La vida personal de la ministra

La ministra del Interior, Izkia Siches, en el Congreso.


Por Lucía López, periodista, conductora de Agenda de Género, Radio Usach.

Al cierre de una compleja semana de estreno en el cargo, la Ministra del Interior, Izkia Siches, hizo un resumen en redes sociales en el que, además de sus actividades como jefa de la cartera, incluyó una mención a su maternidad. El trabajo “ha estado cruzado por mis roles de madre y de mujer”, señaló, agregando que ha debido contar con redes de apoyo para sacar adelante ambas funciones.

¿Lidiar con un rol de madre en medio de un exigente escenario laboral es algo nuevo para una mujer? Sin duda, no. Lo que es nuevo es transparentarlo, especialmente, sin vergüenza ni sentimientos de culpa, relevar todos aquellos trabajos domésticos o de cuidado con los que debe batallar una mujer inserta en el mercado laboral, escenario en el que se castiga la necesidad de cumplir esas tareas. Esto sucede incluso, en esferas de poder en las que habitualmente se delegan esos roles en otra mujer y sin duda, también lo sufren los pocos hombres que han asumido o quieren asumir una condición de corresponsabilidad en la crianza y el trabajo en el hogar.

Por lo anterior, lo que hace la ministra Siches es clave. Para avanzar en mayor bienestar, incentivar crianzas protegidas, equidad en el trabajo doméstico y de cuidado no remunerado, políticas que busquen enfrentar el descenso de la natalidad o mayor participación femenina en el mercado laboral es necesario poner sobre la mesa cuánto le cuesta trabajar a una mujer en Chile, cuáles son las características de esas otras labores o responsabilidades con las que debe lidiar y cuánto aporta al país ese trabajo que es completamente invisibilizado en las conversaciones sobre economía, desarrollo o progreso.

La magnitud de este trabajo ya se cuantifica en cifras macro: el estudio “¿Cuánto aportamos al PIB?”, realizado por Comunidad Mujer, presentado en marzo del 2020, arrojó que el trabajo doméstico y de cuidado no remunerado (Tdcnr) representaría un 22% del PIB ampliado nacional. Al año siguiente, el informe de Política Monetaria del Banco Central indicó que la cifra había aumentado a un 26% debido al efecto de la crisis sanitaria. La reflexión de diversas y diversos especialistas apunta a que el Tdcnr debiera ser considerado como la actividad económica base de la sociedad, la que permite la movilización del país, y nunca perder de vista que, cada mañana, tras quienes salen a estudiar o a trabajar remuneradamente, hay un grupo de personas, compuesto en su mayoría por mujeres, realizando estas labores de manera no reconocida.

Pese a los altos niveles de educación, Chile tiene la más baja tasa de participación femenina en el mercado laboral de la región, la que con la pandemia, retrocedió a los índices de hace una década. Incorporar esta perspectiva de género en las políticas de recuperación de empleo será fundamental para reinsertar a las mujeres. Razones para fomentarlo, hay de sobra; entre ellos: Beneficios para los hijos e hijas de madres trabajadoras -tanto en el desarrollo emocional como en el de sus futuras carreras profesionales (revisar estudios de la profesora de Harvard Business School, Kathleen McGinn). Mayor rentabilidad, aporte al fisco y creación de empleo femenino de empresas innovadoras lideradas por mujeres con, además, una fuerte vinculación al impulso de objetivos de desarrollo sostenible (Infome INNOVA Chile Corfo- Banco central 2010-2021). Aumento del PIB por incorporación de mujeres al mundo del trabajo remunerado, según datos del FMI, el Ministerio de Economía y la Comisión nacional de productividad; esta última señaló el 2016 que “en torno al 6,6% podría aumentar el Producto Interno Bruto y per cápita del país, y en más de US$ 3 mil millones los ingresos tributarios (1,2% del PIB), si se eleva la participación laboral femenina del 48% actual al 60% que tienen los países de la OCDE”.

Pero nada de esto será posible si no llevamos el cuidado a la discusión de las políticas públicas. Tal como se hiciera en la Convención Constitucional al incluir estas labores en el debate de las reglas procedimentales, evitar la perpetuación del estereotipo masculinizado del espacio laboral que anula las responsabilidades de crianza o domésticas del trabajador y trabajadora en la discusión de las dinámicas y condiciones de empleo, nos permitirá avanzar en una virtuosa conciliación de la vida personal, familiar y laboral, de hombres y mujeres.

Finalmente, esto nos encamina en la discusión sobre un sistema nacional de cuidados, integral y universal, mediante el cual toda una sociedad entienda y asuma la relevancia de invertir en condiciones igualitarias y de calidad, tanto para quienes cuidan como para quienes son cuidados; materia que también será parte de la discusión constitucional gracias a la iniciativa popular de norma Derecho al cuidado presentada por Comunidad Mujer y el Núcleo de Análisis Político y Constitucional de la Universidad Alberto Hurtado, que logró superar las 15mil firmas.

El aporte que hace la Ministra Siches al evidenciar el esfuerzo personal y familiar por compatibilizar sus roles de mujer, madre y trabajadora es coherente con el momento que vive Chile y pone de manifiesto lo que recomiendan organismos locales e internacionales: la necesidad de abordar esta realidad con urgencia para avanzar en políticas publicas con una perspectiva de género que solo augura buenos resultados.

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