Columna de Paula Escobar: No le pasen la aplanadora a la democracia paritaria

FOTO: LEONARDO RUBILAR CHANDIA/AGENCIAUNO


La paridad está en riesgo. No tuvo los votos requeridos dentro de la Comisión Experta, que está redactando el anteproyecto para quedar como principio constitucional. En cambio, se aprobó -hasta ahora- que se “favorecerá el acceso igualitario de mujeres y hombres a los mandatos electorales (...) y promoverá su participación en condiciones de igualdad”.

Favorecerá, promoverá…

Suena bien, pero no es igual a establecer que todos los órganos del Estado, así como los directorios de las empresas públicas y semipúblicas, deberán tener una composición que asegure que el 50 por ciento de sus integrantes sean mujeres.

Aunque no es definitivo, es importante poner la luz de alerta y explicar la importancia de una medida que, en los hechos, ha demostrado su efectividad y pertinencia. ¿Ustedes creen que si no se hubiera definido el principio de paridad habría habido mitad de mujeres en la Convención pasada? ¿O en la Comisión Experta y en el Comité de Admisibilidad, así como en el Consejo Constitucional que elegiremos en mayo?

Claro que no.

Y mujeres capaces había en el proceso pasado y en el actual también: grandes constitucionalistas y expertas integran y presiden hoy los órganos constitucionales, como son las profesoras Verónica Undurraga (nominada por el PPD) y Ana María García (nominada por Evópoli).

La capacidad estaba. Lo que faltaba era la voluntad de los partidos o instituciones para buscarlas y nominarlas. Nada más.

En segundo término, porque la igualdad de género es una aspiración bastante transversal. El 74% cree que en Chile existe inequidad contra la mujer en lo político, económico y social, según encuesta Ipsos. El 86% de mujeres y 75% de hombres creen que es positivo para el país que las mujeres ganen espacios, según Criteria. Otra encuesta, de Black and White, es coincidente: el 76% cree que en el mercado laboral hay más oportunidades para los hombres que para las mujeres, y un 60% está a favor de las cuotas para asegurar la participación en cargos públicos y privados.

En términos constitucionales, la paridad en la elección tuvo mayorías amplias; de hecho, es de lo poco que se mantuvo. Y cuando se hacían las “listas” de reformas si ganaba el Rechazo, la paridad estaba en la del expresidente Ricardo Lagos (una muy citada, entre otros, por Chile Vamos). Punto cuatro: “Se propone potenciar el rol de la mujer a través de la paridad de género, el enfoque de género y la no discriminación)”.

Figuras de Chile Vamos como Paulina Núñez y Gloria Hutt defienden con firmeza la igualdad de género, y esta última, candidata al Consejo Constitucional, apoya que quede como principio en la Constitución, según dijo a radio Duna. “Forzar estos cambios es necesario… El objetivo no es el privilegio para las mujeres, sino igualdad”.

Detractores han planteado como alternativa exigirla solo en las candidaturas, pero esa experiencia ya se tuvo con la Ley de Cuotas (40%) en el Congreso, aplicada en 2017. Se subió cerca de siete puntos porcentuales: fue mejor que los 1,6 puntos promedio anteriores, pero ciertamente no soluciona el problema (tenemos hoy 33,5% de mujeres en la Cámara y 24% en Senado). Mientras que la paridad en la Convención y en las dos comisiones actualmente funcionando demostró que no faltaban mujeres. Qué paradójico sería que siendo ejemplo vivo de la eficacia e idoneidad de la paridad, sus miembros no la consagraran en el texto.

Otro ejemplo exitoso es el del Sistema de Empresas Públicas. La Presidenta Bachelet definió una cuota de 40% en sus directorios, y es una política que se ha mantenido en los gobiernos siguientes. No hubo ni falta de talento ni menos de meritocracia, como dicen algunos detractores. Porque para que esta exista es requisito una cancha pareja. Si hay capacidades y preparación, pero hay mayores dificultades de acceso en razón del género, ¿de qué meritocracia estamos hablando?

Quienes no están por la paridad, en vez de descalificar, deberían dar a conocer qué alternativas proponen para avanzar y en qué plazos. ¿O están de acuerdo con esperar más de 100 años para llegar a la igualdad de género, como calcula el World Economic Forum?

Por último, es importante dotar de algo de épica a este proceso constitucional. Está bien que sea sobrio, pero debe subir su magra adhesión: 31% según la encuesta Criteria. Y en ese mismo estudio, cuando se consulta qué se espera de este proceso, las prioridades son: mejoras en la igualdad entre hombres y mujeres (29%), la protección del medioambiente (28%), la calidad de la educación pública (28%).

Si este es un anhelo tan compartido, una causa tan justa, consagrar la democracia paritaria en nuestra Constitución puede ser uno de los legados más importantes que dejemos para el futuro.

No le pasen la aplanadora a un deseo mayoritario, importante e histórico.

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