con el dedo el sector donde viven. Desde lo alto de calle Uno Sur, una niña observa cómo los pequeños corren de un lado a otro sin entender el juego. No les puede hablar y menos jugar con ellos.

Los tres manejan ya los códigos de hermandad y violencia que atemorizan a los vecinos honestos de la población Cerro 18, en Lo Barnechea.

La villa fue creada en 1987, con viviendas sociales destinadas a unas 3.000 personas erradicadas desde Puente Alto y el borde del río Mapocho. Hoy es escenario de la violenta pugna que libran dos bandas rivales: "Los chicanos" y los "#ocalbos" (también conocidos como "aucalbos"). En ocho años, la disputa ha cobrado cinco víctimas.

La población Cerro 18, en realidad, no existe: son cuatro villas diferentes que se conocen así porque la única forma de llegar a ellas es por calle Cerro 18, que va a dar a Camino el Rodeo, en Lo Barnechea.

El conjunto cubre una superficie de casi una hectárea y está compuesto por las villas Juan Pablo II, Lomas I, Lomas II y Lomas Blancas. Todas, delimitadas por la pendiente del cerro, dos escaleras de acceso y la circunvalación Uno Sur. Ahí existe la línea imaginaria que divide territorialmente a ambos grupos y lugar preciso donde el pasado sábado cayó muerto de un disparo David Salomón Gutiérrez, alias "El Plancha", ex integrante de los "chicanos". Su asesino: Guillermo Prado, "El Yiyo", un integrante de "los aucalbos". "El Plancha" era hermano de Gabriel Gutiérrez, "El Caricatura", fallecido líder de los chicanos que corrió la misma suerte a fines de 2005 a manos de Eduardo Prado "Guayo", (ver recuadro).

"No me hable de pandillas, ya casi no existen desde que en 2002 se detuvo a casi todos los cabecillas de los 'vatos locos' (la primera pandilla dominante del sector, formada por jóvenes llegados de Puente Alto y Colón Oriente). Esos chiquillos están todos presos o con hijos", explica el sargento (R) Mario Briones, quien dirige la oficina de integración comunitaria instalada por el municipio en la Comisaría de Lo Barnechea.

Briones se jacta de conocer muy bien a todos los jóvenes, que le llaman tío cada vez que lo ven. Guarda como tesoro unas fotografías de los múltiples campeonatos de fútbol que ha organizado "entre los de arriba y los de abajo. Casi todos ahí tienen antecedentes (señala la imagen), pero usted los ve felices, sonriendo juntos".

El ex carabinero dice que son "niños buenos sin oportunidades". Lo mismo piensan en la comisaría. Ahí se apresuran a comentar que las muertes y vendettas "son aisladas".

"No queremos más"

Una visión distinta tiene Bernardita Leyton, de la junta de vecinos Villa Cerro 18: "Si el municipio no se pone las pilas, van a escucharnos. Las personas decentes de allá arriba ya no pueden vivir, hay balazos todos los fines de semana", dice.

Para ella, "el problema es que no hay espacios públicos. Los niños, muchas veces sin padres o con familiares alcohólicos, se quedan sentados en la escalera, hasta que un amigo los invita a 'falopear' (consumir droga). Esto hay que remecerlo y buscar qué hacer", asegura golpeando la mesa.

Según datos de la corporación municipal, en Cerro 18, uno de cada tres niños en período escolar es analfabeto y la edad promedio para el primer embarazo de las jóvenes se ubica entre los 15 y 17 años. Es por esos niños que se teme cuando llega el fin de semana: ahí aparecen las escopetas hechizas, las botellas de alcohol y el odio mutuo.

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