De Bach a las bacterias

Gente
Andres Perez/ La Tercera


El filósofo Daniel Dennett en su libro "De las bacterias a Bach" defiende la tesis que la selección natural en base a genes culturales ha desempeñado un rol esencial en la evolución de la mente humana. Aplicando la "inversión de Darwin", esto es, cuestionando el diseño inteligente de la vida, postula que lo vivo puede proceder de algo no vivo, y lo consciente de algo no consciente. De ahí el sugestivo título de su obra y de ahí que el ser humano siga siendo único, alcanzando evolutivamente un nivel de comprensión que supera al de cualquier otra especie.

Sin embargo, nuestro país parece desafiar a Dennett. El desarrollo de nuestra conciencia nacional lejos de seguir este camino evolutivo, parece querer desandarlo. La política de trinchera y el obstruccionismo se han tomado la agenda legislativa. Nuestra supuesta fortaleza institucional hoy es cuestionada. Parecemos comportarnos como bacterias inconscientes, agrupadas azarosamente y colisionando unas con otras. Somos avatares anónimos en redes sociales en las que nuestra identidad está precedida de una potente "@" y armados de ella confrontamos coléricamente a quien postule una idea o apoye un argumento con el que no coincidimos. De allí que baste una mera denuncia anónima en Facebook para destruir a un postulante a presidir la FEUC u otra similar para descarrilar la elección del Presidente de la Cámara de Diputados. Basta la decisión de formalizar en el marco de un proceso penal para destruir el principio de presunción de inocencia. Y por cierto basta una decisión judicial contraria a nuestro personal prejuzgamiento, para que nos movilicemos en las mismas redes sociales cuestionando a nuestros jueces. Es más fácil leer los fallos a la luz de nuestras odiosidades y bajo eslóganes de ricos versus pobres, poderosos versus débiles, que bajo el prisma objetivo del derecho.

Se ha impuesto el terror subyugante de lo políticamente correcto. Día a día escuchamos la voz de modernos inquisidores que quieren convertir nuestro país en un seminario de moralidad, silenciando a la ciudadanía ante la falta de liderazgos que los confronten. Ante la impericia o cobardía de quienes tienen la responsabilidad de liderar, impera la lógica de la servidumbre irreflexiva. La ley sobre imprescriptibilidad retroactiva en los delitos sexuales contra menores de edad es una viva demostración de ello.

Ciertamente hemos involucionado. Estamos abandonando el repertorio de las habilidades humanas que formaron grandes mentes como la de Bach, y retomando el mundo de la competencia sin comprensión propio de las bacterias. Sin embargo, en palabras de Stefan Zweig, no hay nada que tenga un valor más convincente sobre un pueblo que el valor personal de sus dirigentes. Es tiempo que estos así lo demuestren.

Comenta

Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.