Ampliar las fronteras de los educadores

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Por Verónica Cabezas, Núcleo Milenio en Desarrollo Social, Facultad de Educación UC, Elige Educar; y Natalia Rojas, Núcleo Milenio Educación Superior

En Chile, la desigualdad y sus efectos en la mayoría -si no en todas- las dimensiones de la vida de las personas son tema de debate permanente, pero el acceso desigual que tienen estudiantes de diferentes sectores del país a una educación de calidad ha recibido poca atención. Lo que ocurre es que los docentes y educadores con mejor formación se emplean, principalmente, en colegios privados y en zonas urbanas.

El nivel socioeconómico de educadores y docentes y el tipo de colegio donde estudiaron su educación media tienen una alta relación tanto con el tipo de establecimiento en el que encuentran su primer trabajo como con sus decisiones laborales futuras. El análisis de datos sobre primer empleo de educadoras y docentes que ingresan a trabajar en colegios, revela que quienes estudiaron en un colegio particular pagado tienen cinco veces más probabilidades de trabajar en un establecimiento de ese tipo y no en uno municipal. Esto se traduce en que estudiantes de colegios y jardines públicos acceden a profesores con menos herramientas y formación de menor calidad.

Si bien se han hecho esfuerzos y desarrollado incentivos para atraer docentes de mejor formación a establecimientos más vulnerables (por ejemplo, retribuir la beca vocación de profesor en un colegio subvencionado), aún existen barreras para que estudiantes de pedagogía conozcan y opten por contextos laborales diferentes. En un estudio donde hicimos seguimiento a docentes recién egresados, el 65% declaró haber usado sus redes universitarias para encontrar su primer trabajo: contactos establecidos en las prácticas profesionales, compañeros de universidad, ferias laborales, o emails de anuncios de trabajo. Este hecho refleja que la práctica profesional, además de ser clave en su formación docente, es una herramienta útil, porque puede influir en la elección de trabajo y muchas veces permite a los futuros profesionales conocer contextos distintos a su experiencia estudiantil.

Es indispensable que las instituciones de educación superior diversifiquen los lugares de práctica profesional y potencien aquellas en sectores vulnerables; también que los colegios y jardines que reciben practicantes, les apoyen constantemente con un docente guía que oriente y gestione el proceso. En esa línea, sería aconsejable avanzar en un mayor reconocimiento a los educadores y profesores que acompañan en la escuela a sus pares en formación, pues su rol es fundamental.

La evidencia indica que cuando la práctica es una buena experiencia, supervisada y acompañada, se promueven y desarrollan estereotipos positivos que visibilizan y abren nuevas opciones laborales para los futuros docentes y educadores y, en consecuencia, les incentivan a buscar trabajo en sectores de mayor vulnerabilidad.

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