Narcos después de Escobar: la serie se reinventa en su tercera temporada

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Con nuevos antagonistas y Pedro Pascal como estrella absoluta, la historia de la guerra contra las drogas regresa el viernes.


"El enemigo de mi enemigo es mi amigo… hasta que vuelve a ser mi enemigo", dice el agente Javier Peña (Pedro Pascal), al inicio de la nueva temporada de Narcos, resumiendo de paso la historia hasta ahora de la serie: en sus dos primeros ciclos, la DEA -la organización anti drogas de Estados Unidos- y el FBI realizaron alianzas cuestionables en Colombia con el objetivo de derribar a quien veían como el monstruo mayor, Pablo Escobar (Wagner Moura). Miles de cuerpos fueron el saldo de esa guerra. Y con "el Patrón" finalmente muerto, el enfrentamiento entre los antiguos aliados resulta inevitable.

La tercera temporada de Narcos, que se estrena el viernes, marca una reinvención mayor para la serie. No sólo ve el desafío de por primera vez tener que seguir adelante sin la magnética figura del Escobar de Moura, que fue construida tanto como un implacable villano como un trágico anti héroe en las primeras dos temporadas. También perdió a su voz protagonista. El actor Boyd Holbrook, quien interpretaba al agente norteamericano Steve Murphy, protagonista y narrador de la serie, dejó la historia por decisión personal. Por eso, el regreso de Narcos eleva al chileno Pedro Pascal al estatus de absoluto protagonista (y nuevo narrador).

La temporada comienza poco tiempo después de la muerte de Escobar en 1993, con Peña siendo considerado un héroe tanto por su familia, a la que visita brevemente en Estados Unidos -Edward James Olmos interpreta a su padre-, como sus compañeros en la DEA, donde ha sido ascendido, por su participación en la captura y asesinato del infame narco colombiano. Pero el agente sabe que la cruzada contra Escobar no tuvo nada de heroica, y el fantasma del líder del Cartel de Medellín pena sobre su nueva misión: derribar al Cartel de Cali, uno de las tantas alianzas con el diablo que las fuerzas norteamericanas debieron realizar para derrotar a Escobar, y que ahora controlan el 80% del tráfico de cocaína del mundo. Pero la instrucción del gobierno de por ese entonces presidente Bill Clinton es clara: bajo ninguna circunstancia se puede volver a repetir el baño de sangre público en el que se transformó la persecución a su anterior objetivo.

Pero los de Cali son una bestia muy distinta a los de su símil de Medellín; una fuerza coral, donde en vez de haber un absoluto cabecilla como Escobar hay cuatro, que operan de formas muy distinta. Mientras el Patrón no podía evitar ser el centro de todas las miradas y hacer de todos sus movimientos un espectáculo público, el nuevo cartel sabe mantener a raya su ego, y prefiere operar en las sombras. Refiriéndose a sí mismos como "los caballeros de Cali", la organización opera de forma mucho más sutil, hasta "elegante" como la describe Peña en algún momento.

Así, mientras se mantienen como desconocidos frente a buena parte de la opinión pública, también han logrado establecer una red que los transforma en criminales casi omnipotentes: tienen controlados a policías, políticos y cientos de personas que les entregan información.

Pero la historia comienza de forma sorpresiva: los líderes del cartel le anuncian a la organización que llegaron a un acuerdo con el gobierno colombiano. De forma gradual, en seis meses deben abandonar todas sus actividades criminales. A cambio, se les permitirá no sólo un perdón por cualquier delito previo, sino también mantener su fortuna y establecer negocios legítimos. Todo parece una solución pacífica, pero por supuesto, nada es así. La brutalidad en la que la organización cae no tiene nada que envidiarle a la de sus predecesores.

Con su tercera temporada, Narcos busca demostrar que la serie existe más allá de su antagonista de turno, e incluso por sobre cualquier protagonista. "Para Washington Escobar fue una victoria, pero todos sabemos lo que costó. Medellín fue un fracaso. ¿Qué fue exactamente lo que conseguimos?", le dicen a un evidentemente desencantado agente Peña en un momento. La esencia de Narcos sigue siendo esa: una batalla sin fin por una guerra que se sabe perdida, y por eso mismo, una serie que nunca se quedará corta de material. Siempre habrá un nuevo Escobar.

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