Columna de Juan Pablo Escudero: Inundaciones en Chile. Propuestas para prevenir la crisis

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Por enésima vez, los chilenos volvemos a enfrentarnos a inundaciones catastróficas. Aunque la atención se centre en la gestión de la crisis, el problema no es la oportunidad ni la calidad de la respuesta, sino la ineficiencia de nuestro sistema institucional y la falta de medidas preventivas que limiten eficazmente la exposición al riesgo.

Las inundaciones son un problema global y aun cuando existen diferencias económicas, geográficas y sociales, estos eventos reúnen características comunes que hacen recomendable analizar y evaluar la experiencia comparada. En este sentido, propongo discutir la pertinencia de incorporar algunas medidas relevantes que se han adoptado a nivel internacional y que van más allá de solo construir infraestructura.

La primera es la implementación de un programa nacional de seguros contra inundaciones. En Estados Unidos, la Agencia Federal de Emergencias confecciona periódicamente mapas hidrológicos en los que se determinan las áreas inundables. Solo en ciertas zonas de dichas áreas se permite construir, y en ese caso, es necesario contar con un seguro contra inundaciones. Esta alternativa es imperfecta porque permite construcciones en zonas riesgosas y requiere el pago de primas de seguro costosas. Sin embargo, es una medida que asume la realidad de que hay edificaciones en zonas inundables, que los planes reguladores pueden tardar décadas en modificarse, y de que estamos en un escenario climático cada vez más impredecible. Además, permite que los afectados por la catástrofe puedan mitigar los daños materiales sufridos.

Asimismo, se debe analizar cómo incorporar la variable de adaptación al cambio climático en el diseño de las obras destinadas al manejo de inundaciones tales como diques, canalizaciones o represas. En EE.UU., este tipo de infraestructura solo puede ser aprobada si es que se ha evaluado exhaustivamente el comportamiento de la misma frente a la variación climática. Si dichas obras no tienen en cuenta esta variabilidad, serán rechazadas, aun cuando sean la alternativa más económicamente conveniente. Si bien nuestro Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental incorpora tímidamente la variable climática, se requiere ir más allá, estableciendo como requisito mínimo que las obras de infraestructura hidráulica estén diseñadas para hacer frente a fenómenos climáticos impredecibles e intensos.

Finalmente, es imprescindible contar con mapas hidrológicos integrados a nivel de cuencas, con datos actualizados y confiables. Este es un tema de crucial importancia en países como Francia, Canadá, Estados Unidos y Países Bajos. Contar con información hidrológica confiable es la base para un ordenamiento territorial seguro y la adopción de medidas adecuadas. Además, este insumo es el primer paso para la implementación de un programa serio y permanente de comunicación y preparación sobre riesgo de inundaciones.

Paralelamente, hay que avanzar en una modernización institucional y regulatoria. Existe relativo consenso en que se deben revisar las normas planificación territorial con el fin de flexibilizar y agilizar el proceso de modificación de planes reguladores, especialmente en zonas de riesgo, y prohibir o limitar fuertemente la construcción en estas zonas, tanto a nivel rural como urbano. A nivel institucional, urge contar con una estructura administrativa y regulatoria que permita un manejo integral, jerarquizado y coordinado de riesgo de inundaciones, disminuyendo el traslape de atribuciones y la competencia entre normas que llevan a la descoordinación o inacción estatal. Se han propuesto varias soluciones, como la creación de una subsecretaría del Agua, entre otras, pero la falta sentido de urgencia, voluntad y consistencia política han impedido discutir su mérito y pertinencia seriamente.

La gravedad de la situación y a la incertidumbre generada por el cambio climático exigen que, de una vez por todas, discutamos con apertura de mente, medidas concretas que permitan disminuir la exposición al riesgo de inundaciones y prevenir sus consecuencias. No debemos contentarnos con reparar los daños para después sorprendernos, como todos los inviernos, con una nueva inundación que, como sabemos, vendrá.

Por Juan Pablo Escudero, colaborador asociado de Horizontal; abogado en Emmett Institute on Climate Change and the Environment, UCLA Law

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