¿Cuál es el riesgo de consumir suplementos vitamínicos?

El peligro está en el consumo sin vigilancia y excesivo, porque agregar dosis a las que ya tenemos en el organismo no es inofensivo. Por el contrario, podría producir intoxicaciones o daños en los órganos. “Una alimentación saludable sería suficiente para tener una buena base de vitaminas”, afirma Maite Rodríguez, académica de la Escuela de Química y Farmacia de la Universidad Andrés Bello.



No hay evidencia estadística de cuántos suplementos vitamínicos consumimos en Chile, pero existe preocupación entre los profesionales de la salud de que un día estemos parecidos a Estados Unidos, donde un 75% de los adultos los toma, según una encuesta IPSOS de 2019.

Guardando las proporciones, no es un tema menor, porque médicos y nutricionistas chilenos sí han visto un uso excesivo e indiscriminado de vitaminas suplementadas en sus pacientes, la mayoría sin una prescripción profesional. ¿Por qué? Porque se tiende a pensar que son inofensivas y que favorecen el bienestar general. Y probablemente no maten a una persona, pero en muchos casos son innecesarias o causantes de molestos efectos secundarios. Hay quienes sí las requieren, por supuesto, pero eso lo determina un médico, con exámenes en mano.

Maite Rodríguez, académica de la Escuela de Química y Farmacia de la Universidad Andrés Bello (UNAB), explica: “Muchas personas no tendrían por qué tomar vitaminas si tienen un correcto funcionamiento de su organismo. Se deberían consumir cuando están en déficit porque a lo mejor su alimentación no es adecuada o porque tiene alguna deficiencia a causa de alguna enfermedad. Si no es así, no es necesario. Una alimentación saludable es suficiente para tener una buena base de vitaminas”.

Concuerda el Dr. Mauricio Salinas, médico broncopulmonar de Clínica Santa María, quien enfatiza que existe una sobrevaloración de parte de la población respecto del uso de vitaminas de distinto tipo y su efecto en el sistema inmunológico. “Esto probablemente se origina porque está bien documentado que los déficits de ciertas vitaminas pueden producir algunas alteraciones en organismos, células o mecanismos de defensa, lo cual incrementa el riesgo de infección. Pero la verdad es que en la sociedad actual la mayor parte de la gente que tiene una dieta balanceada y que no padece de enfermedades específicas que interfieran con la absorción de ciertas vitaminas o de algunos nutrientes, no tiene déficit vitamínico. Por lo tanto, el uso de suplementos no tiene ningún beneficio en particular”.

El problema es que, por escasez de recursos o de tiempo para alimentarse bien, las personas suelen creer que no le están entregando a su organismo los nutrientes indicados y en las dosis correctas, que es mejor que sobre a que falte, que la atención médica es muy cara y que, en cambio, un frasco de cápsulas de vitamina B le ayudará a no sentirse tan estresado y que una buena cantidad de vitamina C le evitará gripes y resfríos.

Y entonces se da pie a los falsos supuestos. Como el relacionado con la vitamina C. “El consumo de esta vitamina en época invernal para prevenir enfermedades respiratorias es una creencia super extendida -dice Bárbara Ángel, profesora del Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos (INTA)-. Si bien la vitamina C es importante para el sistema inmunológico y puede tener beneficios en la prevención de resfríos, no hay una evidencia científica sólida que respalde la idea de que su consumo en una dosis suplementaria prevenga de manera significativa la enfermedad respiratoria”.

Es decir, dinero perdido.

Sofía Cienfuegos, doctora en Nutrición, enfatiza que no se ha visto que la vitamina C logre que las personas se resfríen menos. No previene. Si alguien se topa con el virus, lo va a adquirir de igual forma. Lo que sí se ha concluido, dice, es que en un organismo con un estado adecuado de esta vitamina el resfrío será más leve y corto.

“Podría ser útil para prevenir resfríos solamente en deportistas -agrega la especialista-, porque los deportistas tienden a usar más vitamina C en su cuerpo, ya que es un antioxidante”.

Maite Rodríguez, de la UNAB, refuerza la idea: “La popularidad de la vitamina C se debe a que es un poderoso antioxidante. Previene el estrés oxidativo y ayuda con las alergias y las infecciones. Sin embargo, basta con consumir tres porciones de frutas o vegetales al día para estar cubierto. Brócoli, repollo, tomates y cítricos son ricos en vitamina C”.

¿Cuándo se considera un exceso?

Desde el punto de vista biológico y químico, las vitaminas son micronutrientes que en muy pequeñas concentraciones consiguen un buen funcionamiento del organismo. “Se encargan de procesos que están relacionados con el crecimiento y la reparación de los tejidos, y el desarrollo físico de la persona -describe Maite Rodríguez-. Por eso es super importante suplementarlas a veces en embarazadas y en niños en desarrollo”.

Lo importante es que no sean autorrecetadas, sino prescritas por un profesional de la salud, porque un exceso de vitaminas podría provocar algunas reacciones adversas desagradables, como náuseas o diarrea, e incluso intoxicaciones agudas, dependiendo de la vitamina. “Si se toma mucha vitamina D, por ejemplo, eso puede redundar en una hipercalcemia y en fatiga”, advierte la académica de la UNAB.

En Estados Unidos las vitaminas y los suplementos conforman una industria de billones de dólares. Y eso se replica en todas partes del mundo. “A las personas les da cada día más curiosidad saber qué las puede ayudar a estar sanas, con más energía y protegidas -indica la Dra. Cienfuegos-. Muchos piensan que nuestros suelos están deficientes y que, por lo tanto, ellos también. Entonces, está la noción de ‘no sé si estoy suficiente de todas las cosas que necesito, mejor voy a tomar para prevenir’, porque, además, está la idea de que los suplementos son naturales, como que no pasa nada, como que no hay ningún riesgo. Y eso es un poquito peligroso. No son totalmente seguros, no son totalmente naturales ni inocuos, como mucha gente cree”.

El consumidor, agrega, sólo está consciente del nivel que necesita para estar bien. Si se pasa hacia arriba, cree que no hay problema. Ignora que existen niveles tóxicos.

“La vitamina D en exceso puede ser bastante peligrosa -añade-. La vitamina C también llega a serlo en grandes dosis, porque puede aumentar el riesgo de cálculos renales o generar diarrea. La vitamina B6 también puede ser tóxica en niveles altos, lo mismo que la A, que es hepatotóxica. Por eso es muy importante que los suplementos, sobre todo de vitaminas y de minerales, sean sólo para las personas que realmente los necesitan y en las dosis adecuadas”.

El consumo de vitamina D

Del complejo B también se abusa, en circunstancias de que la vitamina B12 -la más conocida de las ocho del grupo- está en los pescados, huevos, leche y carne. Al igual que la vitamina C, es una vitamina hidrosoluble, lo que quiere decir que es soluble en agua y se elimina rápidamente por la orina. ¿Quiénes realmente deberían suplementarla? Los vegetarianos y los veganos, para evitar anemia. Un déficit severo puede tener como consecuencia, además, síntomas neurológicos, alteraciones mentales y calambres.

La tercera vitamina ultraconocida en Chile es la D. Pertenece a las liposolubles -se disuelven en grasa- junto a la A, la E y la K, y éstas son más riesgosas si se ingieren de más o si se está tomando varias de este grupo al mismo tiempo. “Pueden generar un efecto sumatorio y producir efectos en el riñón”, asevera Bárbara Ángel, del INTA.

El problema es que hay una deficiencia de esta vitamina a nivel mundial y, en efecto, la población requiere suplementarse. Sin embargo, como ocurre con las demás, es recomendable hacerlo con una receta médica, luego de una medición.

Después de los 70 años, el déficit de vitamina D es más notorio y preocupante. “La D es una de las pocas vitaminas que podemos sintetizar en nuestro cuerpo. Todo el resto lo tenemos que obtener de la dieta externa -explica la profesional del INTA-. El 90% de la producción de vitamina D se logra mediante la exposición directa de los rayos del sol en nuestra piel. En las personas mayores esa producción baja aproximadamente en un 50%”.

¿Cómo sintetizarla? Con 15 a 20 minutos diarios de exposición en un 30% del cuerpo, que pueden ser rostro, manos y brazos, en la mañana y hasta las 16 horas, sin protector solar y sin sombrero. Por supuesto, de manera moderada, porque los baños de sol ya no están recomendados.

Entonces surge un eterno conflicto con lo que recomiendan los dermatólogos. El Dr. Mauricio Rivas, dermatólogo de Clínica Valle Norte, señala que, efectivamente, muchas personas necesitan ser suplementadas con vitamina D por el hábito de cuidarse del sol. “Es casi una cultura que gracias a los dermatólogos se ha inculcado a la población. Por lo tanto, aunque las personas vivan en zonas soleadas, pueden llegar a tener un importante déficit de esta vitamina. Por eso es de la que más nos preocupamos de suplementar los dermatólogos”.

Cuando falta, se nota. Su deficiencia, precisa Sofía Cienfuegos, afecta muchos órganos. “Lo más estudiado es la relación que tiene esta vitamina con la calcificación de los huesos. Es esencial para mantener la cantidad de calcio estable en la sangre, para que los huesos se puedan calcificar y mineralizar -detalla-. Pero la vitamina D tiene miles de otras funciones. Se han encontrado receptores de ella en casi todos los órganos y las células del cuerpo. Es muy importante para el estado de ánimo, está asociada con la depresión también y es fundamental para dar rutas metabólicas”.

Durante la pasada pandemia, acota, se vio que los enfermos más graves por el coronavirus estaban deficientes de vitamina D, y entonces se hizo el link entre ésta y el sistema inmunológico.

Desafortunadamente, no todas las vitaminas o minerales se pueden medir ni todas las mediciones son seguras. Hay algunas que indican niveles normales, porque así están la sangre, pero no informan qué pasa en otros órganos. Una mirada a lo que se come y lo que se deja de comer es el mejor consejo. “Así una puede inferir -puntualiza Sofía Cienfuegos-. Analizar la historia nutricional de los alimentos que el paciente consume es una manera muy útil de determinar las deficiencias”.

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