Nueve años de la guerra en Siria

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El conflicto que ha dejado casi 400 mil muertos amenaza con convertirse en una guerra abierta entre Siria y Turquía y desatar una nueva crisis de refugiados en Europa.



A nueve años del inicio de la guerra civil en Siria, el país no solo está lejos de recuperar la paz, sino que se ha convertido en un foco de inestabilidad y tensión tanto para Medio Oriente como para la propia Unión Europea (UE).

Si bien el conflicto ha atravesado diversas etapas y durante mucho tiempo fue visto como una guerra subsidiaria, donde se enfrentaban indirectamente las principales potencias de la región y del mundo, como Turquía, Arabia Saudita, Rusia y Estados Unidos, en los últimos meses entró en una nueva fase y está ad portas de convertirse en una guerra abierta entre el régimen sirio y Turquía. El primero lanzó una nueva ofensiva a comienzo de año contra el último bastión rebelde en Idlib, con el fin de recuperar el pleno control del territorio del país, mientras que las fuerzas turcas intervinieron en apoyo de estos últimos, con el objetivo de mantener una zona de contención. Y a todo ello se suma la intervención rusa en apoyo del régimen de Damasco, que ha instalado el riesgo de una escalada bélica entre Moscú y Ankara, con las graves consecuencias que ello implicaría.

Un crítico escenario que amenaza, además, con desencadenar una nueva crisis de refugiados, como la que enfrentó la UE en 2015, cuando más de un millón de personas ingresaron a territorio europeo, obligando al bloque a reformular sus medidas migratorias e incluso motivó que algunos países decidieran cerrar sus fronteras. Desde el inicio del conflicto, la población siria se ha visto reducida en casi cinco millones de personas. A las casi 400 mil víctimas fatales que se contabilizan en los nueve años de guerra, se suma más de cuatro millones y medio de refugiados, sin contar los más de 10 millones desplazados al interior del propio territorio sirio. De esos más de cuatro millones, Turquía sigue albergando a 3,5 millones.

En 2016, la crisis migratoria fue contenida luego de que la UE y Ankara llegaran a un acuerdo, en el que Turquía se comprometía a evitar que los refugiados siguieran avanzando hacia territorio europeo, a cambio, entre otras cosas, de un paquete de ayuda de Bruselas por seis mil millones de euros. Tras el aumento de las tensiones y la llegada de nuevos refugiados sirios, Erdogan ha desconocido el acuerdo y abierto sus fronteras hacia Grecia.

Si bien el Presidente turco acusa a la UE de no cumplir su parte del pacto de 2016 y Bruselas se ha comprometido a analizar el tema, ante la amenaza de que el continente enfrente una nueva ola de refugiados en un contexto aún más complejo que el de hace cinco años, lo cierto es que el actual escenario deja en evidencia los errores de la propia UE y de la comunidad internacional frente a la crisis siria. La incapacidad por negociar un acuerdo que permitiera poner fin al conflicto y la excesiva cautela e, incluso, inconsistencia de algunos representantes de la comunidad internacional, como Estados Unidos y la UE, terminaron favoreciendo que el conflicto se convirtiera en una verdadera bomba de tiempo de consecuencias imprevisibles.

Hoy los temores de que la guerra pase a ser un conflicto abierto entre Turquía y Siria, y que genere una crisis humanitaria aún más grave que la de 2015, está cada vez más presente y agrega un elemento más de preocupación a un ya incierto panorama internacional.


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