La compasión y la política



Por Paula Bedregal, Centro de Bioética UC, Departamento de Salud Pública UC

La experiencia de la pandemia Covid-19, sumada al estallido social que se inició el 18 de octubre de 2019 en Chile, nos está haciendo reflexionar sobre los modos en que interactuamos, tomamos decisiones y sobre los objetivos que como sociedad perseguimos.

Como país estamos entrando a un momento de decisiones y de elecciones de representantes, lo que nos brinda la oportunidad para pensar y renovar el quehacer político.

Existe un movimiento mundial que en la actualidad interpela el quehacer de los legisladores y tomadores de decisiones en políticas públicas respecto de cómo se está llevando a cabo estos procesos y de los valores que están detrás. Este movimiento nacido en el Reino Unido intenta poner a la compasión, la inclusión y la cooperación al centro de la política. El movimiento “Compassion in Politics” (https://www.compassioninpolitics.com) ha logrado establecer un grupo transversal de lords y miembros del Parlamento, cuyo propósito es reformar los sistemas parlamentarios de manera de hacerlos más cooperativos, inclusivos, y promover leyes que se asienten en la compasión. Una meta establecida por este grupo es cambiar la cultura del trato parlamentario, haciéndolo más respetuoso, compasivo y cooperativo, creando un código de conducta e indicadores que permitan dar cuenta del avance en esta materia. Del mismo modo se fomenta el establecer de manera conjunta cuáles son los aprendizajes de la pandemia, para generar una agenda de transformaciones o avances sociales (construir para mejor), con un diagnóstico compartido a partir de este hecho histórico.

La compasión tiene el poder de renovar el quehacer político, que ha estado centrado en el último siglo en la idea de que el éxito social está fundamentalmente dado por el ingreso individual, la riqueza y el poder, la competencia, reduciendo el espacio al éxito asociado a la generosidad, el respeto mutuo, a la felicidad como sentido.

La compasión no es sinónimo de lástima. La investigación en neurociencias de la cognición social ha permitido establecer que se trata de la apertura sensible y cognitiva hacia el sufrimiento de los demás, unido a la motivación de aliviarle y prevenirle (Gilbert, P). Implica preocuparse por el sufrimiento de otros cuando se requiere y es apropiado, acompañar con soluciones o ayudas de acuerdo con las necesidades del otro, para su bien. De este modo implica actuar, pero también prepararse adecuadamente para ayudar al otro. A diferencia de la empatía, implica aspectos emocionales, cognitivos y volitivos, y por tanto éticos.

Sabemos que la compasión ayuda a prevenir y reducir el estrés en profesionales de la salud, mejora respuestas metabólicas en enfermos (un cuidado compasivo, pero también ser un paciente autocompasivo). En síntesis, promueve el bienestar.

¿Qué implica en la práctica?: una invitación al trabajo personal de autoconocimiento, de manejo de nuestras emociones y reconocimiento de nuestra humanidad compartida. Un proceso de toma de decisiones centrados en la persona humana, las comunidades y sus necesidades. Una interacción social en que el lenguaje sea el reflejo de inclusión, compasión y respeto. Implica desterrar hábitos nocivos como las denostaciones personales, las falsas noticias, las amenazas, la auto-victimización. Aprender que las personas pueden ser conquistadas (para acuerdos y/o votos) desde una mirada sencilla, humilde, prudente, pero decidida, con coraje, sin miedo, movida por el deseo genuino de cuidar y cuidarnos.

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