¿Qué implicancias tiene una recuperación con “forma de K”?

Un buen resultado de esta gestión –protección del empleo y plan de recuperación- permitiría dar satisfacción a las necesidades de la población, bajar la temperatura a una ciudadanía que ha tendido fuertemente a la polarización en el último tiempo y adelantarse a un periodo muy exigido en términos electorales.



Casi desde el comienzo de la crisis del coronavirus, se ha especulado “la forma” de la recuperación que sucedería. Se hablaba de una “forma de V” o "U" considerando la pendiente que tendría la recuperación luego de que la pandemia tuviese algún grado de control. Luego, considerando que el virus se mantenía de una forma más persistente y no era necesariamente segura una reapertura total, se habló de una “forma de W” es decir, una caída pronunciada y un ascenso potente, pero que luego tendría una recaída.

Actualmente se ha hablado de una recuperación en forma de K. ¿Qué quiere decir? En términos simples que, si bien ha habido una recuperación en términos generales, los escenarios que se ven en adelante parecer ser disímiles. Si bien la expresión empezó a tomar forma con el positivo escenario que está viviendo el sector manufacturero en desmedro de la actividad de servicios, cuyos PMI[1]en Europa reflejan claramente esta situación, puede tener diferentes visiones pensando en cómo la pandemia ha impactado de forma distinta a sectores y personas.

Una de esas interpretaciones alternativas tiene sentido a nivel socioeconómico, explicando cómo la crisis ha mostrado diferentes niveles de recuperación dependiendo de la vulnerabilidad social. Por una parte, los trabajadores menos vulnerables poseen mejores niveles educacionales y usualmente se desempeñan en industrias que han tenido un acceso al teletrabajo, por lo que su impacto en ingresos ha sido moderado. Adicionalmente, contar con espacio suficiente en casa, pudiendo prescindir del transporte público y teniendo un buen plan de salud privado permitiría una mejor protección ante la pandemia.

La realidad de las personas más vulnerables es diametralmente opuesta, debido a que la mayoría se desempeña en trabajos con bajo nivel de calificación, como la construcción, retail y transportes, cuyo impacto ha sido el más significativo. En este caso, habiendo perdido el empleo, se dependía únicamente de los subsidios del gobierno y del trabajo informal, haciendo que este último, sumado a las condiciones de hacinamiento, aumenten la probabilidad de que puedan contraer la enfermedad.

De este modo, la pandemia no solo ha provocado una crisis sanitaria y económica, sino que también influirá en un aumento notorio de la desigualdad, como algunos datos ya muestran. En Chile, según el Registro Social de Hogares, la crisis ha aumentado el nivel de vulnerabilidad socioeconómica de más de 660.000 hogares y más de 800.000 personas han hecho los trámites para obtener su ficha social.

En este contexto, es importante que los esfuerzos fiscales se centren en seguir protegiendo los empleos dentro de lo posible y con un potente plan de recuperación ante las promisorias señales de estabilización que hemos experimentado en el país. Un resultado negativo podría incentivar políticas cortoplacistas con algún grado de compromiso de la institucionalidad vigente e impactos en la estabilidad financiera, como ocurrió en el retiro de fondos previsionales, cuyos efectos negativos en futuras pensiones es innegable.

Sin embargo, un buen resultado de esta gestión –protección del empleo y plan de recuperación- permitiría dar satisfacción a las necesidades de la población, bajar la temperatura a una ciudadanía que ha tendido fuertemente a la polarización en el último tiempo y adelantarse a un periodo muy exigido en términos electorales, donde habrán más de 8 elecciones diferentes en solo algunos años.

En conclusión, la pandemia ha acentuado ciertas diferencias, pero la resiliencia de la economía chilena, sumado a una esperable y adecuada gestión de las autoridades, podrían propiciar un buen desarrollo en adelante.

[1] Los Purchasers Managers Index (PMI) corresponden a una encuesta a los gestores de compras de las industrias más representativas del país, y que tiene por objetivo indicar un sentimiento general de la economía, optimista o pesimista.

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