La obesidad es una enfermedad



SEÑOR DIRECTOR:

En los últimos años y de manera consistente, nuestro país se ha encumbrado en los primeros lugares del mundo en cada ranking que se ha hecho sobre las tasas de obesidad y sobrepeso que afectan a la población. Sin embargo, a pesar de la abrumadora evidencia, con dos de cada tres chilenos y chilenas viviendo con esta condición, seguimos siendo testigos de la falta de políticas públicas orientadas a frenar esta enfermedad.

En primer lugar, es fundamental que el gobierno reconozca a la obesidad como una enfermedad crónica, teniendo a la vista el amplio espectro de riesgos que conlleva para la salud, como enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2, hipertensión y ciertos tipos de cáncer. Estos problemas, junto con perjudicar la calidad de vida de las personas, influyen también de manera directa en el colapso de la atención médica y el presupuesto fiscal.

Necesitamos fijar una ruta común, con coordinación interministerial y alianzas público-privadas, que nos permitan impulsar medidas integrales y descentralizadas que promuevan una dieta saludable y la actividad física en cada región del país. Esto debe incluir mayor inversión para terminar con el déficit de infraestructura deportiva en regiones, fortalecer la regulación de la publicidad de alimentos poco saludables y devolver a los establecimientos educacionales las horas de educación física.

La lucha contra la obesidad debiera ser una prioridad que se mantenga en el tiempo y escape de las lógicas electorales, donde se hacen promesas de campaña que luego son olvidadas. La ciudadanía merece autoridades que asuman con responsabilidad y urgencia el estado crítico de esta enfermedad, poniendo de una vez por todas la salud de Chile al centro de las preocupaciones.

Sebastián Keitel B.

Senador del Biobío

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