La “Lista de la Libertad”



Por Carlos Correa

Pensemos por un momento que la idea de varios parlamentarios de ocupar una fórmula similar a la elección de constituyentes prende en el Congreso. Así los independientes pueden inscribirse con facilidad, armar listas entre sí y que se aplique la regla D’Hondt para su elección. La derecha decide entonces competirles a sus propios partidos, derrotados de manera estrepitosa en la elección de mediados de mayo, y arma una lista de independientes con figuras cercanas, todas mediáticas y con recursos suficientes, para defender en el Congreso lo que no podrán en la convención. Para efectos mediáticos y copiando modelos parecidos, la bautiza como la “Lista de la Libertad”. Los recursos para dicha lista son ingentes. ¿Para qué gastarse 700 millones en una figura política, ligada a la actual administración, si pueden hacerla en animadores de TV, influencers de las redes sociales, empresarios mediáticos y figuras todas temerosas de la oleada izquierdista tan anunciada en los medios?

Este escenario distópico es posible y causaría sensación dado el clima antipolítico que se ha instalado. Varios columnistas han criticado esa idea, destacando el evidente rol que juegan los partidos en una democracia, y que no están jugando los actuales en la nuestra.

Los partidos de oposición no han estado a la altura, como demostró el vergonzoso episodio del 19 de mayo, en el caso de los que están más a la izquierda. Los argumentos esgrimidos para dejar fuera a otros son inverosímiles para cualquier inteligencia, después de toneladas de tuits por la unidad, y en especial en el caso del PC, partícipe de un gobierno con los mismos que ahora reniega e insulta.

Los más moderados tampoco han estado a la altura, como prueba que los dos únicos que hicieron consultas internas para designar a sus candidatos terminaron en nada. Los nombres que ganaron en elecciones abiertas no son candidaturas vigentes ahora. En la ex NM sigue mandando la lógica del lote y pareciera que nadie aprendió nada de lo ocurrido en la presidencial pasada, con el candidato Alejandro Guillier.

La responsabilidad de la derrota electoral no es sólo responsabilidad del gobierno, sino también de los partidos oficialistas, que adolecen de desvaríos similares. Pese a que tres de los cuatro candidatos presidenciales de la primaria estuvieron a favor del Apruebo, las directivas no encontraron mejor solución electoral que aliarse con los más duros candidatos del Rechazo y apostar por una fórmula que era perdida. El nivel de descrédito de los partidos oficialistas es tan alto, que muchos votantes tradicionales conservadores están mirando en serio la alternativa de Yasna Provoste para un país donde al menos puedan salvar los muebles.

Las reformas realizadas después de la Comisión Engel mejoraron solo la transparencia en el uso de los recursos partidarios, pero no la gestión política como tal. Para que esta democracia funcione, se requiere un cambio mayor, que traiga aire fresco a las colectividades, termine con la lógica de tribus internas y se conviertan verdaderamente en aportes al país y no en grupúsculos obsesionados por el poder.

En caso contrario, la “Lista de la Libertad” se impondrá como la mejor lógica para la derecha en el Congreso, de la misma manera que miran con envidia en la oposición a su tocaya del Pueblo. No es de extrañar entonces que surja después la “Lista de los Progresistas”, la “Lista de los Ambientalistas” y así sucesivamente.

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