Columna de Ignacio Illanes: “Al maestro, con cariño”

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Santiago - Region Metropolitana - Chile - Juan Farias


Así se titula una famosa película de Sidney Poitiers, sobre un profesor en una escuela marginal de Londres, en la que un grupo de estudiantes bastante ingobernables, terminan aceptando las exigencias llenas de respeto y cariño de un profesor recién llegado. Como este, hay muchos relatos sobre educación en el cine y la literatura: Goodbye Mr. Chips, Los Coristas, Escritores de la Libertad, La Sociedad de los Poetas Muertos, entre otros. En todas se destaca la figura de algún profesor que logra ese vínculo especial con sus alumnos y que, en cierta manera, altera sus perspectivas de la vida, muchas veces cargadas de malas experiencias y desesperanza. “Nadie escucha a los adolescentes. Todo el mundo piensa que deberías ser feliz solo porque eres joven. No ven las guerras que peleamos todos los días”, le dice una alumna a Ms. Gruwell en “Escritores de la Libertad”. A algunos jóvenes les cuesta entender el sentido de ir al colegio: “Ya no es suficiente educarnos, Sra. Walters. Tiene que decirnos por qué lo está haciendo” (Una Educación). Tal vez Mr. Keating, de “La Sociedad de los Poetas Muertos”, le respondería que “no leemos ni escribimos poesía porque es lindo. Leemos y escribimos poesía porque somos miembros de la raza humana”.

Aunque raramente se destaca, muchas escenas parecidas ocurren a diario en miles de colegios. Y en ese espacio lleno de humanidad, crecimiento, dudas y temores, están los profesores. La vuelta a la presencialidad escolar ha sido difícil, incluyendo graves rezagos en los aprendizajes, problemas socioemocionales e innumerables conflictos de convivencia. Y al medio de todo ello, están los profesores. Desde la Escuela Internado de Visviri al Liceo Donald Mc Intyre de Puerto Williams; en escuelas costeras e internados escondidos en la cordillera; en colegios con miles de alumnos o pequeñas escuelas multigrado. Ustedes, profesores, han estado al centro de ese esperado pero difícil retorno. Han orientado en situaciones complejas, han mediado en conflictos estudiantiles, han contenido las preocupaciones de padres y apoderados. Han trabajado más allá del horario, corrigiendo tareas y pruebas, preparando clases y otras actividades. Lo han hecho con cariño, con entrega, porque “no hay quién pare a un profesor cuando se empeña en hacer una cosa. Van y lo hacen” (El Guardián entre el Centeno). Ustedes, profesores, están a diario junto a 3 millones y medio de estudiantes, para enseñarles sobre nuestra historia y geografía; para descubrirles el mundo de las ciencias, el arte y las humanidades. Han reído y llorado con ellos, han contado historias y bailado cueca junto a sus alumnos. Han organizado ferias, fiestas, jornadas, viajes de estudio. Han llevado a sus estudiantes a museos, plazas, zoológicos o lo que tuvieran a su alcance para mostrarles el mundo, para abrirles el mundo. Para inspirarlos, para hacerlos soñar, para que “hagan de su vida algo extraordinario” (Mr. Keating). Les han mostrado un modo de vida generoso y con todo eso les han enseñado a vivir.

En el espacio educativo se tejen vínculos únicos. “¿Usted tiene hijos?”, le preguntan al profesor de Los Coristas. “No. Bueno, sí, tengo 60″, responde el profesor Mathieu. Son vínculos duraderos, que merecen ser reconocidos y celebrados. “Nunca los olvidaré - le dice Mr. Chips a sus exalumnos - Tengo miles de caras en mi mente, las caras de niños. Te recuerdo tal como eres ahora. Ese es el punto. En mi mente nunca creces. Nunca”. Por todo eso y lo que no alcanzamos a incluir en una breve columna, en el Día del Profesor este saludo va para ustedes: a los profesores, con cariño.

Por Ignacio Illanes Decano Facultad de Educación Universidad de los Andes

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