Bad Bunny: el dueño de la fiesta en medio de la oscuridad

ANUARIO 2020: PASIÓN

Bad Bunny

En plena crisis musical, nadie fue más exitoso ni logró capturar tan bien las contradicciones de 2020 como el puertorriqueño. Aquí, tres artistas chilenos de distintas corrientes analizan las claves que lo convirtieron en el fenómeno del año.


Pablo Chill-E

Pablo Chill-E es el chileno que mejor conoce a Bad Bunny. O a Benito, como lo llama el músico de 20 años, quien en septiembre del año pasado recibió un mensaje que sólo decía “Felicidades”. Al día siguiente estaba volando a Miami para grabar junto al puertorriqueño Hablamos mañana, un hit instantáneo que lo tuvo nominado al Grammy.

“El éxito de Benito se debe a que entendió antes que nosotros que esto se tiene que hacer muy profesional, en 360, en redes, estética, creación, beats, música, etcétera”, explica el autor de Facts, el artista local más escuchado en el streaming este 2020, quien ya tiene listo un nuevo mixtape para el verano cargado al reguetón y titulado Chichi pa las Shishi. “La música urbana venía con fuerza y terminó de explotar en Chile y en el mundo este año, pero no solamente por Bad Bunny, también por J Balvin, la Rosalía y muchos artistas del rubro. Ahora mismo en Chile hay muchos hermanos haciendo buenos beats, producciones y música, falta mucho por hacer y por crecer”, asegura.

PABLO CHILL-E PRINCIPAL

Gepe

“A mí me gusta muchísimo Bad Bunny. Es mi reguetonero favorito”, declara Gepe, quien destaca dos elementos que considera fundamentales en el impacto planetario del autor de Dakiti. “Primero, que es lo que la mayoría de los buenos reguetoneros tienen, un ritmo pegajoso. Es una música que se escucha en movimiento y que genera movimiento”, dice.

Hilando más fino, el cantautor nacional reflexiona en torno a lo que él llama “el mito auto-generado” por el boricua. “Tiene un personaje, frases clave, imágenes recurrentes. Este año sacó más de 40 canciones y todas son más colores de la misma persona. Cada una da la sensación de que vas profundizando en el personaje, que lo vas conociendo, pero al mismo tiempo se mantiene un misterio. O sea, hasta el día de hoy uno no sabe a qué se dedica Bad Bunny en el día, siempre está como escondido, pero al mismo tiempo en su música se muestra supervulnerable. Eso yo considero que es generar el mito de Bad Bunny. Y todo eso le dio a la gente esa sensación de intimidad que nos tocó en este año de encierro, mientras por otro lado nos hacía despejar la cabeza bailando”, teoriza.

Gepe. Foto: Rocío Mascayano

Eduardo Carrasco (Quilapayún)

El director de Quilapayún y emblema de la Nueva Canción Chilena ha investigado a fondo el fenómeno de la música urbana. Y para crear el último sencillo de su grupo, Aburrido -con Pablo Chill-E de invitado-, cuenta que copió la estructura de Hablamos mañana, uno de los éxitos que Bad Bunny sacó este año. Una estrella con la que “alguna vez nos encontraremos”, afirma.

“Me llama la atención que él comienza casi todas sus canciones con una especie de ‘tralaleo’, que no es palabra. Y eso es propio de la música andaluza. Después, sus letras, bastante bien rimadas, respetan muy estrictamente el ritmo de las frases. Sobre esa base construye una canción que es en un 80% palabra. Es un renacer de las formas más originales de la poesía, de la poesía rimada, española”, enumera.

Además de su inteligente manejo de los efectos vocales (“el autotune está muy bien usado en su caso”, comenta), Carrasco alucina con el imaginario de Bad Bunny y del fenómeno urbano. “Toda una cosa erótica, popular, desligada de la Iglesia y de todos esos valores, con otro tipo de valorización que viene directamente de la gente y que esta música recoge fantásticamente bien”.

Carrasco, voz y rostro al frente de Quilapayún. FOTO: MATIAS DELACROIX/ AGENCIAUNO

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