Riesgos de sobrecalentamiento en la economía

Ministerio de Hacienda

Al desglosar el dato de crecimiento en septiembre -15,6%-, se observa que la economía se está acelerando a una velocidad mayor a la prevista, lo que confirma la necesidad de no seguir inyectando estímulos que provoquen desbalances mayores.


La disrupción económica creada por la pandemia en 2020 ciertamente ha tenido efectos distorsionadores en las tasas de crecimiento interanual. Los abultados incrementos que ha mostrado la actividad medida en doce meses responden en buena medida a las exiguas bases de comparación del año pasado -sobre todo desde marzo-, una vez que se desató la crisis sanitaria.

El crecimiento del Imacec informado por el Banco Central para el mes de septiembre tiene, en parte, esta distorsión estadística. El noveno mes del año registró una expansión interanual de 15,6%, que pese a ser la menor en cinco meses, estuvo por sobre las proyecciones del mercado. Con los resultados preliminares, el tercer trimestre habría registrado un incremento de 17,6%, algo por debajo del 18,1% que anotó el segundo trimestre.

Con las variaciones anuales concluiríamos que la actividad económica se mantiene dinámica, aunque moderándose levemente en el margen. Sin embargo, al revisar otras mediciones, los datos sugieren una realidad muy distinta. Al comparar el tercer trimestre con el segundo trimestre de 2021 -usando los datos desestacionalizados-, el crecimiento trimestral de la actividad económica habría registrado un salto de 22,7% anualizado. Si tomamos como referencia la actividad no minera -fuertemente influida por los sectores Comercio y Servicios-, la expansión trimestral anualizada llega al 28,5%, con los datos preliminares del Imacec.

Esto indica que la economía está sobrecalentándose en el margen y no desacelerándose. El crecimiento anualizado de 22,7% para el tercer trimestre representa una significativa aceleración en la velocidad de crecimiento, ya que el incremento anualizado del segundo trimestre en relación al primero fue de 7%, usando los mismos datos del Imacec -que es un indicador anticipado y preliminar- o de 4,2%, al usar el PIB de Cuentas Nacionales. Es sintomático que el salto en los indicadores de actividad mensuales comience en mayo, mes en que comenzó el pago del tercer retiro de los fondos de pensiones.

El principal riesgo que enfrenta la economía chilena ya no es un descarrilamiento provocado por la pandemia, sino uno generado por el exceso de gasto, lo que está traduciéndose en una presión inflacionaria que puede resultar difícil de revertir.

Esto solo se vería amplificado de aprobarse un nuevo retiro de las AFP. En esta línea, el Informe de Estabilidad Financiera, publicado por el Banco Central, advirtió que “el principal riesgo para la estabilidad financiera local está en nuevas liquidaciones forzadas de activos que continúen debilitando al mercado de capitales local de forma estructural y limiten su capacidad de enfrentar correcciones y/o eventos disruptivos”.

Dado los evidentes riesgos de sobrecalentamiento que exhibe la economía chilena se hace imprescindible cerrar la posibilidad de nuevos desembolsos de los fondos previsionales, aprobar un presupuesto público austero que revierta el impulso fiscal de este año -lo que entre otros aspectos pasa por no renovar el IFE- y seguir retirando el estímulo monetario en los próximos meses.

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