No a la Ley de Cuotas

Ximena Ossandón
Hoy las diputadas RN, lideradas por Ximena Ossandón, desplegaron claveles y guardaron un minuto de silencio por las dos últimas víctimas de femicidio, una de ellas, militante del partido en Arica.


En pleno siglo XXI las mujeres podemos tener una participación gravitante en política, podemos ser independientes económicamente, y podemos desarrollarnos profesionalmente. En Chile se aprobó el sufragio femenino para las elecciones municipales de 1934. Y podemos votar en las presidenciales gracias al impulso del presidente Gabriel González Videla, quien promulgó en 1949 la Ley del Voto Político Femenino. De hecho, quienes se oponían al sufragio femenino fueron los partidos de izquierda y anticlericales, pues veían que el voto femenino era preferentemente conservador. En la primera elección presidencial que las mujeres participaron –en 1952- resultó electo el presidente Carlos Ibáñez del Campo. En el siglo XXI, existe una conciencia de valoración de las mujeres como nunca antes se vio.

A un año de las tomas feministas que recorrieron nuestras universidades, es dable observar que existe un ala radical que busca la destrucción de un supuesto sistema heteropatriarcal,  así como también ésta también se camufla en un ala de carácter liberal. Por eso buscan institucionalizar demandas de supuesta igualdad cívica, por lo que actualmente se está discutiendo en el Congreso la Ley de Cuotas de Género. Esta ley busca estar vigente para las próximas elecciones de Gobernadores Regionales, Alcaldes, y Concejales. Esta iniciativa modifica el DFL del Ministerio del Interior y el DFL Nº1 que fija el texto refundido, coordinado y sistematizado de la Ley Orgánica Constitucional sobre Gobierno y Administración Regional, y de la Ley Orgánica Constitucional de Municipalidades.

Lo que se propone para las candidaturas de gobernador, consejeros regionales, alcaldes, y concejales es que exista obligatoriamente 50% de candidatos hombres y, 50% de candidatas mujeres, por lo que requiere que la cantidad de candidatos sea par. Si esto último no se cumpliese, y los candidatos suman número impar, ninguno de los sexos debe superar el 60% de los candidatos. Además, busca cambiar la voz de "candidato" a "candidata y candidato", o "presidente" por "presidenta o presidente" en el caso del concejo. Si estas cuotas no se cumplen, el proyecto propone que se rechacen todas las candidaturas. Esta propuesta, además, contempla artículos permanentes, y no transitorios.

En Chile, las mujeres representamos el 51% de la población total, y el 52% del electorado. En el Congreso, existen 10 senadoras (23,2% del Senado), y 37 diputadas (23,9% de la Cámara Baja). Si bien, lo ideal sería que los números fuesen más parejos, muchas veces se olvida que  las mujeres aspiramos a otros interés también. Sin embargo, para quienes les interesa ingresar al mundo político, las cuotas deberían ser miradas como una dimensión más de un problema más profundo. Los horarios del trabajo político y las exigencias 24/7 que demanda son elementos que también deberían sopesarse para penar en que más mujeres se incentiven a participar en política.

Proponer  cuotas debería ser una medida transitoria que incentive a que participen más mujeres en política. Sin embargo, como al final lo que más interesa es mejorar la calidad de nuestros representantes, los horizontes no debiesen estar en generar cuotas. Incentivar el protagonismo femenino no debe confundirse con lograr una igualdad forzada a costa del mérito de los participantes, y menos torciendo la voluntad ciudadana, estableciendo resultados que dendan de las cuotas. Países como Islandia y Dinamarca tienen una muy pareja representatividad de ambos sexos en el Parlamento, y ambos sin necesidad de cuotas. En Islandia –líder en equidad de género- las mujeres representan en el 2016 el 48% del parlamento, mientras que en Dinamarca la presencia femenina es de un 37%. Y recalco, sin necesidad de cuotas.

El camino nunca ha sido imponer, si no mejorar todos los aspectos de los chilenos. Quizás, al avanzar hacia una política pública familiar, que dé mayores incentivos a las mujeres, como compatibilizar el ser madres y participar en la política –y todo el mundo laboral-, ahí sí logremos que más mujeres quieran representar a sus comunas, regiones, o provincias.

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