Columna de María Elena Santibáñez: Una nueva (y última) oportunidad para el Ministerio Público



Hoy se deciden los nombres de la quina desde donde saldrá la persona que será designada como fiscal nacional del Ministerio Público durante los próximos ocho años, previa propuesta del Ejecutivo ratificada por el Senado. Esta elección se produce en medio de un clima generalizado de desconfianza sobre la labor realizada por la institución durante el último tiempo, motivada por una sensación de que la inmensa mayoría de los delitos no reciben una respuesta satisfactoria de parte del sistema penal, y de que existen indignantes diferencias en la forma de procesar los delitos según quiénes sean las personas afectadas.

Tratándose de una entidad pública de primera relevancia, de la que depende nada menos que la eficiencia e imparcialidad en el esclarecimiento, persecución y ajusticiamiento de los hechos más intolerables para la ciudadanía, lo que está en juego es vital.

Luego de las audiencias públicas de los candidatos, la quina será designada por los ministros de la Corte Suprema en votación también pública. Es de esperar que, ahora sí, las personas que conformen esa quina y en definitiva quien resulte electo o electa cumpla con las condiciones de profesionalismo, preparación técnica e imparcialidad requeridas para una transformación profunda del cargo que, más que por su eficiencia e imparcialidad en la persecución del delito, ha hecho noticia por sus escándalos de conflictos internos y por el dudoso manejo de casos de alta connotación pública.

La situación es tan crítica que no parece exagerado pensar que esta elección es la última oportunidad para recuperar la legitimidad que la institución tuvo en su origen y que la sociedad chilena reclama a gritos.

En el proceso de elección deben imperar la transparencia y el mérito como criterios rectores, y es de esperar que los motivos de elección obedezcan a razones claras y fácilmente comprensibles para la ciudadanía, y no a votos comprometidos desde hace tiempo por razones diversas de las mencionadas. Asimismo, se requiere que los medios de comunicación contribuyan responsablemente a informar sobre los méritos objetivos de los/as candidatos/as, en lugar de involucrarse en campañas de desprestigio direccionadas por intereses comprometidos con alguno/a de los/as candidatos/as.

En mi opinión, lo que menos se requiere en este momento es continuidad. Todo lo contrario, debe entrar una persona que aporte aires nuevos y dé garantías de suficiente autonomía de los demás poderes públicos, que mantenga un fuerte compromiso con mejorar la calidad de la institución, sin importar los costos políticos que aquello conlleve. En definitiva, que logre dar un golpe de timón a una institución que nos soporta a todos y que desde hace un tiempo a esta parte se aproxima peligrosamente al naufragio.

Por María Elena Santibáñez, profesora de Derecho UC

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