Columna de Rolf Lüders: El milagro chileno



Estamos a días del 50 aniversario del pronunciamiento militar de 1973. Este evento contó entonces con un amplio apoyo popular, entre otras cosas por el desastroso estado de la economía. El problema no fue solo coyuntural, por lo que hacer más de lo mismo no parecía ser la solución a nuestros problemas de desarrollo. Se dieron así las condiciones para un cambio institucional mayor en materia socioeconómica.

Como lo explica Kurz (1999), el camino recorrido para llegar a implementar eventualmente la economía de mercado posiblemente mejor estructurada del universo fue largo y accidentado, pero eventualmente rindió los frutos esperados. En la ruta hacia la implementación de una economía de mercado abierta internacionalmente, en que el Estado corrige las fallas de mercado, hubo avances, desvíos y en ocasiones incluso retrocesos, pero jamás se perdió el norte.

Éste quedó definido por los principios subyacentes en El Ladrillo (CEP, 1992). Este programa, preparado para el gobierno que siguiera a aquel de Salvador Allende, lo fue por un grupo relativamente transversal de economistas, casi todos sin filiación partidista formal, que tuvieron en común haber realizado estudios de postgrado en la Universidad de Chicago.

También es sabido que eventualmente el sistema socioeconómico y político implementado rindió espectaculares frutos en términos de crecimiento económico, reducción de la pobreza, e incluso en una distribución menos desigual del ingreso. De hecho, internacionalmente se habla del milagro chileno (Coll, 2021). Para muestra un botón. Después de 70 años de caída constante de nuestro PGB por persona en relación a aquel de EE.UU., el país logró revertir dicha tendencia y subir 20 puntos entre 1980 y 2010, para alcanzar nuevamente un nivel relativo de 40 por ciento, pero -ojo- todavía 20 puntos más bajo que aquél de comienzos del siglo XX.

Desafortunadamente, a partir de la década de los 2010, le economía chilena se volvió a estancar relativamente y es probable que este año incluso decrezca. Este estancamiento se explica -en lo concreto- principalmente por la caída en la tasa de inversión, y esta es a su vez el producto de varios factores, entre ellos algunos de los cambios en el régimen tributario, la cada vez más frondosa permisología existente y la ausencia de la apertura de nuevas posibilidades de inversión.

El problema de fondo, sin embargo, es que hemos dejado de tener una visión ampliamente compartida y efectiva sobre el camino al desarrollo. A pesar de las evidentes lecciones nacionales e internacionales de la historia, hay una minoría -hoy en el gobierno- que desea regresar a un sistema económico-social proteccionista y dirigista. Es ella la que crea incertidumbre, causa principal de nuestro actual e innecesario estancamiento.

Por Rolf Lüders, economista

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