La pugna que desata el alcohol en las comunas

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El bien común, el derecho a la diversión y la libertad de trabajo están en conflicto en La Florida por la ordenanza, que comienza en pocas horas y que regula el horario de venta de bebidas alcohólicas en botillerías y discotheques.




En pie de guerra están los dueños de discotheques y botillerías de la comuna de La Florida ante la inminente entrada en vigencia de una nueva ordenanza municipal que restringirá el horario de la venta de alcohol a partir de este martes 1 de agosto.

Y si bien ya hubo protestas frente a la sede comunal y dos recursos de protección declarados admisibles que buscan frenar esta determinación, para el día de su puesta en marcha los locatarios de esa zona anuncian que tomarán medidas de fuerza mayor, como cortar el tránsito en la intersección de avenida Vicuña Mackenna con avenida Américo Vespucio.

La polémica revive aquella surgida entre la ex alcaldesa Josefa Errázuriz y los locatarios de Providencia en 2014, quienes finalmente lograron su objetivo y se determinó flexibilizar la restricción horaria que se quiso imponer en un inicio y cuyo objetivo era mejorar la tranquilidad de los vecinos. La presión mediática fue intensa, con la amenaza de un aumento en la cesantía y el deterioro económico de los afectados.

En La Florida, sin embargo, donde los botilleros son más de 200 -muchos más que en Providencia- se suma otro elemento: el control de la delincuencia que esgrime el alcalde Rodolfo Carter como principal razón para acortar el horario en que la gente puede comprar alcohol. Su idea: disminuir el número de gente ebria en las calles durante la madrugada y, con ello, bajar los delitos y accidentes.

"Carter trata de hacer una relación entre el alcohol y la delincuencia; si fuera tan así, dejemos de vender alcohol en todo Chile y veamos si baja", ironiza Fernando Bórquez, presidente de la Asociación de Empresarios Nocturnos de Chile (Anetur). Bórquez, al igual que en Providencia en 2014, lidera la oposición a la restricción horaria de Carter, aprobada con el voto unánime del concejo.

La polémica norma

Esta nueva ordenanza impone un nuevo horario para la venta, que en el caso de las botillerías, de domingo a miércoles, termina a la medianoche, y de jueves a sábado a la 1.00. En el caso de las discotheques, es de 1.00 y 3.00, respectivamente. Terminado el período, los locales podrán seguir funcionando hasta la hora de cierre habitual.

Por ejemplo, en el caso de las discotheques, los sábados tienen que dejar de vender a las 3.00, pero podrán seguir funcionando hasta las 5.00. Lo mismo en el caso de las botillerías, que pierden una hora de venta durante la semana y dos horas el fin de semana.

"Si alguien llega a una discotheque a la 1.30 y le dejan de vender trago a las 2.30 para que a las 3.00 ya no haya nadie tomando, obvio que se van a ir a otro lado. No valdrá la pena ir por una hora, ni será rentable. Y las botillerías, ¿qué van a vender después de la 1.00, hielo?", reclama Bórquez.

Para el alcalde Carter, la restricción se hizo necesaria porque el gremio nocturno se ha negado a la autorregulación. "Tenemos gente muerta, personas atropelladas todos los días. En los últimos seis meses hemos tenido más de 400 delitos graves asociados a estos lugares, claramente vinculados al consumo descontrolado de alcohol. Creemos que en una sociedad libre debe convivir el derecho a la diversión, el derecho a hacer un buen negocio, pero también el derecho de los ciudadanos a vivir en barrios tranquilos", argumenta.

"En el caso de las botillerías, la gente tendrá que comprar hasta las 12 o la 1 de la mañana, es totalmente razonable. Y en el caso de las discotheques, no las estamos cerrando. Lo que les decimos es que vendan hasta las 3.00 y que después la gente siga bailando, consumiendo comida, pero no nos entreguen a la calle a cientos y tal vez miles de personas en estado de embriaguez, que es un riesgo para ellos y para todos", puntualiza.

Los otros casos

Ante la supuesta ilegalidad de la medida que señalan los comerciantes, Rodrigo Barrientos, asesor jurídico de la Asociación Chilena de Municipalidades (AChM), explica que es la propia Ley de Alcoholes la que faculta específicamente a los municipios para restringir el horario de venta y establecer las zonas donde aplicarla.

"Es voluntad del alcalde, con la aprobación del concejo, establecer estas ordenanzas según lo estimen conveniente. Carter no está haciendo nada fuera de la ley, como dicen los locatarios", señala Barrientos.

El alcalde de Rancagua, Eduardo Soto, además presidente (s) de la Asociación de Municipalidades de Chile (Amuch), también defiende la legitimidad de crear estas medidas, pese a que la mayoría de las comunas en Chile se rigen por el horario estándar de la Ley de Alcoholes.

"Como municipios contamos con esta herramienta, que se aplica poco porque afecta intereses particulares, pero comparto la idea de que tenemos que velar por el interés general sobre el particular. En ese sentido, cada comuna es distinta, y también en su interior, ya que no es el mismo impacto que tiene una botillería en un pasaje que en un barrio comercial", señala Soto.

En su comuna, Rancagua, por el alto número de reclamos de vecinos, también se analiza acortar el horario. "Algunos se ponen a 'machetear' (pedir dinero) en las plazas para seguir comprando y otros usan como baños los frontis de las casas", cuenta.

¿Qué ocurre en las playas?

En Rapa Nui, comuna turística por excelencia, también decidieron restringir la venta de bebidas alcohólicas mediante una ordenanza que estaría vigente a fines de este año o principios de 2018. También el objetivo es la protección de los vecinos.

"En el último cabildo, por primera vez en seis periodos que llevo de alcalde, la comunidad manifestó la necesidad de regular los horarios y días de venta de alcohol. Es mucho el auge que está teniendo la isla, pero también hay que cuidarla y no perder la tranquilidad que la caracteriza", dice el alcalde Pedro Edmuns.

En comunas costeras como Zapallar, ubicada en la Región de Valparaíso, se creó una medida para limitar durante el verano la venta de alcohol, a solicitud de los vecinos y como una forma de frenar el consumo entre los jóvenes que extendían el "carrete playero" hasta las 8 de la mañana.

Actualmente, esta medida decretada por el municipio está vigente desde el 5 de diciembre de 2016, último día del mandato del antiguo alcalde Federico Ringeling. "La gente ha valorado positivamente este hecho, porque hay bastante carrete, pero hasta una hora más limitada", dice.

En Cartagena, también en el litoral central, si bien no existe una ordenanza así, se optó en 2003 por una vía más extrema: simplemente la no renovación de las patentes de alcoholes en los locales nocturnos, a raíz de los constantes disturbios y riñas que colmaron la paciencia de los vecinos.

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