Descentralización y más comunas. Una oportunidad para hacer cercano al Estado



Por Francisco Maturana, Instituto de Ciencias de la Tierra, Universidad Austral de Chile

En el marco de las elecciones del gobernador regional, existe un importante debate en torno al rol de las regiones, sus competencias, alcances y si podrán ser los motores del proceso de descentralización. La pandemia del Covid-19 ha dejado de manifiesto que el Estado y los gobiernos locales son indispensables para abordar las problemáticas que aquejan a los habitantes y, junto a éstos, generar procesos que involucren un verdadero desarrollo co-construido.

Así, el debate en torno a la división político-administrativa del país, particularmente las comunas, ha quedado rezagado y opacado por las oportunidades que se le entrega a la unidad regional. Si bien estas últimas son de suma importancia y de larga tradición en los diferentes sistemas urbanos del mundo, es importante preguntarse sobre los territorios que en su conjunto configuran la región y cómo éstos pueden constituirse en verdaderos motores de cambios que implementan las directrices de nivel regional.

¿Tenemos una segmentación del espacio a nivel comunal que permita a los gobiernos locales ser cercanos a los territorios que circunscriben? La respuesta es cuestionable si observamos otros países. Si bien la tradición europea es distante, Alemania presenta un corte a nivel municipal bastante desagregado con aproximadamente 11 mil municipios y Francia es extremo al bordear los 36 mil. Esto se traduce en que el Estado sea más próximo a la población (incluso si los medimos por cantidad de habitantes). En América Latina la situación es menos extrema pero interesante. Argentina y Colombia sobre los mil municipios, Brasil los 5 mil. Si bien estos números no serían tan espectaculares, donde posiblemente la historia de los sistemas de poblamiento (Europa vs América L.) y el rol de un Estado de bienestar han sido fundamentales, nuestra realidad con 346 municipios es cuestionable.

Pensemos en casos en el sur de Chile. En La Araucanía, actualmente las demandas de Labranza o Lican Ray por ser comunas, frente a la polarización ejercida por Temuco y Villarrica respectivamente. En Los Lagos, Alerce, entre el sistema Puerto Montt y Puerto Varas o en la misma Región de Los Ríos, cuando observamos a Niebla con Valdivia cabe preguntarse, ¿es posible planificar y ser eficientes en la administración de tal espacio dado los procesos urbano-rurales actuales? La respuesta podría ser negativa. Otro ejemplo sería Panguipulli y la localidad o sector de Neltume, la presión del desarrollo turístico, distancia y condiciones geográficas, entre otros, han ocasionado una serie de dinámicas que no solo dificultan el acceso a servicios públicos por parte de los habitantes que no están próximos a la capital comunal, sino que también la planificación, inversión y sustentabilidad se complejiza.

Por tanto, urge reflexionar en torno a nuestra división comunal. La región es un espacio importante, pero es lo local que hace próximo al aparataje estatal. Además, si bien una mayor división del espacio puede conllevar complejidades en términos de su administración funcional comprendiendo que las relaciones por movimientos pendulares y flujos de toda índole son cada vez más fuertes, existen mecanismos e instrumentos de planificación capaces de poder abordar de manera integral estos desafíos e incluso hacer más rentables las inversiones.

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