Renault Kwid: cumplidor con las necesidades del día a día

Tras hacerse esperar más de la cuenta, Renault trajo a Chile el Kwid, su exitosa fórmula para Sudamérica que ahora también busca hacerse espacio en el mercado local. Estos son los puntos altos y bajos de la nueva arma del rombo para darle batalla al Suzuki S-Presso, ya encaramado en el Top 10.




La moda de los SUV, todo lo puede. Consolidado como el segmento de mayor participación en Chile por dos años, ahora resulta que los citycars también buscan asemejarse a ellos. Renault es la última en sumarse a esta creciente pelea en el país y lo hace de mano del Kwid, un modelo Mercosur que sale a captar a ese público, quizá con menos presupuesto, pero igualmente devoto de los familiares. A veces parecer resulta más importante que realmente ser…

En materia de aspecto, el Renault Kwid saca lustre precisamente a esa citada estampa en la línea más de un SUV que de un auto del segmento A. Y ello se palpa de inmediato con una distancia al suelo estirada (180 mm) y una serie de defensas plásticas en los pasos de rueda, en los parachoques y en las zonas laterales bajas, además de las cubiertas negras de los espejos y de vistosas barras de techo longitudinales, que, dicho sea de paso, son apenas de utilería. Más de la dicotomía parecer/ser… Finalmente, las llantas negras brillantes sellan un conjunto que, sinceramente, genera simpatía. Este Renault Kwid es ‘monono’ por fuera y más agraciado que su principal rival venido de India.

Por dentro la historia es la siguiente. El Kwid tiene una posición de manejo elevada y no hay manera de modificarla, porque ni el asiento ni el volante son ajustables en altura. Suerte para los bajos, no tanto para los de estatura media y alta. En la materialidad, como resulta predecible, el Renault más chico en el país es limitado: predominan texturas duras en el tablero y los paneles de las puertas. Eso sí, la sensación es de que todo parece estar entramado con firmeza y la mezcla de tonos cobre y negro por todo el habitáculo, entrega sensación de más sofisticación de la que realmente se esperaría en un vehículo de este valor. Los asientos delanteros llevan en el respaldo la leyenda ‘OUTSIDER’.

El equipamiento es algo mezquino en general y se cae en cuestiones básicas. Por ejemplo, el Kwid carece de mandos al volante, de espejos en las sombrillas y de alzavidrios eléctricos traseros (además los botones delanteros están en el tablero). Lo de la falta de mandos se empeora porque la pantalla central táctil de 7″ -compatible y fácilmente enlazable con iPhone- no tiene una perilla, sino solo dos botones para controlar el volumen. Tampoco hay un reposapiés al lado del pedal de embrague, lo que incomoda conducir sobre todo en carretera. Extrañamente el portalón no tiene un botón para abrirlo desde fuera. No hay luces intermitentes de trocha ni tampoco en los espejos. Sí me llamó gratamente la atención el gran espacio de una guantera con mucho fondo.

Respecto de la habitabilidad, el Kwid paga caro su excesiva delgadez (1.752 mm con espejos y 1.586 sin espejos). Si bien por catálogo se señala que es un auto para cinco ocupantes, en la realidad es prácticamente imposible que atrás viajen tres personas, ni siquiera si fueran niños (en el entendido que deberían ir con sillas y el auto tiene para fijar solo dos sistemas de retención infantil).

Una vez en movimiento, el Renault Kwid se muestra muy aplicado en la ciudad. Tiene movimientos ágiles, gracias a un motor (1.0 litros de tres cilindros) que responde bien en baja, apoyado en una caja de cinco marchas de relaciones cortas: probado en autopista, la quinta ‘la pide’ pasados apenas los 60 km/h. La suspensión, enfocada en el confort, copia bien las irregularidades, mientras que la dirección no da sorpresas inesperadas.

El Kwid integra cuatro airbags de serie.

En la carretera es donde el Kwid tropieza con sus mayores falencias. Es un vehículo en líneas generales de poco aplomo (a todas luces por su despeje al piso), lo que mezclado con la carencia de un elemento de seguridad tan elemental como el control de estabilidad (o ESP), se traduce en una sensación constante de ir un poco flotando. A velocidad de carretera o autopista, es un hecho que cualquier maniobra de esquiva terminaría muy mal.

Otro punto desagradable, es que a 120 km/h -con el tacómetro clavado en las 4.000 rpm- el ruido del viento y del mismo bloque tricilíndrico hacen que la música quede relegada a segundo plano, aun cuando se le dé el máximo en la pantalla.

Me parece que el Renault Kwid es un producto que está por encima de sus rivales directos, porque se percibe como un auto de mejor calidad constructiva. Asimismo, asoma como una alternativa más que interesante para alguien que busque una solución ‘rendidora’ para los desplazamientos en ciudad: ese es evidentemente su hábitat. Finalmente, y más allá de los gustos o valoraciones propias, lo que asoma como hecho imperdonable, es que esta nueva variante de acceso de la marca del rombo se ofrezca en 2021 sin el sistema ESP.

Ficha técnicaRenault Kwid Outsider
Motor1.0 litros de tres cilindros
Norma emisionesEuro 5
Potencia66 caballos
Torque91 Nm a 2.850 rpm
CajaMT5
Tracciónsimple delantera
Largo3.680 mm
Ancho1.752 mm
Alto1.474 mm
Dist. entre ejes2.423 mm
Maletero290 litros
Pantallatáctil de 7″
Ruedas165/70 R14
Airbags4 (2 frontales y 2 laterales)
Seguridad3 estrellas (Latin NCAP)
OrigenBrasil
Precio versión testeada$ 8.990.000

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