El régimen de Ortega amplía ofensiva contra la Iglesia y cierra la Compañía de Jesús en Nicaragua

Daniel Ortega durante una cumbre del ALBA en Cuba. Foto: Reuters

Con esta decisión, el Estado no solo disuelve la congregación, sino que confisca todos sus bienes, en medio de una escalada de conflictos con la Iglesia Católica, que incluyó ataques a universidades.


Entre el régimen de Daniel Ortega y la Iglesia Católica, desde hace tiempo, la relación está en sus peores momentos: el Estado nicaragüense ha expulsado y encarcelado a sacerdotes, ha prohibido actividades religiosas y ha suspendido relaciones diplomáticas con el Vaticano.

Ahora, el gobierno fue aún más lejos, con la disolución de la personería jurídica de la Asociación Compañía de Jesús de Nicaragua. Con eso, el Estado confiscará todos los bienes de los jesuitas. El régimen señala que la compañía no habría reportado estados financieros entre los años 2020, 2021 y 2022.

La decisión ocurre una semana después de la confiscación de la Universidad Centroamericana, que los jesuitas administraban hace más de 60 años. Con la decisión de este miércoles, el gobierno también se apodera de dos colegios privados.

El Papa Francisco, que forma parte de los jesuitas, ya se había referido en entrevista con Infobae al gobierno de Ortega, calificándolo como una “dictadura grosera”, y apuntando a un “desequilibrio de la persona que dirige” el país.

Estudiantes caminando cerca de la jesuita Universidad Centroamericana, en Managua. Foto: Reuters

La disolución de la compañía, que se registró en 1995 en el país, fue aprobada por la ministra de Gobernación María Amelia Coronel, según indicó el Diario Oficial La Gaceta. El “acuerdo ministerial” que ordena el cierre de la compañía acusa “incumplimiento de las leyes” y una junta directiva vencida desde 2020.

Al respecto, Eduardo Silva S.J., rector de la Universidad Alberto Hurtado y miembro del Consejo directivo de la Asociación de Universidades jesuitas de América Latina, dijo a La Tercera: “El despojo de la personalidad jurídica de la Compañía de Jesús en Nicaragua, con la consecuente confiscación de todos sus bienes, es la última estocada dentro de las acciones concertadas del régimen de Ortega-Murillo en contra de sus opositores, sean líderes políticos, miembros de la sociedad civil y cualquier persona que pueda socavar su poder, frenar los atropellos y defender la dignidad humana.

“¿Por qué la Compañía de Jesús?”, se preguntó Silva. Él mismo explica la razón de esta ofensiva del régimen de Ortega. “Sin duda la Compañía de Jesús ha sido muy activa en Centroamérica en la defensa de la dignidad humana. Ha levantado la voz por las injusticias, por el medio ambiente, por los derechos humanos. Ha sido una voz valiente, coherente y creíble. Y como parte de la Iglesia Católica no es de extrañar esta medida cuando el mismo arzobispo de Managua ha sido condenado a 26 años de prisión al negarse a abandonar Nicaragua para estar junto a su pueblo”, señaló.

“Al analizar esta acción, no se puede perder de vista las 26 universidades previamente cerradas, siendo la UCA la número 27 y el ataque masivo contra cientos de ONG eliminadas. Estamos frente a una dictadura que se vuelve cada día más totalitaria y que no reconoce límite alguno en su afán de hacerse del poder total”, agregó.

En efecto, el hecho ocurre una semana después de que un tribunal nicaragüense, también controlado por el oficialismo, congelara las cuentas bancarias e inmovilizara las propiedades de la Universidad Centroamericana (UCA), acusándola de “delitos de terrorismo”.

Después de conocer la decisión del régimen sandinista, el sacerdote José María Tojeira comentó a El País de España: “Las dictaduras odian siempre que la inteligencia crítica, racional y humanista sea llevada a cabo desde el pensamiento cristiano o desde el pensamiento laico. El impacto es sin lugar a dudas de un fuerte deterioro y empobrecimiento cultural”.

Una mujer saliendo de la UCA en Managua. Foto: Reuters

El jesuita destacó la importancia del centro de estudios: “El mejor archivo histórico de Nicaragua está en la UCA. Si se consumara el robo de las propiedades de la UCA, estos ignorantes del gobierno entrarían en el archivo como tacuazín (zarigüeya) en gallinero”.

Por su parte, un grupo de exministros de Educación latinoamericanos, entre los que figuran el expresidente Ricardo Lagos, Mariana Alwyin, Sergio Bitar, Joaquín Lavín, Raúl Figueroa y Adriana Delpiano, condenó el ataque a la UCA: “El miércoles 16 de agosto pasado, en Managua, Nicaragua, el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo confiscó los bienes y cuentas bancarias de la Universidad Centroamericana, bajo acusaciones inventadas de ‘terrorismo’. Esta institución educativa, que ha sido históricamente un pilar de la libertad académica y de expresión, representa hoy uno de los últimos bastiones de libertad de pensamiento en el país”, comienza la carta de los exministros.

“La Universidad Centroamericana (UCA) tiene el honor de ser la primera universidad privada fundada en Centroamérica. Establecida el 23 de julio de 1960 en Nicaragua por la Compañía de Jesús, esta universidad sin fines de lucro, autónoma y de inspiración cristiana ha servido públicamente a la sociedad. Mediante esta declaración, expresamos nuestra profunda preocupación ante la palpable situación de impunidad con la que el régimen nicaragüense actúa en contra de estudiantes y jóvenes del país”, afirma el texto.

Trabajadores pasan por fuera de la Universidad Centroamericana. Foto: Reuters

Arturo Sosa Abascal, superior general de los jesuitas, criticó la decisión desde Roma: “Un juicio justo -con una justicia imparcial- sacaría a la luz la verdad de toda la trama que el gobierno ha venido ejecutando, desde las protestas juveniles del 2018 contra la UCA, contra otras muchas obras de la Iglesia Católica y con miles de instituciones de la sociedad civil, con el fin de asfixiarlas, cerrarlas o apropiárselas”.

Desde la Red Latinoamericana de Jóvenes por la Democracia (Juventud LAC), la directora ejecutiva Camila González también criticó el ataque a la UCA. “Defender el derecho a la educación es un compromiso democrático esencial. No podemos ignorar una situación en nuestra región que amenaza el futuro de miles de jóvenes, limitados por regímenes autoritarios que restringen su derecho a la educación y la libre expresión”, indicó.

Según Silva, dentro de la rebelión de los estudiantes el 2018 contra el régimen de Ortega y de la brutal represión de que fueron objeto, “efectivamente los estudiantes de la UCA de Managua tuvieron un rol activo”. “Nuevamente no es de extrañar pues se han formado en la tradición educativa de la Compañía de Jesús donde promovemos el pensamiento crítico, la dignidad humana y la libertad, la justicia social y la democracia como pilares de una sociedad decente. Estudiantes así formados cuando han visto a su país sumirse en una cruel dictadura han levantado la voz”, señaló.

“Lo hicieron en Nicaragua contra la dictadura familiar de 40 años de Somoza y lucharon por alcanzar la democracia y lo hacen hoy denunciando a un régimen corrupto, violento y que está violando sistemáticamente los derechos humanos”, concluyó el miembro del Consejo directivo de la Asociación de Universidades jesuitas de América Latina.

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