De Salvador Allende al retrato de una torturadora: la animación chilena aborda la historia política

El cortometraje Bestia.

Aunque los proyectos infantiles concentran la mayor parte de los esfuerzos de los realizadores locales, los dos filmes chilenos que van al prestigioso Festival de Annecy son producciones de filo político e histórico. La Copia Feliz del Edén se enfoca en el 11 de septiembre de 1973 desde la perspectiva del fallecido mandatario y Bestia es un corto en stop motion inspirado en la agente de la dictadura Ingrid Olderock. “La animación chilena está algo al debe con temáticas más inquietantes desde lo político”, reconoce el director de este último.


En algún momento de la noche una llamada despierta al residente de Tomás Moro 200. Lo contactan repentinamente por algo que de todos modos preveía en las semanas previas. Sin mostrar más que su espalda, el mandatario sostiene un breve diálogo con la mujer con la que durmió, que sólo le pide que se quede “con nosotros”. De vuelta, él la apura a que abandone el país de inmediato y enfatiza: “Cuide a mi hijo”. La escena concluye con un plano cerrado en sus característicos lentes, encima de un par de libros y junto a ese teléfono mediante el que recibió una noticia que no tardaría en volar por todo el mundo.

Como luego vuelan los aviones Hawker Hunter de la Fuerza Aérea que bombardean La Moneda, donde las imágenes capturan el humo, las llamas, los escritorios girados y los cuadros destrozados, mientras se escucha el audio original del último discurso presidencial desde Radio Magallanes.

Los directores Samuel Restucci y Emilio Romero son quienes rescatan el 11 de septiembre de 1973 desde la mirada de Salvador Allende, mediante su cortometraje de animación La copia feliz del Edén, realizado en 2020 a partir de casi tres mil ilustraciones originales de grafito y tinta. El acercamiento a ese hecho histórico apuntaba a “generar una pieza que fuera más amable de ver, pero no por ello no contara las cosas tal y como fueron”, define Restucci. De hecho, explica que una de sus principales referencias durante el proceso fue La batalla de Chile, de Patricio Guzmán.

En sus seis minutos el filme se da sólo una gran libertad creativa: la mujer a la que se alude en la escena inicial, la colombiana Gloria Gaitán, desarrolló una relación secreta con Allende en 1973 y de acuerdo a su testimonio habría estado esperando un hijo del mandatario (que luego perdería), pero los antecedentes no apuntan a que estuvo con él en los instantes previos a que partiera al palacio de gobierno.

Al detallar esa inclusión, Restucci se detiene en un interés “en la parte sensible del presidente como humano. Incluir la frase ‘cuide a mi hijo’ es hablar de la humanidad de los personajes, más allá del mártir o de quien antes no se sabía si se había suicidado o lo habían matado”.

El realizador define como uno de los mayores retos el retrato de los últimos segundos de vida de Allende. “He visto mil veces el informe forense pero cómo representar el momento del suicidio de un personaje histórico de sus características tiene un trabajo más emotivo que nos obligó a estrujar nuestras propias capacidades”, señala, junto con dar una clave: “Decidimos poner la cámara según lo que no estaba registrado y sí sabemos que pasó”.

El cortometraje contó con el respaldo del Museo de la Memoria, donde a futuro se realizará una función especial y más adelante el filme pasaría a formar parte de la muestra habitual del espacio. Por lo pronto, La copia feliz del Edén fue seleccionado para el Festival de Annecy, la mayor cumbre del cine de animación, que este año va del 14 al 19 de junio y la acogió en su sección Perspectives.

En el mismo certamen francés también se concretará el estreno mundial de Bestia, cortometraje animado de Hugo Covarrubias que se sitúa dos años después del golpe de Estado y se inspira en la vida de Ingrid Olderock, una de las principales agentes de la dictadura. Sin embargo, aclara el realizador, su afán no era biográfico, sino que “es más una exploración de la maldad por medio de imágenes oníricas y mentales”, apunta.

A lo largo de 15 minutos, realizados en técnica stop motion y sin diálogos, el filme muestra a la mujer en su día a día, junto a su perro, acechada por fantasmas de víctimas que prefiere ignorar y frustrada cuando es reasignada por el régimen.

“Es una estética de muñeca alemana de porcelana, que es al mismo tiempo perturbadora y naif, a través de la cual tratamos de retratar este mundo sórdido en el que ella es una bestia amaestrada”, especifica el realizador sobre su corto inspirado en un personaje real estudiado en libros periodísticos como Ingrid Olderock. La mujer de los perros, de Nancy Guzmán.

Covarrubias, también cocreador de la serie infantil Puerto papel, reconoce que el cine chileno de animación no tiene como prioridad número uno las historias de filo político e histórico. Incluso si se pueden enumerar un par de hitos recientes, como la pesadillesca La casa lobo (2018), película nacida como una relectura de Colonia Dignidad, o el corto Historia de un oso (2014), por el que Gabriel Osorio y Patricio Escala ganaron el Oscar (y se convertirá en un largometraje), que se inspiró en las experiencias del abuelo del primero, detenido y exiliado durante los primeros años de dictadura.

“La animación chilena está algo al debe con temáticas más inquietantes desde lo político”, indica Covarrubias, quien también detalla que prepara otro proyecto de un perfil similar sobre un niño pero “más digerible”.

Samuel Restucci advierte un escenario similar. “La animación para adultos es algo que en Chile aún no se asimila a nivel más masivo, porque se cree que es infantil”, indica, añadiendo que “desde el Oscar, Estados Unidos y el mundo nos miran con otra cara y se pueden producir proyectos que van a mercados y no son series escolares, que es lo que más se exporta desde acá, porque la industria infantil es mucho más grande que la para adultos”.

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