SEÑOR DIRECTOR:
En las últimas semanas se ha producido un intenso debate respecto a las declaraciones realizadas por el ministro de Educación, quien planteó que la educación en afectividad y sexualidad integral forma parte de los aprendizajes prioritarios que componen el Plan de Reactivación Educativa.
La educación integral de la sexualidad es definida por Unesco (2018) como un proceso de enseñanza y aprendizaje basado en planes de estudios para fomentar el desarrollo de los aspectos cognitivos, emocionales, físicos y sociales de la sexualidad. Su implementación considera un trabajo y reflexión que comprometa a toda la comunidad educativa: directivos, educadores y familias.
Se trata, entonces, de que niñas, niños y jóvenes tengan oportunidades de aprendizaje, adecuadas según las edades y los niveles de enseñanza, sobre conocimientos, habilidades y actitudes necesarias para su desarrollo personal, sexual, afectivo, socioemocional y bienestar integral. Además, que aprendan a relacionarse positivamente con sus pares, en espacios seguros e inclusivos que no perpetúen los estereotipos de género; que adquieran herramientas y recursos para poder identificar situaciones de discriminación o vulneración de sus derechos, permitiéndoles protegerse de potenciales abusos y violencias que afecten su integridad o les vulneren en sus derechos fundamentales.
La educación integral de la sexualidad y afectividad es un aprendizaje prioritario y fundamental que no solo responde a los propósitos del Plan de Reactivación Educativa, sino que debiera formar parte del currículum escolar permanente y de la formación inicial y continua de docentes que se desempeñan en todos los niveles educacionales en nuestro país, desde la primera infancia.
Julia Marfán Reyes
Directora Pedagogía en Educación Básica, Facultad Educación UDP
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