Cameron Crowe: retrato de un periodista adolescente del rock ‘n’ roll

Casi famosos

Tenía solo dieciséis la primera vez que escribió un artículo de portada en la revista Rolling Stone, tras entrevistar a la banda Allman Brothers. Se convirtió en un reportero musical de los 70: se iba de gira con los artistas y le hacía preguntas a estrellas como Bob Dylan, Led Zeppelin y The Eagles. Fueron años de juventud que él sintetizó, como guionista y director, en la película Casi Famosos (2000).


—¿Cuántos años tengo?

Esa pregunta le hace William Miller a su madre en una escena inicial de Casi famosos (2000), película que concentra la experiencia de su guionista y director, Cameron Crowe, como periodista musical durante su adolescencia en los años dorados del rock and roll. El niño no entiende por qué sus compañeros de curso ya tienen vello corporal y son más altos que él. Su mamá decide contarle la verdad: no tiene trece años, sino once.

El filme, si bien no es una autobiografía total de esos años en la vida de Crowe, sí está basado en sus vivencias de esa época; de hecho, efectivamente él había entrado adelantado a la escuela.

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“No era tanto una mentira, solo hay como una especie de brecha con la verdad”, dijo Crowe a The Daily Telegraph en el 2000. “Lo que realmente sucedió fue que ella le había dicho a la escuela que yo era un año mayor, para que pudiera ingresar al primer grado temprano”. Luego, el pequeño Crowe se sentó por error en una sala de niños un año mayores, y su madre le dijo que se quedara ahí. “Así que me salté accidentalmente dos grados en lugar de uno”, recordó.

Casi famosos toma hechos y sensaciones que en realidad sucedieron en sus años de reportero adolescente, y los comprime y adapta a solo un viaje.

Pero la historia empieza un poco antes.

Era 1972, un verano en San Diego, California. La banda The Eagles había estrenado hace solo unos meses la canción “Take It Easy” y Crowe todavía estaba en la escuela secundaria. El adolescente era un fanático del conjunto californiano, que se presentaría en el Teatro Cívico de la ciudad, recinto que solo se encontraba a unas cuadras de su casa. Compró un ticket y llevó su grabadora. Su objetivo era ambicioso: colarse entre los bastidores y convencer al manager para que la banda diera una entrevista que saldría publicada en el periódico local, The San Diego Door.

Cuando terminó el show, Crowe y su amigo fotógrafo, Gary Elam, cumplieron con sus intenciones. La banda tenía ganas de conversar con el precoz periodista, quien apenas tenía quince años. Los integrantes Don Henley, Glenn Frey, Bernie Leadon y Randy Meisner se reunieron en un pequeño camerino y estuvieron horas contando detalladamente su historia como grupo, al ritmo de los sorbos que daban a sus cervezas Budweiser. También mencionaban los sueños que tenían como conjunto, mientras el entrevistador, Crowe, ya estaba cumpliendo uno.

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Después, la banda posó en una foto, todos abrazados junto a los amplificadores; aún el joven periodista no lo sabía, pero esa se convertiría en uno de los pocos registros documentales con The Eagles así, unidos, unos con otros. “Mirándola hoy, tiene la misma calidad ligeramente surrealista que una de esas fotos del Monstruo del Lago Ness”, escribió Crowe en la revista Rolling Stone el 2015.

Él intercambió números con la banda.

Se mantuvieron en contacto.

“Es un buen tipo”

Tiempo antes, en la ciudad donde nació Cameron Crowe, su hermana pololeaba con un sujeto que escribía en San Diego Door. Con la condición de que no le dijeran a su madre, lo llevaron a una reunión en el periódico. Él quería comentar discos, pero obviamente por su edad no le dieron la chance. Además, le dijeron que ya había alguien que hacía ese trabajo: Lester Bangs.

El joven decidió enviarle una carta a Lester Bangs, periodista y prestigioso crítico de rock de esos años, quien le propuso que escribiera algo sobre el grupo británico Humble Pie.

—Haz algo —le dijo el crítico, lo que sea que significaran esas palabras.

Así surgió una especie de apadrinamiento en el oficio del periodismo musical.

En el pre-rodaje Casi famosos, Crowe, para el papel del crítico musical, eligió al actor Philip Seymour Hoffman, a quien también consideró “una presencia contundente con un gran corazón”, según describió a Rolling Stone el 2014. Bangs fue una persona importante en su vida, y quería que fuera interpretada de la forma más fiel posible. En la película hay una escena que refleja conmovedoramente la relación entre ambos: William Miller, alter ego de Crowe, no sabe cómo escribir el artículo porque la banda le cae muy bien.

—Tienes que dejar eso de lado —le aconseja Bangs—. Ellos te hacen sentir que eres cool. Yo te conozco, y no eres cool. Y no te estoy insultando. Solamente la gente que no es cool, con sus deseos y su soledad, puede crear arte. Y llámame cuando quieras, yo siempre estoy en casa... no soy cool.

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Crowe tenía apenas quince años cuando llamó a la revista Rolling Stone para entregar una información sobre un grupo de rock. En la siguiente edición vio su dato telefónico estampado en una de las páginas. El periodista adolescente ya había colaborado para medios locales y otros más grandes como Creem.

Con algo de experiencia, se entusiasmó a hacer una propuesta más ambiciosa: escribir una historia para la emblemática revista estadounidense. “Conocí a Cameron en un concierto de los Rolling Stones (la banda británica) en Los Ángeles, así que siempre supe lo joven que era cuando me llamó por teléfono, después de enviarme algunos trabajos de muestra”, recordó Ben Fong-Torres, editor de ese entonces en Rolling Stone, a Culto en septiembre.

A Fong-Torres no le gustaba la idea de que un periodista adolescente escribiera un artículo más extenso y complejo, prefería que fueron los propios reporteros del medio quienes asumieran esa responsabilidad.

Aun así, la propuesta de Crowe fue aceptada. Así iniciaba una carrera periodística en Rolling Stone que lo llevó a entrevistar a músicos y bandas tan relevantes como Neil Young, Pearl Jam, Tom Petty, Peter Frampton, Led Zeppelin, The Eagles, Bob Marley, Linda Ronstadt, David Bowie, Fleetwood Mac y Bob Dylan. Pero el camino recién empezaba para el joven reportero.

Debía escribir sobre los Allman Brothers.

Pero no era tarea fácil: la revista recientemente había escrito un artículo bastante duro contra el grupo. “Tuvimos algunas malas experiencias con Rolling Stone”, recordó el guitarrista Dickey Betts en agosto del 2020 con Sarasota Herald-Tribune. “La banda era muy tímida sobre que alguien viniera de gira con nosotros”.

El grupo no quería que les volviera a pasar lo mismo. Y tampoco les entusiasmó la idea de hacer una excepción con el novel Crowe.

—Este es un buen tipo —les aseguró el guitarrista Betts—. Tuve mucha suerte con él cuando estaba con Creem: hicimos una entrevista y él escribió un artículo muy bonito.

Sus palabras convencieron a los demás integrantes.

El emergente reportero se fue de gira con Allman Brothers Band. Estuvo más de dos semanas con ellos mientras acumulaba entrevistas con integrantes de la banda y roadies. Dentro de ese viaje, el protagonista de dieciséis años vivió su primera experiencia sexual con tres groupies del grupo de rock; la situación se relata en Casi famosos, durante la gira con la banda ficticia Stillwater (su nombre es de un grupo setentero que sí existió).

“Bueno, sí, realmente fue así”, dijo Crowe a The Daily Telegraph. “Creo que calificaría esa escena como dolorosamente precisa. Y lo doloroso fue que la chica que realmente quería era la que no estaba”. Ella salió de la habitación, tal como sucede en el filme. Según él, la única diferencia entre ambos momentos es la música que había de fondo. En la experiencia que él vivió sonaba la canción “Do it again” de Steely Dan. “Pero cuando puse eso en la película, parecía demasiado, demasiado cursi”, explicó.

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A pesar de este tipo de vivencias, él siente que nunca sucumbió al mundo de excesos que predicaba gran parte del rock and roll. “En cierto modo, supongo que tuve suerte de sobrevivir”, dijo. “Aunque nunca fui uno de esos periodistas que intentaron mantenerse al día con el sexo, las drogas y el alcohol. Después de todo, tenía la voz de mi madre tronando en mis oídos: ‘¡Sin drogas! ¡Nada de drogas!’”

Cuidado con el FBI

La noche antes de que Crowe volviera a casa para escribir el artículo, el cofundador del grupo, Gregg Allman —aún de luto por las recientes muertes de su hermano y guitarrista Duane Allman (1971) y el bajista Berry Oakley (1972)— tuvo una supuesta visión mientras dormía: el FBI utilizaba a Crowe para investigar la banda.

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A la mañana siguiente, el músico le exigió todas las cintas de grabación al prematuro reportero “hasta nuevo aviso”. Confundido y angustiado, saturado de emociones, Crowe dejó la gira y llegó al aeropuerto de San Francisco, donde se encontró con su hermana Cindy, quien era azafata en ese entonces. El momento quedó inmortalizado en Casi famosos. Ella le dio animó y lo envió a casa.

Unos días después, las cintas llegaron a la casa de Crowe vía correo, acompañada de una nota de disculpa de Gregg Allman. El joven reportero escribió el artículo, el cual fue portada en la Rolling Stone en diciembre de 1973.

A la banda le gustó lo que escribió.

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El reportero solo le contó a la revista el inconveniente con Allman décadas después.

Diecisiete años más tarde, en Casi famosos, cuando el actor Billy Crudup interpretó a Russell Hammond, el guitarrista principal de la banda ficticia Stillwater, Dickey Betts reconoció de inmediato que era una referencia a sí mismo: el bigote, pelo largo, la guitarra.

El roadie de la banda —quien también tiene un personaje que se le asemeja en la película—, Joseph Campbell ayudó al joven periodista a encontrar los momentos para entrevistar a los músicos. En el periódico The Orange, él recordó en el 2001 que Betts le advirtió que el filme lo haría llorar.

—Y lo hice. Lloré —dijo Campbell, quien falleció en 2011.

I’m with de band

La primera vez que Cameron Crowe quiso entrevistar a Led Zeppelin para Rolling Stone, no fue fácil. Antes, la revista estadounidense había sido dura con la banda liderada por Jimmy Page y Robert Plant, quienes dijeron que no darían más entrevistas a ese medio.

“No es un mito, y no fue exactamente una batalla, pero fue una mala relación”, recordó el editor Ben Fong-Torres. “Probablemente comenzó con una reseña negativa de algún disco o concierto. Entonces la banda se negó a hacer entrevistas, hasta que enviamos al joven Cameron, a quien le gustaba el grupo”.

Crowe fue de gira con la banda y conversó con los británicos para Los Angeles Times, pero quería también tener una entrevista en la revista que Led Zeppelin consideraba una “enemiga”. Uno por uno los convenció. Solo Jimmy Page se negaba. Crowe estuvo tres semanas con ellos en la carretera hasta que convenció al virtuoso guitarrista, quien cedió ante los intentos. En paralelo, la madre del periodista de diecisiete años, sobreprotectora y de fuerte carácter, “estaba a punto de llamar a la policía y llevarme a casa”, recordó Crowe décadas después. “No hace falta decir que el incidente aparece de una forma ligeramente diferente en Casi famosos”.

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Pamela Des Barres, escritora y una de las groupies más conocidas en las décadas de los 60 y 70, tuvo una estrecha relación con estrellas del rock como Mick Jagger, Jimmy Page y Jim Morrison.

Ella conoció a Crowe en esa gira con Led Zeppelin. “Siempre estaba saliendo con ellos, incluso después de que Jimmy y yo rompimos”, dijo a Vulture. Cameron estaba por ahí, reporteando su primer artículo sobre la banda. “Estuve muy, muy cerca de Robert Plant, y me invitaron a todo”, relató De Barres, a quien no le gustó nada Casi famosos.

“En realidad estaba estupefacta”, dijo luego de ver por primera vez el filme.

Penny Lane es el personaje que interpretó la actriz Kate Hudson, que acompaña a la banda Stillwater en la gira y tiene una aventura amorosa con el guitarrista Rusell Hammond. Supuestamente el personaje de ella sería una mezcla de distintas groupies. Pero “se parecía mucho más a mí”, aseguró Des Barres, quien confirmó sus sospechas cuando la Hudson le contó que había colgado fotos suyas en el camerino y leído su libro I’m with the band (1987) para familiarizarse con el personaje.

En resumen, Des Barres consideró que el personaje era una versión “robada” de sí misma y, por momentos, misógina.

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Sumergirse en lo profundo

Fueron varias horas de entrevista con Led Zeppelin, las cuales se extendieron desde un hotel en Chicago hasta un un vuelo hacia Nueva York. Igual como sucede en Casi famosos: el reporteo solo duraría un par de días, pero se transformó en tres semanas. Crowe tenía los ojos enrojecidos por la falta de sueño. Uno a uno fue logrando entrevistar a los músicos de la banda, salvo a Jimmy Page, quien le decía:

—Ahora no. En otra ciudad tomaré la decisión.

Cuando finalmente Crowe lo consiguió, les preguntó por los años más desenfrenados de la banda: “Todos esos momentos de locura estuvieron bien, pero no somos y nunca fuimos monstruos”, respondió Plant. “Solo chicos que se divierten, amados por sus fans y odiados por sus críticos”.

En el artículo, la entrevista termina así:

—¿Comentarios finales?

—Solo di que sigo buscando a un ángel con un ala rota —respondió Jimmy Page—. No es muy fácil encontrarlos en estos días. Especialmente cuando uno se hospeda en el Hotel Plaza (Nueva York).

El artículo de Led Zeppelin fue portada en marzo de 1975. Pero a Jann Wenner, cofundador y director de la revista, no le gustó el texto, y citó al periodista adolescente en su oficina. Crowe creyó que sería despedido. Finalmente, Wenner le dijo que la nota estaba bien, pero que no era lo que esperaban; claro, solo tenía diecisiete años, pero, aun así, estaba en la Rolling Stone.

—Escribiste lo que ellos quisieron —le dijo el director—. Estas son sus palabras, no tu visión. Es la mirada de un fan. No hay nada en este artículo que le explique a los que lo lean dentro de diez o veinte años por qué esta banda es tan importante en este momento, qué significa para millones de jóvenes.

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Terminó la conversación. Wenner se levantó de su silla y se dirigió a un despacho vecino, mientras Crowe lo esperaba sentado. Luego el director volvió y le pasó un pequeño libro que aparentaba mucho uso. Era Slouching Towards Bethlehem (1968) la colección de ensayos y crónicas de Joan Didion. Le dijo que se lo quedara y que leyera con especial detención el perfil de la escritora sobre el cantautor Jim Morrison.

—Si quieres ser un mero escriba, si quieres publicar alguna nota de vez en cuando, sacar alguna reseña, comentar algún concierto, está bien —le aconsejó—. Pero si quieres escribir, si quieres llegar al fondo, ir más lejos, tienes que leer este tipo de cosas. Y sumergirte en las profundidades.

En alta mar

Cuando Crowe ya escribía con frecuencia para Rolling Stone, The Eagles era una banda de la que escribía con frecuencia. La popularidad del grupo aumentaba y los prejuicios de ser “relajados” o “suaves” les molestaban. Pero el joven periodista tenía un estilo que aparentaba a fan encubierto, sereno, entregando el protagonismo al entrevistado. Sabía escuchar.

La banda fue portada en la edición de septiembre de 1975 en la prestigiosa revista musical. En la tapa aparecen los cinco integrantes en la proa de una embarcación, con el mar al fondo. Todos usan blue jeans; algunos llevan puestas camisas de la misma tela, otros tienen el torso descubierto. Sonríen, junto a sus latas de cerveza, descalzos. Relajados.

Para conseguir esa portada, Crowe pasó varios meses con la banda. Los acompañaba en sus sesiones de estudio, iba con ellos en el bus por la carretera y estaba con ellos en bares y clubes en distintas localidades de Los Ángeles.

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Los integrantes Don Henley y Glenn Frey se mudaron juntos a una casa en lo alto del ostentoso sector de Hollywood Hills para trabajar en su próximo álbum; el hogar temporal tenía una hermosa vista nocturna que ambos músicos bautizaron como “The Million Dollar View”. Crowe vivió con ellos durante un par de semanas, mientras los dos integrantes escribían canciones como “Lyin ‘Eyes” y “After the Thrill Is Gone”, las cuales formarían parte del disco One of These Nights (1975).

Con la grabadora encendida, Crowe era testigo único de un proceso creativo que buscaba crear letras con una profunda variedad de significados, a veces crípticos.

—Nada puede rozar la superficie —le dijo Henley a Frey.

Mientras creaban, hablaban con el periodista. Las horas se dilataban en largas conversaciones nocturnas, envueltas en el relajo de las cervezas que recorrían su sangre. Frey y Henley le decían al periodista que querían que su artículo plasmara la seriedad con que trabajaba una banda estadounidense en su esplendor creativo. Las conversaciones siempre desembocan en un solo tema: la composición musical.

Crowe y Neal Preston, su amigo y fotógrafo de Rolling Stone, pasaron varias semanas junto a la banda, planificando la foto de portada. Varias fotos surgieron como candidatas. Pero finalmente fue Frey quien tuvo la idea de subirse a una embarcación, para mezclarse con aire marino y algunos tragos en medio del oleaje. Así surgió la sesión de fotos que luego quedaría inmortalizada en la prestigiosa revista.

En ese momento, éxitos como “Hotel California” o “Heartache Tonight” aún pertenecían al futuro. The Eagles se habría camino con fuerza y Crowe estuvo ahí para ver todo ese proceso desde su más íntima génesis.

Dos dioses dorados

Era 1975 y Robert Plant, vocalista de Led Zeppelin, se paró en un balcón de su habitación del hotel Hyatt, ubicado en la calle Sunset Boulevard (Los Ángeles). Veía los edificios y los pequeños techos de la ciudad. Abrió los brazos y gritó:

—¡Soy un dios dorado!

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La escena sucedió en el cumpleaños del baterista John Bonham. Había una torta de tres pisos y —según recordó Plant en Rolling Stone— George Harrison, exBeatle, destrozó el pastel con un golpe de karate. “Todo degeneró en uno de esos momentos infantiles en los que no parábamos de hacer bromas”. Ahí el vocalista de Led Zeppelin hizo su gesto “sinsentido” recordado hasta hoy.

Dos décadas después, en el guión original de Casi famosos, Crowe incluyó cuatro canciones de la banda británica en el soundtrack de la película. Led Zeppelin no cedía con facilidad sus canciones. Pero él ya los había entrevistado en el pasado, lo que permitió que los líderes del grupo, Robert Plant y Jimmy Page, aceptaran ver una función del filme en el sótano de un hotel.

Crowe y otros dos productores se sentaron en las filas del fondo, mientras los dos músicos se ubicaron en los asientos de adelante. Los realizadores de Casi famosos miraban a Plant y Page, e intentaba decodificar los comentarios que se susurraban. Estaban nerviosos: pensaban que no les estaba gustando el resultado. Pero vino la escena de “¡Soy un dios dorado!”, en que la referencia al músico de Led Zeppelin queda en evidencia: el guitarrista de la película, Russell Hammond, ebrio y bajo el efecto de ácido, se para en el techo de una casa, grita la misma frase y salta a una piscina.

Plant se rió largamente. “Sí, dije eso”, repetía. Ahí supieron que todo estaría bien.

“La película termina y ambos están sonriendo”, recordó Crowe a Rolling Stone en agosto del 2020. Mientras Plant caminaba por el pasillo preguntó a Crowe:

—¿Tu mamá realmente era así?

—Eso y más —respondió.

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Ese fue el inicio del trayecto para obtener los derechos de las canciones. La banda solo se negó a ceder “Stairway to heaven”, porque le pareció que eso ya era excesivo, pero a cambio, les permitieron usar “Bron-Yr-Aur” gratis.

Pero no todo es Led Zeppelin.

Se levanta una pared

Una canción central en la trama es de Casi famosos es “Tiny Dancer”, de Elton John, una balada que retrata inocentemente un joven enamoramiento. En la película aparece en un momento crucial, cuando la banda ficticia, Stillwater, parece a punto de quebrarse. El ambiente en el bus es sombrío. Pero casualmente la canción empieza a sonar en la radio y, uno por uno, todos en el bus empiezan a entonar un improvisado coro que los une en una voz múltiple.

Sonríen.

“Tuve mi primera cita en 1971 y fuimos a ver a Elton a San Diego”, recordó Crowe en The New York Times. El encuentro con ella no salió bien. El joven periodista estaba muy conectado con las canciones del show, algunas de las cuales se volvieron sonidos evocadores de romances fallidos o condenados a no existir, como sentía que estaba sucediendo con aquella chica.

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Mientras tanto, el músico británico cantaba y tocaba el piano. Y ahí sonó “Tiny Dancer”. Ahora esa canción siempre le recuerda esa noche de hace casi cincuenta años atrás. “Y siempre fue parte de esta historia lo que quise escribir”, dijo Crowe. “Podríamos haber perdido todas las demás canciones de esta película excepto ‘Tiny Dancer’”, que se convirtió en uno de los temas populares del artista británico.

A finales de los 70, Crowe se empezó a aburrir del periodismo. Aceptaba escribir demasiados artículos y le tomaba mucho tiempo terminarlos. En cualquier momento colapsaría. No sabía cuánto más aguantaría. Quería entrevistar al cantautor Marvin Gaye, y también quería hablar con los Rolling Stones para una nota en la Rolling Stone. Pero no lo conseguía.

Sintió que chocaba contra una especie de pared.

Sintió ganas de escribir un libro sobre sus recuerdos en la secundaria, la experiencia de ser, con diferencia, el menor de sus compañeros. Eso “sentí que era más rock que el rock”, escribió en Página/12 el 2004. Tiempo después también surgió el interés por el cine. Sentía que el mundo de la música estaba cambiando, se convertía en una industria en que los medios solo eran parte del engranaje mayor:

—Hoy en día, las notas nunca pueden ser tan largas y el acceso a las estrellas es radicalmente diferente: media hora en una sala con decenas de otros periodistas. Y media hora, a lo sumo.

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